Baltasar Garzón reprocha a Zapatero que su Gobierno no esclareciera los crímenes de Franco
Antonio Avendaño
/ Sevilla
/ 13 ene 2014
Garzón y Zapatero junto a María José Fariñas, catedrática de Filosofía del Derecho. // EFE
El exjuez está a favor y el expresidente está en contra. Baltasar
Garzón y José Luis Rodríguez Zapatero han polemizado hoy en Sevilla
sobre la conveniencia o no de crear una Comisión de la Verdad, al estilo
de las creadas en algunos países latinoamericanos, para esclarecer los
crímenes del franquismo y la Guerra Civil. “La Comisión de la Verdad es una necesidad y una terapia democrática”,
ha argumentado Baltasar Garzón, a lo que el expresidente replicaba que
el consenso alcanzado en la Transición consistió en que no se intentara
buscar una verdad “judicial” o “institucional”. “Ese fue el gran acuerdo
social”, según Zapatero.
Garzón le repochó a Zapatero que su Gobierno no esclareciera los
crímenes del franquismo. “El esfuerzo de tu Gobierno también hay que
dejarlo anotado, pero no ha habido verdad, y esta verdad es necesaria “,
porque, aludiendo a palabras de Mandela, “un pueblo que no es capaz de
reconocer lo que ha sufrido está condenado a repetir los mismo hechos”.
Las palabras de ambos han tenido lugar en un coloquio celebrado al
término de la conferencia inaugural del expresidente en el máster
internacional sobre “Transiciones democráticas y calidad de la
democracia”, organizada por las universidades Pablo de Olavide e
Internacional de Andalucía y en el que también participan representantes
del Gobierno de Brasil.
Preguntado el expresidente por uno de los asistentes sobre si
era posible en España crear una Comisión de la Verdad, Zapatero apenas
se pensaba la respuesta: “No”, le espetó a su interlocutor.
Quien fuera promotor de la Ley de Memoria Histórica apeló a la
“templanza” para justificar su negativa, que vinculó con la importancia
de restaurar el consenso en estos asuntos.
Baltasar Garzón, que intervendrá en una mesa redonda mañana en este
mismo seminario, estaba hoy entre el público y, para sorpresa del propio
expresidente, tomó la palabra cuando el acto estaba a punto de concluir
y dijo que “un pueblo que no es capaz de reconocer lo que ha sufrido está condenado a volver a sufrir los mismos hechos”.
Con anterioridad al intercambio de opiniones entre ambos, el
expresidente hizo durante una hora una detallada exposición del proceso
que condujo a la aprobación de la Ley de Memoria Histórica, cuya
necesidad no se sintió, dijo, durante los años de la Transición, pero
que empezó a ser evidente tras los movimientos memorialistas de la
década de 2000. “El derecho a recuperar los restos de los familiares es
fundamental”, subrayó, sin entrar en otras consideraciones, como si
debía ser el Estado, en vez de las familias, quien asumiera directamente
las exhumaciones, como vienen pidiendo muchas asociaciones de memoria y
como prevé la Junta de Andalucía incluir en la ley que está ultimando.
Zapatero durante su conferencia celebrada en la Pablo de Olavide. // LAURA LEÓN
REPARACIÓN ECONÓMICA
El expresidente defendió con vehemencia el legado de la Transición,
de la que destacó el amplísimo consenso político que a su vez respondía
al amplísimo consenso que había en la sociedad, y con el que también
habrían estado de acuerdo, dijo, quienes participaron y fueron víctimas
de la guerra. Según su visión, hasta los años 2000 “no hubo flecos pendientes” sobre el modo en que se hizo la Transición.
“Hasta ese momento todas las iniciativas gubernamentales, y fueron
muchas, iban dirigidas a la reparación económica de las víctimas y sus
familiares. Hubo -recordó- más de medio millón de prestaciones de
reparación, como pensiones de viudedad y otras ayudas”. Sería más tarde
cuando llegarían con fuerza las exigencias de una reparación simbólica y
política.
Ante quienes ahora se muestran muy críticos con la Transición el
expresidente recordó que el proceso llegó a tener “el reconocimiento
unánime” en Europa, en Latinoamérica o en la propia España. “Hasta hace diez o doce años la Transición se consideraba incuestionable”, recalcó. También defendió la Ley de Aministía, “aporbada por el 90% del Parlamento español; el 10% que no la votó era Alianza Popular”.
Por lo demás el líder socialista se mostró orgulloso de haber
atendido, a través de la Ley de Memoria Histórica, las reclamaciones de
los 300.000 nietos de los exiliados, a quienes se otorgó la nacionalidad
española, o el reconocimiento de los más de 5.000 españoles muertos en
los campos nazis de concentración.