© AFP
Más Fotos(2)
Médica, teóloga, anticapitalista y feminista, Teresa Forcades, monja benedictina catalana educada en Harvard, se propone desde su pequeño convento en las montañas llevar a la política las ideas de 'indignados' y teólogos de la liberación para romper con el actual sistema.
Sentada en el jardín del monasterio de Sant Benet, a 50 kilómetros de Barcelona, donde convive con otras 35 religiosas, Forcades critica la política de austeridad contra la crisis. "Los recortes van en contra de las necesidades de la mayoría y a favor de los intereses de una minoría", dice a AFP esta mujer de hábito negro, voz suave, mirada amable y fuertes convicciones.
Junto al economista Arcadi Oliveres, de 67 años, uno de los referentes del movimiento de 'los indignados', acaba de lanzar un manifiesto político que en dos días recogió 14.000 firmas. Su objetivo es formar una lista ciudadana para las próximas elecciones regionales en Cataluña, previstas en 2016, dos años después del referéndum de autodeterminación prometido por el presidente nacionalista Artur Mas.
"Creemos que es urgente, necesario y posible un cambio de sociedad" de forma no violenta, explica la religiosa, de 46 años, célebre desde que en 2009 se opuso a las farmacéuticas contra la vacuna de la gripe A.
Se impone "una ruptura, porque eso es lo que quiere la gente, decir basta", asegura desde este moderno convento de piedra y ladrillo, donde vive desde 1997 junto a la montaña de Montserrat, cuna del nacionalismo catalán, conectada al mundo por una sinuosa carretera.
Entre sus propuestas, una declaración unilateral de independencia de esta región de 7,5 millones de habitantes en el noreste de España. Y con la soberanía en mano, luchar contra la corrupción, dar vivienda digna a todos y nacionalizar empresas energéticas y banca privada.
"¿Por qué hay un impuesto sobre la venta de productos de primera necesidad y no hay una tasa sobre los intercambios financieros?", se indigna, asegurando no estar en contra de la iniciativa privada, sino de los abusos del capitalismo.
Y contra "falacias" como que la libertad de uno termina donde empieza la del otro. "Parece que sea algo bueno" pero que en realidad fomenta la rivalidad y no la cooperación, porque "si yo quiero más libertad tú debes tener menos", dice.
Nacida en 1966 en el seno de una familia barcelonesa para quien "la iglesia era, como la monarquía, una institución caduca", a los 15 años leyó por primera vez los evangelios. "Y me impactó", dice, despertando una vocación que la llevó más tarde a un seminario de Nueva York, donde siguió estudios de medicina que terminó en Harvard.
Fue también en Estados Unidos donde se inició a la teología, para doctorarse después en Barcelona.
Pero sus cimientos están, asegura, en la teología de la liberación, corriente creada en los años 1960 en una Latinoamérica oprimida por las dictaduras.
"El primer libro de teología que leí fue 'Jesuscrito liberador' del brasileño Leonardo Boff", destacado representante de unas ideas que fundamentaron las transformaciones sociales en el continente, asegura conservando la sonrisa pese a la fatiga acumulada por el ajetreo de los últimos días.
Admira así que Hugo Chávez lograse en Venezuela que hubiese "personas de la base, incluso de la marginalidad, convencidas de que son sujetos políticos".
También en la Iglesia ve un deseo de renovación desde abajo.
Por su parte, critica la "misoginia" eclesiástica: "me gustaría que dentro de la Iglesia, y dentro de la sociedad, ninguna persona, ni mujer ni hombre, tuviese privado el acceso al gobierno o a la representatividad litúrgica por motivo de su sexo".
Defensora de la anticoncepción, Forcades ve incluso una posibilidad de "humanizar" la postura católica sobre el aborto.
Fustiga asimismo "el clericalismo, es decir hacer de la ordenación sacerdotal una herramienta de poder" que impide a monjas y monjes acceder a ciertos cargos.
Reformas que confía avancen con el papa Francisco, tal vez más receptivo que sus predecesores a una "democratización interna", dice antes de desaparecer cuando las campanas del monasterio llaman a la oración.