El problema básico y fundamental
10 de mayo de1929
Estimado camarada(..)
Trataré una vez más de expresarme brevemente y con toda franqueza, (...). Debo decir que usted se empeña en soslayar todas las cuestiones de principios, tanto en los problemas sociales como en los fundamentales, y que centra su atención en los asuntos de índole psicológica y personal.(...).(...). Sus observaciones me autorizan a responderle con toda franqueza. Usted reemplaza, o propone remplazar, para la selección de los individuos, los criterios políticos estrictos por las cualidades y el talento personal. En todos sus juicios hace abstracción de las tendencias políticas fundamentales, es decir, de los alineamientos sociales latentes, para remplazarlos con la evaluación cualitativa de las personas, grupos, medios y recursos en cuestión. Eso no conduce ni puede conducir a ninguna parte. (....) estoy seguro de que usted exagera, porque cuando uno se aparta de la línea política fatalmente se le distorsiona el sentido de la proporción. De hecho, usted se apartó de la línea política. Nadie puede retornar, y usted menos que nadie. Si no le hubiera ocurrido nada importante, me habría bastado con leer apenas diez líneas de su carta para determinar su posición política. Los políticos que se apoyan en la madurez y la experiencia y saben lo que quieren se entienden con pocas palabras. Tienen claro si están en el mismo bando o en campos enemigos. Pero usted soslaya todas las cuestiones que constituyen el punto de partida. ¿Acaso teme instintivamente a que se descubra su talón de Aquiles, es decir, que usted no tiene línea política? (...) Usted ataca a quienes comparten mis ideas porque son demasiado dóciles o no son lo suficientemente independientes, o por otras fallas reales o ficticias, pero siempre personales o psicológicas. La línea política queda fuera de su campo visual. Incluso en una carta personal sólo habla de las “contradicciones” . Tanto las personas que comparten las ideas de uno como las que uno combate pueden tener tal o cual contradicción. Antes de hablar de contradicciones es necesario determinar - en base a hechos esenciales - a qué bando pertenece , al de nuestros amigos o al de nuestros enemigos. Usted elude este problema básico y fundamental. ¿Por qué? Porque usted mismo todavía no ha decidido en qué bando está.
Estos indicios son sumamente alarmantes. Usted escogió un camino que conduce hacia la derecha.
No sé hasta qué punto este proceso lo afectó, mejor dicho, prefiero no decirlo. ¿Hay que considerarlo un caso perdido? Este es el único motivo de mi carta. Sin la menor ironía - por el contrario, con toda la seriedad que la gravedad de la situación requiere- le devuelvo su consejo: tómese su tiempo. No adopte una decisión apresurada antes de examinar cuidadosamente sus pensamientos. No se apure a enviar a la imprenta cada fase transitoria de su pensamiento actual. No se apresure hoy a aferrarse a un pequeño error, sólo para descubrir que mañana lo apoya con mayor firmeza, cometiendo así un error más grande, que puede resultar irreparable.
(...).