Carta de abierta de Piedad Córdoba a Ivan Cepeda
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COMUNICADO
Bogotá, D.C. diciembre 6 de 2013
Apreciado Iván
He recibido su segunda carta respecto a la propuesta de construcción de una convergencia de sectores de la izquierda democrática. Mi respuesta la hago a nombre de Poder Ciudadano, en mi condición de ser parte de un colectivo que nace con expresiones de sectores populares, étnicas, territoriales, de mujeres, de víctimas, con los principios del eco humanismo social, con la apuesta por una construcción de democracia para todas y todos, un país de derechos, un país con una nueva ética que de sentido a la política como arte del buen existir, resolviendo de raíz o cimentando las bases de la paz con justicia.
Como en la primera ocasión, creo importante expresar que estoy dispuesta a ser parte de una apuesta de proyecto de País incluyente, social y ambientalmente justo. Proyecto de País, más allá de la izquierda, de los sectores democráticos que se expresan a veces tímidamente o más abiertamente en sectores de los partidos tradicionales, pero también en los Verdes, los Progresistas, y por supuesto en la multiplicidad de movimientos sociales urbanos y rurales, como el Congreso de los Pueblos, Marcha Partiótica, Comosoc, Conpaz, y los sindicalistas, ambientalistas, educadores, de género, de diversidad sexual, de víctimas, de trabajadores, de sectores medios, de iglesias, de sin partido, incluso de empresarios, de exmilitares y de otros actores sociales.
Pocas horas después de su carta coincidí en un Foro on line en El Tiempo con Cecilia López, Clara López, Aida Abella, y más tarde en Todelar Radio con Viviane Morales, en donde abiertamente y en privado consideramos importante, rescatar un proyecto político social.
Coincidimos las mujeres, estoy segura que Ángela María Robledo también, en la necesidad de esa convergencia y por ser mujeres en la nueva sensibilidad e intersubjetividad que debe animar la construcción de esa apuesta plural y alternativa para la política del bien común, para dar respuesta a la desigualdad, a los efectos negativos de acuerdos comerciales no democráticos y apostar por un país donde la paz sea posible, no sólo por el cese del conflicto, sino por la justicia.
Ivan, como lo recuerdas, desde hace más de cuatro años hemos hablado de la importancia de construir un frente amplio. Hoy pienso en una convergencia suprapartidista, que exprese los intereses de los sectores excluidos, marginales y del movimiento social, que construya una apuesta política para sectores empobrecidos y empresarios afectados por las políticas económicas. Debe ser una propuesta muy responsable con nuestro presente, con las demandas de la sociedad que debe ser viable en lo legislativo y lo financiero. Una apuesta de país donde se asiente la paz de verdad.
Sin embargo, hay síntomas que demuestran la inmadurez en que nos encontramos. Vamos por el asunto del umbral de tumbo en tumbo y, volvemos al sálvese quien pueda, buscando alianzas de cualquier tipo. Vamos bajo el mismo principio pragmático llegando a tratar de demostrar en lo social, quién tiene o no más fuerza con respaldo a manifestaciones aquí y allá, que simplemente expresan la fragmentación y búsqueda de protagonismo.
Aún carecemos de la capacidad de ceder, de aportar desde la riqueza de nuestra experiencia, de nuestros conocimientos, a esa propuesta de convergencia, porque existen inamovibles, volviendo al dogmatismo que nos ha roto y deshecho, como si la exclusión fuera azul, negra o verde.
A pesar de que coincidimos en un estado social de derecho, cuando se ejerce el poder, más que las críticas constructivas, destruimos los avances que se logran. Y cuando se ejerce el poder a nombre de esa alternativa, ponemos en práctica las mismas artimañas corruptas de quienes criticamos, sin siquiera construir una propuesta de reparación ante los daños causados.
Cuando se lanza una cruzada de estigmatizarían o persecución abusiva y contraderecho, volvemos al sálvese quien pueda.
Estamos aún distantes de interpretar el país nacional, ese que seguramente nos respaldaría en las urnas si obráramos con coherencia, con imaginación y creatividad, para dar respuesta a sus demandas en un acuerdo programático.
Este debate público debería concretarse en espacios de diálogo como el que han iniciado las mujeres en la política, espacio al que he sido invitada por Cecilia López y que espero se me indique el día y la hora para estar presente. Además de concretar ese espacio, se debe partir de la discusión de los principios sobre los cuales vamos a dialogar.
En este sentido hay varios aspectos sustanciales que debemos acordar para que el diálogo no sea estéril. El primero de ellos, es el principio del diálogo basado en la ética y la respuesta a las siguientes inquietudes: ¿Para qué dialogamos?, ¿Qué queremos lograr?, ¿Qué es posible lograr?, ¿Sobre qué criterios dialogar? Y sobre qué acuerdos programáticos, con propuestas legislativas, financieras, y constitucionales, que hagan posible la democracia profunda.
Temas como: Comisión de la Verdad y los derechos de las víctimas, deben ser abordados a profundidad, al igual que la articulación de modelos agroecológicos, protección de los ecosistemas y el agua.
No se puede dejar de lado el estudio de propuestas para mejorar la calidad de vida en zona rural y la formalización de la propiedad rural y urbana, además de la necesidad de ponerle límites a operaciones extractivas y redefinir los nuevos tipos de acuerdos de integración.
En materia política se requiere de garantías para la participación en lo institucional y en los medios de información, pleno ejercicio de los derechos de los jóvenes, las mujeres y los niños, construcción de actores empresariales para una democracia sostenible y sustentable, soberanía nacional y, como lo ha propuesto Aida Abella, la pensión urbana y rural, por nombrar algunos.
Creo que esta discusión está abierta. Como coincidimos muchas mujeres, debemos partir de la generosidad. No tengo derechos políticos, porque fui injustamente destituida, siendo senadora del Partido Liberal, pero estoy dispuesta a cargar ladrillos sobre la base de unos principios que sean criterio de nuestro relacionamiento político en acuerdos metodológicos y programáticos, por un Estado Ecosocial y democrático de derecho.
Espero equivocarme, pero dada nuestra fragmentación y la exclusión de sectores democráticos en este debate, considero que aún nos falta mucho para lograr esa apuesta de la que hace más de cuatro años hablamos, un sueño, una utopía que algún día será realidad.
Estaré atenta a participar a las invitaciones e iniciativas concretas.
De toda consideración,
Piedad Córdoba Ruíz
Vocera de Poder Ciudadano