–Si
uno hace un análisis geopolítico de la región, la designación de Bergoglio como
Papa se da en consonancia con el impulso de Estados Unidos a la Alianza del
Pacífico (Colombia, Perú y Chile) que busca acotar a los gobiernos populares
surgidos en Sudamérica. ¿Será Francisco parte del cerco de contención que busca
Washington?
–No
tengo la menor duda de que es así. Por un lado está esa tenaza del Pacífico y
por otro lado está Bergoglio. Hay una analogía con el papado de Juan Pablo II,
aliado a Ronald Reagan y Margareth Thatcher en contra del comunismo. Ahora no
es contra los comunistas sino hacer frente a los movimientos populares latinoamericanos
que plantean una alternativa al capitalismo, con transformaciones muy
profundas. Inclusive el kirchnerismo, que no muestra con tanta claridad hacia
dónde vamos, ha logrado avanzar sobre derechos que eran impensables como el
matrimonio igualitario, algo que va totalmente en contra con el pensamiento de
Bergoglio. Basta ver el documento difundido en Aparecida (Brasil) donde es
señalado como algo abominable.