Dos siglos de gloria mal contados
Amelia Duarte de la Rosa
Acaba de ocurrir de nuevo. La primera independencia de América Latina llegó a sus 210 años sin memorias ni justiprecios. Un silencio global todavía sepulta la revolución que tanta influencia tuvo en Simón Bolívar y en la liberación de Sudamérica.
A más de dos siglos de su independencia Haití es uno de los países más pobres de América Latina.
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Fue exactamente un 1ro. de enero cuando la pequeña nación del Caribe conquistó el triunfo de la insurrección de negros esclavos y mulatos, quienes aprendieron a sentir la libertad, a procurarse la justicia por sí mismos, a organizarse en ejército y fundar la primera república negra del continente, a la que nombraron Ayiti o Haití (que en su lengua significa tierra montañosa).
Aquellos revolucionarios, encabezados por Toussaint Louverture —el Espartaco Negro—, lucharon durante 13 años. La sublevación costó más de 200 000 muertes de criollos y franceses, bajo el mando de Napoleón. Sin embargo, el primer día de 1804 el general Dessalines proclamó la independencia del país, que luego se dotó de una constitución que establecía que todas las personas nacen y son libres. Desde ese entonces, la primera nación negra emancipada pasó de la rebelión a la maldición.
Las potencias coloniales le dieron la espalda a la naciente república. En uno de sus artículos, Ignacio Ramonet apunta: "Ese mal ejemplo se lo hicieron pagar. Nadie ayudó a la nueva república negra. Al contrario, todos la boicotearon (... ) como si se prolongase el escarmiento a los esclavos por haber osado liberarse".
El país se derrumbó en guerras civiles y el paisaje, muchas veces incendiado y desforestado, se volvió ensordecedor. A la cuenta de calamidades políticas y sociales se sumaron después la ocupación de Estados Unidos que duró 35 años; dictadores despóticos como Duvalier; dos golpes de Estado al gobierno de Jean-Bertrand Aristide; la presencia de Naciones Unidas mediante el destacamento de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH); las catástrofes naturales y las enfermedades.
Con una sorprendente historia de liberación y una amplísima y rica cultura, Haití pudo haber sido el paraíso de este mundo. Pero lo cierto es que la inestabilidad política, la miseria crónica, la ignorancia, el abandono, la fragmentación y el ostracismo a nivel internacional la han convertido en la nación más pobre del continente.
Hoy, cuando pocos parecen recordar la grandeza de los héroes haitianos, cuando el país caribeño solo llena titulares en los grandes medios por su cataclismo histórico, los haitianos se dan a la tarea de intentar levantar su país. Solo de esa manera serán capaces de variar el curso de su condición desheredada, de vindicar su tradición con la misma luz de sus antepasados.
Nuestros países latinoamericanos también lo han asumido como tarea de todos y es así que, poco a poco, el primer país que conmemoró el bicentenario de su independencia en América Latina podrá nuevamente levantar su historia.