Cuando Luis Enrique Martínez es interrogado
sobre la mañana del lunes cinco de enero lo primero que se le viene a la mente
es “una especie de bandera con el eslogan de la Bogotá Humana a unos 80 metros
del cuerpo de mi hijo”. Así encontró a Gerson Jair Martínez; en los cerros surorientales de Zuque, detrás del barrio Ciudadela Santa Rosa, ubicado en
la localidad de San Cristóbal. La incertidumbre sobre la muerte de Martínez,
artista de 29 años, se ha agudizado en los últimos días: “No sabemos qué hacer
para que no quede impune. Nosotros vimos que tenía dos perforaciones de bala, y
los agentes del
CTI decían que había muerto desnucado”,
dice su padre.
La muerte de Martínez está en la mira de diferentes
organizaciones sociales. Fue uno de los líderes del movimiento de hip hop
Pazur, representante del graffiti en la localidad de San Cristóbal y
simpatizante de la administración de Gustavo Petro. En la mañana de este
miércoles los familiares de Gerson Martínez explicaron el caso: “La Fiscalía aún no ha
interrogado a los testigos. Cuando mataron a Gerson, tres amigos más estaban con
él, uno fue herido y está en el Hospital La Victoria. Ellos están dispuestos a
hablar para que la Fiscalía realice retratos hablados”, sostiene Oralia
Martínez, tía de la víctima. Aunque admite, sin embargo, que “lo que más me
preocupa es que no se reportaron,
oficialmente, asesinatos en San Cristóbal durante el fin de semana
pasado”.
El secretario general del Comité Permanente por la Defensa de
los Derechos Humanos (CPDH), Diego Martínez, le dijo a este diario que “hasta el
momento nos preocupa que la escena del crimen haya sido modificada o alterada.
No se han desarrollado las suficientes acciones para individualizar a los
responsables. La Policía no quiso acceder al lugar en donde se encontraba el
cuerpo de Gerson Martínez. Esperamos que la Fiscalía contacte a los tres jóvenes
que sobrevivieron y que quieren colaborar con la investigación”. Al cierre de
esta edición, la familia Martínez no había recibido el cuerpo de Martínez por
parte de del Instituto Nacional de Medicina Legal.
El Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos
(CPDH) también considera que el sector en donde se presentó el asesinato es un
lugar “en donde se presentan asesinatos con frecuencia. Han aparecido cadáveres
de niñas violadas que son reportados como crímenes pasionales. El año pasado
encontraron a una niña con su rostro quemado y sus manos mutiladas. Nos
preguntamos por qué las autoridades no han registrado estos hechos. Es necesario
investigar de manera urgente los graves hechos conocidos como de “limpieza
social”, protagonizados en su mayoría por grupos de mal llamada limpieza, que
hacen presencia en la ciudad”, dice el secretario general de la entidad. No es
un secreto para los habitantes de San Cristóbal que en Ciudadela Santa Rosa
viven desmovilizados de los paramilitares de las Auc, de las Farc y del
Eln, desde hace
ocho años, cuando se implementó la Ley de Justicia y Paz.
Aunque la Fiscalía no se ha pronunciado sobre la muerte de
Gerson Jair Martínez, la familia considera que no se trató de un atraco:
“Nosotros descartamos cualquier robo porque en el lugar encontramos la billetera
con plata, la cámara digital que él tenía, y el celular”, dice el padre de la
víctima. El colectivo Hip Hop Pazur, a través de un comunicado, expresó que “
’Totti-beat’ (como era conocido Martínez) nunca fue un criminal, no usaba armas,
no traficaba, no mataba, era un hip hopper que trabajaba y respondía por una
familia. La muerte no ha sido por vendettas o ajuste de cuentas. Negamos
rotundamente cualquier hecho incriminatorio a su memoria”.
La presencia de Gerson Martínez en los cerros surorientales
de Zuque, según Freddy Gallego, uno de los miembros de Pazur, se debe a “que es
un sitio sagrado y ancestral. Aunque es un territorio caliente, es una versión
pequeña de Colombia y sus conflictos. Ese día estaban tres ‘parceros’, cuando
llegaron cinco hombres encapuchados que estaban armados. En ningún momento
hubo un enfrentamiento. Además, ellos no estaban consumiendo licor”. Tanto
Gallego como los familiares se preguntan por qué el levantamiento del cuerpo se
realizó 24 horas después del asesinato. De hecho, durante el fin de semana la
Secretaría de Gobierno no recibió ningún reporte de las autoridades de San
Cristóbal en relación al caso. Solo hasta el lunes.
No era la primera vez que Martínez subía a los cerros de San
Cristóbal: “Trabajó buena parte de su vida desde la localidad. Tenía la
costumbre de subir a la montaña a comienzo de año con sus amigos, como si fuera
un ritual. Quizá fue víctima del paramilitarismo que rodea esa zona. Es la
primera muerte violenta que tenemos en la familia. Insistimos en que no era un
robo y tenemos las pertenencias para demostrarlo”, dice Brayan Paipa, primo de
Gerson. Para los testigos queda otro interrogante: “¿Por qué apareció una
bandera de la Bogotá Humana en el lugar del crimen?”.