
- Angelina Eichhorst, embajadora de la Unión Europea en Líbano
Su Excelencia, señora Embajadora,
Señora, usted sabe que una de las tareas más difíciles para un
diplomático civilizado y respetable que realmente tiene fe en la paz,
como usted, es verse obligado durante el ejercicio de sus funciones a
defender una decisión inicua y agresiva tomada por sus superiores en
representación de un Estado o de un conjunto de Estados, como es el caso
de la Unión Europea, que ha decidido incluir en su lista de
organizaciones terroristas internacionales lo que ha calificado como… ¡«ala militar» del Hezbollah!
Digamos de paso que esa decisión ha sido tomada a pesar de que el
ministro búlgaro de Relaciones Exteriores, el señor Kristian Vigenin, ya
había declarado oficialmente que no existe absolutamente nada que
pruebe la menor vinculación entre el Hezbollah y la explosión del
autobús de pasajeros en Burgas, Bulgaria, lo cual significa que es con
total conocimiento de causa que la Unión Europea tomó su decisión,
en contradicción con la investigación realizada por ese país. Y esto
tiene lugar precisamente en momentos en que se levanta una esquina del
velo que cubre el atentado del 18 de julio de 1994 contra una
institución judía en Buenos Aires, atentado que de inmediato fue
atribuido al Hezbollah a pesar de que las investigaciones no han
terminado aún y de que los indicios apuntan ya hacia el señor Vladimir
Corach, ex ministro argentino del Interior, cuyas estrechas relaciones
con la mafia y con los servicios de seguridad israelíes son de sobra
conocidas.
Sobre esta última decisión de la Unión Europea, estoy en el deber de
exponer varias observaciones que confiaré a usted, con la esperanza de
que tenga usted a bien transmitirlas a sus superiores, por la simple
razón de que la definición de terrorismo, adoptada por la propia Unión
Europea, es aplicable en primer lugar a los gobiernos y responsables
miembros de la Unión misma.
Señora, nadie duda que usted sabe que la Unión Europea considera la retención de civiles inocentes como rehenes como un «crimen terrorista»
imprescriptible, crimen equivalente a un crimen contra la humanidad
totalmente injustificable. Por lo tanto, lo menos que puede decirse es
que la Unión Europea adopta una posición oficial no razonable, inhumana y
conciliadora hacia los autores de esos crímenes cuando se trata de
los rehenes secuestrados en A’zaz o de monseñor Pablo al-Yazigi y de
monseñor Juan Ibrahim, ambos víctimas sirias incuestionablemente
pacíficas e inocentes.
Nadie duda que usted sabe lo que ahora es de pública notoriedad en
cuanto a la influencia directa y decisiva del gobierno del señor Erdogan
sobre las organizaciones terroristas armadas; gobierno de un Estado
miembro de la OTAN, a la que a su vez pertenecen muchos de los gobiernos
de la Unión Europea que usted representa, aliados y cómplices de la
guerra devastadora desatada contra Siria.
Usted sabe también que nada de todo eso ha impedido a la Unión
Europea que usted representa proseguir su colaboración en el terreno con
el gobierno turco, apoyando, armando y entrenando a los terroristas,
que cuentan con no menos de 40 000 mercenarios extranjeros en Siria,
como ha reconocido el emisario internacional, el señor Lakhdar Brahimi.
Esa es una verdad que pone a la Unión Europea que usted representa en el
banquillo de los acusados directos y que involucra su responsabilidad
ética y jurídica, con todo lo que ello implica en materia de acciones
judiciales contra los responsables que se hallan al mando.
Es absolutamente inadmisible verles a ustedes encubrir esos crímenes
odiosos, sobre todo cuando la Unión Europea que usted representa se pasa
la vida dando los demás lecciones en las que insiste en que es
necesario luchar contra el terrorismo dondequiera que este se
manifieste, sin concesiones ni pretextos. Y si aún necesitasen ustedes
pruebas, ¡es más que probable que los innumerables videos que exhiben en
YouTube los propios terroristas criminales y necrófagos no hayan escapado a la vigilancia de ustedes mismos!
Señora, perdóneme por señalar que no puedo imaginar que no sepa usted
que el desvío de un avión civil equivale, muy justificadamente y según
los criterios de ustedes mismos, a un crimen caracterizado como
terrorismo internacional y comparable con los secuestros de personas y
su detención o asesinato, con o sin documentos fotográficos que sirvan
de prueba, etc. ¿No es eso lo que sucedió hace varias semanas, cuando
varios gobiernos de la Unión Europea que usted representa cerraron sus
espacios aéreos al avión del presidente de Bolivia Evo Morales cuando
regresaba de Moscú? ¿No se vio él obligado a hacer un aterrizaje forzoso
en Austria? ¿No estuvo bloqueado allí durante horas bajo el pretexto de
que el estadounidense Edward Snowden –la misma persona que reveló
al mundo que el gobierno de Estados Unidos los espía a ustedes [la Unión
Europea]– podía hallarse a bordo del avión? ¿No salió la información de
la embajada de Estados Unidos en Moscú? ¡Qué paradoja!
Ese incidente, que no es otra cosa que una clara agresión contra un
avión civil que transportaba al presidente de un Estado independiente y
soberano, nos recuerda la primera operación de ese tipo, que tuvo lugar
el 22 de octubre de 1956, cuando a varios responsables franceses
les pareció
correcto desviar un avión civil que transportaba a varios dirigentes
del FLN de Rabat hacia Túnez [Ahmed Ben Bella, Hocine Ait Ahmed,
Mohammed Khider, Mohammed Boudiaf, Mostefa Lacheraf].
El desvío de aviones, señora, es por desgracia un invento europeo.
Como también lo es, por ejemplo, el nazismo, también de inspiración
europea… Pero dejémoslo ahí. Sólo les recordaremos a ustedes que
los gobiernos europeos clasifican los desvíos de aviones
¡como terrorismo internacional!
Señora, la trágica crisis que ha golpeado a Siria ha hecho caer más
de una máscara y ha revelado el alcance de las mentiras de ustedes,
siendo la primera de ellas la decisión de ustedes de poner a al-Qaeda y
sus grupos asociados en la cima de las organizaciones terroristas
internacionales, como la más peligrosa. Y ahora resulta que el escenario
sirio nos está revelando los mecanismos de coordinación, [existentes]
en el terreno, entre la organización europea que usted representa y la
de al-Qaeda; coordinación ya flagrante y públicamente comprobada en
Libia, antes de que se tradujese en todo su esplendor al territorio
sirio, como lo demuestran las numerosas declaraciones de responsables
europeos.
Me limitaré a mencionar sólo a dos de esos eminentes responsables:
- el ministro francés de Relaciones Exteriores,
señor Laurent Fabius, quien el año pasado dijo claramente en Marrakech
–en una conferencia de los supuestos amigos de Siria– que los
terroristas de Jabhat al-Nusra hacían un «buen trabajo», antes de que Estados Unidos los incluyera en su propia lista de terroristas;
-
y el prolijo ministro británico de Relaciones Exteriores, aún más
brutal y sádico, quien dijo llanamente que los miembros de al-Qaeda y de
sus grupos asociados no debían regresar de Siria ¡porque son
una amenaza para los civilizados países de ustedes!
Ni siquiera me extenderé sobre el flujo constante de armas y de municiones introducidas en Siria a través de las «puertas europeas», que ya conocemos nosotros y que usted misma conoce perfectamente.
En cambio, sí le diré a usted que la Unión Europea, que no deja de
repetir que se preocupa por los cristianos del Medio Oriente, ha
perseguido constante y sistemáticamente el cristianismo así como a los
fieles adeptos de esa religión nacida en nuestra tierra y, por lo tanto,
«hija del Oriente». Y al decir esto no exagero ni engaño
a nadie. Testigo de ello es Su Santidad el papa Benedicto XVI. Filósofo e
importantísimo teólogo, [Benedicto XVI] advirtió sobre esa persecución
permanente en su mensaje por la celebración del «Día Mundial de la Paz», a principios de 2011. Lo citaré, palabra por palabra, conforme a lo que escribió al final del párrafo 14:
«Expreso también mi deseo de que en Occidente, especialmente en
Europa, cesen la hostilidad y los prejuicios contra los cristianos, por
el simple hecho de que intentan orientar su vida en coherencia con los
valores y principios contenidos en el Evangelio. Que Europa sepa más
bien reconciliarse con sus propias raíces cristianas, que son
fundamentales para comprender el papel que ha tenido, que tiene y que
quiere tener en la historia; de esta manera, sabrá experimentar la
justicia, la concordia y la paz, cultivando un sincero diálogo con todos
los pueblos.» [1]
Señora, usted sabe, al igual que yo, que esas verdades son
prácticamente ignoradas por los pueblos de ustedes porque viven tras una
nueva cortina de hierro, todavía más opaca, más taimada y más insidiosa
que la cortina de hierro más primitiva que rodeaba el Bloque del Este y
que aún se mantiene alrededor de las dictaduras árabes y no árabes.
La cortina de ustedes es invisible, pero lo más aterrador es que se
manifiesta a través de la sumisión de los gobiernos de ustedes a una
doble ocupación: por un lado, la ocupación estadounidense en el plano
militar, de seguridad y económico; por otro lado, la ocupación israelí
en materia de seguridad y en el plano cultural.
Esa es la verdad, señora, a pesar de lo que hagamos por ignorarla.
Y la reciente decisión de la Unión Europea no hace más que confirmar
la realidad de esa doble ocupación de los países de ustedes, ocupación
de la que nos gustaría que pudiesen ustedes liberarse algún día. Sabemos
que eso es difícil porque la más persistente de las ocupaciones es la
que se apodera de las mentes a través de un «terrorismo cultural» incesante que ejercen los medios de ustedes, casi totalmente dominados por los sionistas.
Señora, estamos viviendo, tanto ustedes como nosotros, un periodo
de cambio social donde el verdadero enfrentamiento es entre la libertad y
la esclavitud. Pero si bien la libertad se basa en una sola norma y en
un solo rasero, las formas de esclavitud son en cambio numerosas.
Discúlpeme usted si me he extendido demasiado. Pero el horrible
tsunami de mentiras nos obliga a poner los puntos sobre las íes. Sepa
usted que estoy convencido de la sinceridad y la nobleza de sus
objetivos de usted, aunque pienso todo lo contrario de la Unión Europea
que usted representa.
Europa, señora, no se halla en una posición jurídica ni ética que le permita darnos lecciones de humanidad ni de humanismo.