El Rockefeller Center es uno de los lugares simbólicos más densos del planeta, aunque muy pocos entre sus millones de visitantes se paren a reflexionar sobre lo que significan estas imágenes. Se trata de una simbología relacionada con la historia reciente del capitalismo global, cuyas consecuencias estamos ahora sufriendo. El mito de la Atlántida, resurgida del océano para volver a desafiar a los dioses mediante la ilusión del conocimiento humano sin límites, el poder de la técnica y el dinero, y el individualismo como motor del mundo.
Es una simbología relacionada en parte con España. Según la mitología griega, Hércules en su viaje a la Península Ibérica se atrevió a robar la fruta sagrada que cuidaban las Hespérides, hijas de Atlas, fundador de la Atlántida, cumpliendo así la profecía sobre el fin de ese reino de titanes, como estaba anunciado. Este relieve del Museo de Olimpia muestra maravillosamente este episodio. Hércules sujeta el cosmos ayudado por la diosa Atenea, que le pone un almohadón en la espalda, mientras el mismo Átlas le trae las frutas de las Hespérides. Es una versión muy peculiar del mito, pues Átlas coopera en su propia destrucción, y sitúa en España, Hesperia, ese jardín prohibido.
Durante cincuenta años de su vida, el profesor Schulten efectuó investigaciones históricas y arqueológicas en la Península Ibérica en búsqueda de la Atlántida, y los últimos hallazgos parecen apoyar su hipótesis de que el reino andaluz de Tartessos, desaparecido en el siglo VI antes de Cristo, coincidía con la descripción que nos dejó Platón en el Timeo:
“(…) Sabios reyes habían formado en esta Atlántida una vasta y maravillosa potencia que dominaba toda aquella tierra además de otras muchas islas, y algunas comarcas del continente, apoderándose de todas, desde Libia al Egipto, y de Europa hasta Tirrenia (…) Empero sobrevinieron diluvios y terremotos, y en un solo día y en una sola noche fatal, todos aquellos guerreros fueron tragados por la tierra abierta. Desapareció la Atlántida y he aquí por qué aun hoy no se puede recorrer y explorar aquel mar, encontrando la navegación un escollo en el fangoso lodo que dejó la tierra al abismarse”.
El nombre del océano Atlántico viene de este supuesto reino hundido, que los cartógrafos del Renacimiento situaban entre América y Europa. Jacint Verdaguer en su famoso poemario La Atlántida, defiende que la búsqueda de ese mítico continente originó la aventura de Colón hacia el Atlántico e, indirectamente, el descubrimiento del Nuevo Mundo. Desde entonces, la Atlántida se asocia con América, y así lo describe el catalán José María Sert en los frescos de Titanes que pintó para decorar el vestíbulo principal del Rockefeller Center de Nueva York. Este mismo artista fue encargado por Manuel de Falla, para pintar los decorados de la cantata escenificada Atlántida, que aunque nunca llegó a estrenarse por culpa de la Guerra Civil, es la gran ópera española, escrita sobre todo en catalán, pues está inspirada en los poemas épicos de Verdaguer.
La Atlántida narra la lucha entre los dioses y los titanes hijos de Atlas, una lucha que recuerda bastante a la narración de la lucha entre los ángeles y los demonios, que fueron finalmente vencidos y arrojados al infierno. También la Atlántida fue destruida y hundida en el océano según los viejos mitos griegos. Por eso, el relato de la Atlántida, como el del Génesis sobre el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal en el Paraíso terrenal, simboliza la ambición sin límites del ser humano, y también del origen mismo de la civilización tal como hoy la conocemos, basada en el saber por experiencia, en la ciencia.
Todos los símbolos del Rockefeller Center siguen una estética griega que ha quedado un tanto adulterada para adaptarse al gusto popular del momento: El Art Decó, símbolo por excelencia del capitalismo americano. De hecho, este complejo de rascacielos y plazas fue construido entre 1930 y 1939 por John D. Rockefeller, Jr., al que debe su nombre, uno de los grandes magnates y pioneros de la economía de mercado actual. Se trata del primer conjunto urbanístico diseñado ex profeso en Manhattan, con diecinueve edificios que ocupan una superficie de 89,000 m2, entre las Avenidas Sexta y Quinta, y las calles 48 y 51, justo en frente de la catedral católica de Nueva York, la famosa San Patricio.El Atlas es la escultura más grande y, quizás, la más característica del complejo Rockefeller Center junto con la figura dorada de Prometeo y el Zodiaco, que está situada en la plaza interior, en frente del vestíbulo principal que decorara Sert.