Un luchador. Eso es lo que siempre ha caracterizado a Gustavo Petro, el alcalde de Bogotá que el lunes recibió uno de los golpes más fuertes de su carrera política: la ratificación de destitución de su cargo en la Alcaldía.
Tanto en su fulgurante carrera política como en su paso por la guerrilla del M-19, tanto en lo personal como en lo público, Gustavo Francisco Petro Urrego ha demostrado una férrea decisión por sacar adelante sus planes y convicciones.
Tanto desde que fue concejal en Zipaquirá cuando fundó un barrio para favorecer a los más pobres de ese municipio, como cuando decidió fundar diferentes movimientos y partidos políticos (AD-M19, Vía Alterna, Polo Democrático y Progresistas) lideró grandes grupos de simpatizantes que veían como sus palabras construían un discurso diferente al de la clase política tradicional.
Desde la Cámara, el Senado y la Alcaldía siempre defendió los intereses de las clases bajas buscando darles educación, trabajo o educación, o simplemente tratando de que los corruptos no se apropiaran de los dineros públicos.
Éste último aspecto se puso de presente durante sus ya famosos debates de control político y el develamiento de casos como el carrusel de la contratación de Bogotá, el mayor escándalo de corrupción en la administración pública de los últimos años.
Cuando se vinculó al M-19, convencido de que la política necesitaba un cambio, también tuvo el valor de acompañar la opción pacífica que llevó a la desmovilización de ese grupo para vincularse a la creación de una nueva constitución en 1991.
Y así mismo, cuando decidió ir en contra de lo que muchos consideraron un exabrupto: cambiar el esquema de contratación de aseo en Bogotá en donde cuatro grandes conglomerados económicos se nutrían del costoso servicio que pagaban todos los ciudadanos.
En todos esos momentos, Petro demostró ser un luchador, empecinado en sacar adelante sus ideas.
Un economista interesado en la política
Gustavo Petro se graduó de economista en la Universidad Externado de Colombia. Durante su proceso de formación siempre obtuvo las mejores calificaciones y eso lo llevó a obtener una beca para cursar su carrera profesional. Luego fue personero, concejal, representante a la Cámara, senador y, finalmente, alcalde de Bogotá. Siempre pensó en la votación y las palabras democracia, justicia y voluntad popular aparecen en sus discursos recurrentemente. Siempre tuvo una vocación de poder que siempre estuvo acompañada del convencimiento que el beneficio debe ser para las mayorías.
Su pelea contra los corruptos
Durante su carrera política, Gustavo Petro ha tenido unas líneas claras de acción: la lucha contra la corrupción, el desmantelamiento del paramilitarismo, la inclusión de las clases menos favorecidas en los beneficios del Estado y el fortalecimiento de la nación como territorio incluyente y equitativo.
Ello lo ha llevado a fuertes enfrentamientos con políticos, paramilitares y sectarios que han manejado, desde cada una de sus realidades, un país fragmentado.
Dichas luchas le han merecido ‘chuzadas’ por parte de organismos del Estado de manera ilegal, ataques verbales y jurídicos, y hasta desestimación de su accionar político.
Por Petro se conocieron el carrusel de la contratación, las chuzadas del DAS en el gobierno de Álvaro Uribe, la parapolítica que vinculó a políticos con paramilitares y que ha llevado a muchos de ellos a prisión, y la vinculación de agentes del Estado con miembros de grupos armados al margen de la ley para despojar a los campesinos de sus tierras.
Así mismo, se conocieron acciones que, desde la legalidad, intentaron favorecer a conglomerados económicos en contra de los intereses campesinos, como Agroingreso Seguro y la vinculación de la mafia con la clase política tradicional, entre muchos otros.
REDACCIÓN