Alerta ante indiferencia climática
Elson Concepción Pérez
Nevadas en Nueva York con ola de frío en el noreste de los Estados Unidos. Incendios forestales de gran envergadura en Australia debido al calor, la sequía y los vientos. Grandes inundaciones en Gran Bretaña, parte de Francia y España; Argentina, todavía sacudida por la gran ola de calor de hasta 50 grados, ahora, con diez grados menos, sufre de grandes ventoleras que afectan a una buena parte de la nación sudamericana.
Las nevadas en Nueva York alcanzan niveles récords.
Este ha sido, a grandes rasgos, el comienzo de un 2014 en el que los augurios de graves efectos por el cambio climático pasan de pronósticos a realidades.
Afectada por la sequía y el calor, Australia ve consumirse sus bosques por los incendios que también queman viviendas y otras instalaciones y tiene a la capital, Canberra, cubierta de una densa capa de humo y cenizas.
La magnitud de las llamas ha obligado a la movilización masiva de bomberos. Se tra-ta, según informes oficiales, de uno de los peores incendios de la última década en el país.
El pronóstico para los próximos días no puede ser peor: se prevé la entrada de viento seco del noroeste y un aumento progresivo de las temperaturas.
Tras arrasar cerca de 200 000 hectáreas en ocho días, 66 fuegos continúan activos, 24 de ellos fuera de control en Australia.
Mientras, el otro extremo climático se vive en Estados Unidos, donde una gran tormenta invernal estrena los primeros días del nuevo año, afectando a 22 estados y más de 100 millones de personas.
De acuerdo con despachos de la agencia AP, había al menos 16 fallecidos a causa de las bajas temperaturas.
En Gran Bretaña las áreas más vulnerables son las de los condados ingleses de Cornualles, Devon y Dorset.
En Nueva York, las oficinas de las Naciones Unidas y los tribunales federales tuvieron que ser cerrados; así como escuelas y otros centros de trabajo.
Las mediciones revelan vientos helados superiores a los 50 kilómetros por hora, temperaturas de hasta 20 grados bajo cero y una sensación térmica que podría llegar a -40° Celsius.
Como promedio, los días de mayor afectación reportaban la suspensión de no menos de 2 200 vuelos, de acuerdo con datos del sistema de seguimiento de viajes aéreos FlightAware.
En Sudamérica, Argentina aún vive momentos de tensión climática debido a una tormenta de vientos superiores a los 100 kilómetros por hora, causante de grandes daños y cortes de servicios de luz y agua en la provincia de Buenos Aires.
Después de una histórica ola de calor, la más duradera en 107 años, las autoridades argentinas emitieron un alerta por tormentas intensas para el centro y norte del país, donde las temperaturas cayeron más de diez grados en una semana.
Los europeos, en especial ingleses y franceses, tuvieron una navidad, fin de año y comienzo del 2014, afectados por torrenciales aguaceros y vientos huracanados que aún persisten.
Se reportaba que más de 240 000 franceses estaban sin luz eléctrica, así como 100 000 ingleses y 90 000 españoles.
Los vientos en esta región del Viejo Continente han llegado hasta los 145 kilómetros por hora.
Cinco personas —incluyendo un hombre que intentó rescatar a su perro de un río— han muerto en Gran Bretaña durante los últimos tres días en accidentes relacionados a la ventisca y la lluvia.
Cientos de viajes de trenes han sido cancelados, dejando varados a decenas de miles de pasajeros que se proponían ir o venir a o desde Londres.
La situación antes descrita, ya sea en la lejana Australia, en países del Viejo Continente, en Argentina o en Estados Unidos, pudiera ser solo un alerta en un mundo donde los graves efectos del cambio climático pertenecen al presente, aunque la indiferencia de muchos estadistas del mundo rico quieran hacer creer lo contrario.