Continuando con la divulgación de la posición del Partido del Trabajo de Albania sobre las contradicciones y la lucha de clases en el socialismo, presentamos a continuación una de las ponencias presentadas en la Conferencia Científica sobre el pensamiento marxista-leninista del PTA y del camarada Enver Hoxha, realizado en Tirana en octubre de 1983.
SOBRE LA DICTADURA DEL PROLETARIADO Y LA LUCHA DE CLASES EN ALBANIA
Prof. JORGJI SOTA
Prof. JORGJI SOTA
(1983)
Aplicando de manera creadora los principios fundamentales del marxismo-leninismo y haciendo un balance de la rica experiencia de nuestra propia práctica y del movimiento revolucionario internacional, el PTA y el camarada Enver Hoxha también han resuelto, al igual que para los otros problemas del socialismo científico, una serie de problemas de capital importancia que se encuentran en la base de la doctrina marxista-leninista de la dictadura del proletariado y la lucha de clases. El valor generalizador de estos problemas consiste no sólo en la defensa, argumentación y profundización de las tesis e ideas que los clásicos del marxismo-leninismo pusieron en la base de su trabajo, sino también en su aplicación concreta en la vida de nuestro país. La práctica de Albania socialista es una confirmación plena del pensamiento teórico del PTA y un ejemplo brillante de la lógica marxista-leninista con la que ha analizado los problemas, situaciones, factores objetivos y subjetivos, y la dialéctica de nuestro desarrollo social.
Asimismo, es un mérito del PTA y del camarada Enver Hoxha haber planteado, con madurez marxista-leninista, coraje revolucionario y capacidad creadora, el problema de la cognición y el balance del proceso regresivo que tuvo lugar en la Unión Soviética y en algunos otros países, a partir del cual el Partido llegó a la conclusión de que la dictadura del proletariado puede establecerse como resultado de la revolución socialista, pero también puede degenerar y posteriormente ser liquidada a través del revisionismo, el arma principal de la contrarrevolución pacífica. Sin embargo, la experiencia de Albania socialista demuestra que la degeneración de la dictadura del proletariado y la restauración del capitalismo no están decretadas por el destino. Si se defienden y aplican consecuentemente las enseñanzas del marxismo-leninismo, la causa del socialismo se hace invencible y la dictadura del proletariado puede resistir todas las tormentas.
I. El PTA sobre la indispensabilidad y las formas de fortalecer la dictadura del proletariado durante todo el período histórico hasta el comunismo
Considerando el problema del poder del Estado como el problema fundamental de la revolución, nuestro Partido desde su creación prestó especial atención –y realizó una nueva contribución teórica y práctica– a la solución de este problema en el camino revolucionario y de conformidad con las condiciones concretas de nuestro país.
En su contenido y organización, el poder estatal revolucionario en nuestro país siguió el ejemplo de la Comuna de París y de los Soviets, pero también tuvo un sello original que surgió del carácter democrático y antiimperialista de la revolución y de la función particular de los consejos de liberación nacional como órganos de la unión y lucha del pueblo y como órganos del poder del Estado democrático popular. Una peculiaridad de este poder del Estado fue que, en su carácter y esencia, no representó simplemente una dictadura democrática de las fuerzas revolucionarias, sino también un poder estatal que era la dictadura del proletariado en embrión.
Los profundos procesos socio-políticos revolucionarios que tuvieron lugar en nuestro país durante la Lucha de Liberación Nacional y que condujeron a una profunda diferenciación política y de clase entre el pueblo y las clases explotadoras, a la destrucción completa y definitiva del poder político y las organizaciones reaccionarias de estas clases, también crearon las premisas objetivas para que el nuevo poder del Estado democrático realice las funciones de la dictadura del proletariado, inmediatamente después de la liberación del país. La línea política correcta del PCA fue el factor subjetivo decisivo en este campo. El Partido no sólo supo cómo explotar estas premisas a favor de la revolución, sino que además, como la única fuerza dirigente y organizador directo de la Lucha de Liberación Nacional, nunca aceptó compartir su dirección con ninguna otra organización o elementos de la burguesía, y luchó resueltamente contra la presión y los intentos de la reacción interna e internacional, en especial de la reacción anglo-americana, que intentó reponer en el poder a los representantes de los terratenientes reaccionarios y burgueses.
La originalidad de la creación y del desarrollo del poder estatal revolucionario en nuestro país, en comparación con algunos países de Europa oriental y sudoriental, reside en que nuestro Estado, surgido de la revolución popular, fue desde el principio una dictadura del proletariado, pero realizada bajo una nueva forma política –la democracia popular–, cuya descubrimiento marcó una nueva contribución a la teoría y la práctica de la dictadura del proletariado.
El hecho de que el poder del Estado de democracia popular ya en la Lucha de Liberación Nacional descansara sobre una amplia base social, que incluía en su estructura a la alianza de la clase obrera con el campesinado y otras fuerzas patrióticas y democráticas del país, una estructura condicionada por la amplia plataforma política de esta lucha, por el carácter democrático y antiimperialista de la revolución, representa otra importante peculiaridad de la dictadura del proletariado en nuestro país. La experiencia de nuestro país demuestra que el grado de fuerza y solidez de la dictadura del proletariado en los países en los que el campesinado constituye una considerable masa popular depende de la solidez y el fortalecimiento constante de la alianza de la clase obrera con el campesinado. Las profundas transformaciones revolucionarias de carácter socialista que se llevaron a cabo en nuestro campo, gracias a la línea y política correctas del Partido, tienen –debido a la alianza de la clase obrera con el campesinado que se ha convertido en una clase socialista– un nuevo contenido que ha conducido a un nuevo fortalecimiento cualitativo de la base social de la dictadura del proletariado.
Sin embargo, además de esta alianza, que se encuentra en la base de nuestro Estado socialista, la dictadura del proletariado con nosotros tiene una base más amplia, la unidad del pueblo como una poderosa fuerza motriz, que ha ido en constante ampliación y fortalecimiento, paralelo con los cambios esenciales de carácter socio- económicos e ideo-políticos que han tenido lugar en la base y en la superestructura de la sociedad, especialmente con la transición a la completa construcción de la sociedad socialista. Desde este punto de vista, la polémica de nuestro Partido contra las teorizaciones y prácticas de los revisionistas chinos que, además de distorsionar el carácter de clase de la dictadura del proletariado, le atribuyen base ajena y antisocialista, que incluye también a la burguesía nacional, es de particular importancia de principios.
El PTA ha defendido y desarrollado aún más el concepto marxista-leninista del sistema político de la dictadura del proletariado. Especialmente, es de gran valor generalizador su experiencia en la creación de un concepto más amplio y completo del papel del Partido en el sistema de la dictadura del proletariado, como la única fuerza política del Estado y de la sociedad. El hecho de que en este sistema el Partido de la clase obrera se encuentre en la parte superior de la pirámide, como una afirmación concreta del principio de que sin su directa, única e indivisible dirección no hay ni puede haber dictadura del proletariado, no sólo representa una ley fundamental y una exigencia del marxismo-leninismo, sino también la garantía fundamental del contenido de clase de todo el sistema de la dictadura del proletariado y de la existencia misma de la democracia en el Estado socialista.
Las teorizaciones de los revisionistas yugoslavos que conciben al Partido como un «factor meramente ideológico» y no como un «factor del Estado», bajo el pretexto de que de otro modo se negaría el papel decisivo de las masas de productores y se burocratizaría el partido, o las teorizaciones de los revisionistas soviéticos que declaran que en las condiciones del «socialismo desarrollado» el partido pierde su carácter de clase y se transforma en un «partido de todo el pueblo», no son otra cosa que ataques desde posiciones anarcosindicalistas y antimarxistas sobre el papel dirigente del partido del proletariado en la sociedad socialista, e intentos de justificar la liquidación de la dictadura del proletariado.
Nuestro Partido ha refutado el concepto burgués-revisionista del llamado «pluralismo político» en las condiciones del socialismo, que predican los partidos revisionistas de Occidente frente a la tesis «stalinista» del partido «único», bajo el pretexto de que supuestamente está en contradicción con la democracia socialista, etc. Al exponer la falsedad de esta teoría, el camarada Enver Hoxha considera que la existencia durante un largo tiempo de otros partidos políticos en el sistema de la dictadura del proletariado es un despropósito, es absurdo y es oportunismo, sobre todo después de la construcción de la base económica del socialismo, debido a que tal cosa sólo serviría al enemigo, a los representantes de las clases explotadoras o sus remanentes, sería compartir el poder del Estado con ellos y promover la degeneración y la liquidación de la dictadura del proletariado.
En el pensamiento teórico de nuestro Partido se destaca la profunda argumentación científica de la relación orgánica existente entre la dictadura y la democracia, y la defensa de esta relación en la lucha ideológica actual. Al afirmar esta unidad dialéctica, nuestro Partido señala que el fortalecimiento de la dictadura del proletariado no puede concebirse sin una verdadera democracia para las masas, así como la ampliación de la democracia socialista no puede concebirse sin el fortalecimiento de la dictadura del proletariado. El Partido considera que la profundización de la democracia socialista es una condición política fundamental para la realización de las tareas de la dictadura del proletariado, es la vía general para su defensa y fortalecimiento permanente; y considera que la amplia participación de las masas en el gobierno del país es la dirección fundamental de la democracia, uno de los factores más importantes para la defensa de nuestro Estado y nuestra sociedad contra la amenaza de la degeneración burguesa-revisionista.
Adhiriéndose a estos principios, nuestro Partido ha rechazado las posiciones revisionistas que establecen una brecha entre la dictadura y la democracia bajo el pretexto de que no puede haber democracia sin acabar con la dictadura del proletariado. Los revisionistas yugoslavos, por su parte, consideran la extinción del Estado socialista como la vía principal para el desarrollo de la llamada «democracia directa», mientras que los revisionistas soviéticos consideran que la liquidación de la dictadura del proletariado es una condición sine qua non para el desarrollo de la democracia socialista. Sin embargo, el debilitamiento y, luego, la liquidación de la dictadura del proletariado en la Unión Soviética y en otros antiguos países socialistas llevaron no a la consolidación sino a la liquidación de la democracia socialista.
El desarrollo y la ampliación de la democracia socialista, la participación cada vez más activa de las masas en el gobierno del país, no excluye el uso de la fuerza por parte del Estado de dictadura del proletariado contra los enemigos del socialismo. El Partido y el camarada Enver Hoxha han señalado la necesidad absoluta de esta función –junto con otras funciones– de la dictadura del proletariado también después de la liquidación de las clases explotadoras. A pesar de las limitaciones a que está sujeta, y esto es obvio, esta función no desaparece sino que perdura durante todo el período de transición al comunismo, no sólo para acabar con la resistencia de los remanentes de las clases explotadoras y cualquier otra actividad hostil de los enemigos externos e internos, sino también para combatir a la nueva burguesía y a los elementos antisocialistas que surgen en el proceso de la lucha de clases dentro del país. Esta función se vuelve aún más importante en las condiciones de la inmensa, brutal y absoluta presión del mundo capitalista-revisionista que nos rodea.
Los vínculos y condicionamientos mutuos entre la dictadura y la democracia tienen su expresión concreta en la aplicación del principio del centralismo democrático. Nuestro Partido ha dedicado especial atención a la comprensión y a la aplicación correcta de este principio, no sólo porque es el principio fundamental de la construcción y el funcionamiento del Estado socialista y del mecanismo social, sino también para evitar cualquier malentendido y distorsión que pueda surgir en la relación entre el centralismo y la democracia. La vida ha demostrado que cualquier absolutización del centralismo y la infravaloración de la democracia conduce al centralismo burocrático, al sectarismo y al aventurerismo político, como sucedió en la Unión Soviética, donde los revisionistas establecieron su dictadura burocrática como un arma para ejercer la dominación de la nueva clase burguesa sobre las masas. Cualquier absolutización de la democracia y la infravaloración del centralismo conducen al oportunismo y el liberalismo anarcosindicalista, a la desintegración y a la degeneración de la dictadura del proletariado. El ejemplo de la llamada autogestión de los trabajadores y la «democracia directa de las masas », que predican los revisionistas yugoslavos, muestra a lo que conduce el abandono del centralismo proletario.
La implementación de la línea de masas y sus muchas iniciativas y movimientos en diversos campos de la actividad social han servido y continúan sirviendo, no sólo como un método revolucionario activo para la aplicación y la verificación práctica de la línea política del Partido, sino también como una condición indispensable para que el proceso de construcción socialista no sea transformado en un proceso burocrático-administrativo, y para que sea siempre la obra viva y consciente de la creatividad de las masas dirigidas por el Partido.
Un gran mérito del PTA y del camarada Enver Hoxha consiste en que, al definir a la lucha contra el liberalismo y el burocratismo como «una de las direcciones más importantes de la lucha de clases», han realizado una contribución importante a la comprensión de su esencia y de las causas objetivas y subjetivas de su aparición, de sus raíces gnoseológicas y de clase como concepciones del mundo y métodos, como formas idealistas y reaccionarias de pensar y actuar que están en flagrante contradicción con los intereses del pueblo y con la naturaleza y la misión histórica de la dictadura del proletariado.
El PTA no ha permitido la creación de una brecha entre la aceptación en teoría del peligro del burocratismo y el liberalismo y la lucha práctica contra ellos. El objetivo principal de esta lucha ha sido y sigue siendo el establecimiento de relaciones correctas entre los cuadros y las masas; la colocación del pueblo, y especialmente los cuadros, en condiciones de evitar su degeneración; la adopción de medidas prácticas para evitar la fosilización del Partido, los cuadros y la administración del Estado, de tal manera que el poder del Estado no sólo gane mayor capacidad de gestión y dirección, sino que, sacudiéndose el polvo del liberalismo y del burocratismo, se acerque cada vez más a las masas, se coloque bajo su control total, sin permitir la apatía, la indiferencia, los viejos conceptos y prejuicios sobre el Estado, el personal de la administración del Estado y su capacidad para echar raíces entre las masas. La definición de la posición de los cuadros no sólo desde arriba sino también desde abajo, la elevación a norma general de su rendición de cuentas y la colocación de toda su actividad bajo el control riguroso de la clase obrera y las masas, la reducción de la diferencia entre los salarios más bajos y los más altos, la participación sistemática de los cuadros en el trabajo de producción junto a las masas, su rotación desde el centro hacia la base y desde la base hacia el centro, la abolición de los rangos militares, etc., todo esto habla de una nueva experiencia histórica que ya se ha afirmado entre nosotros y que enriquece la teoría y la práctica del socialismo científico.
Las enseñanzas del camarada Enver Hoxha sobre el control ejercido por las masas desde abajo y, en primer lugar, del control directo de los obreros y campesinos, constituyen una contribución a la teoría y la práctica del socialismo científico para el desarrollo de la democracia socialista y la defensa de la dictadura del proletariado. El Partido ha exigido y exige que este control sea entendido ideológica y políticamente, no sólo como una ley objetiva y un principio de nuestra vida social y estatal, como una expresión viva de la democracia socialista en acción y un método revolucionario activo para llevar a cabo la aplicación de las decisiones y directivas del Partido hasta el final, sino también como un medio eficaz para oponerse al burocratismo y al liberalismo, y como una de las principales garantías para alejar el peligro del revisionismo y el retorno al capitalismo.
El PTA defiende y desarrolla aún más la tesis marxista-leninista según la cual la dictadura del proletariado es el más elevado y último tipo de Estado en la historia de la humanidad. Mediante el balance de la experiencia positiva de la dictadura del proletariado, y también de la experiencia negativa de su degeneración revisionista en la Unión Soviética y en otros antiguos países socialistas, en el pensamiento teórico del PTA y del camarada Enver Hoxha se reafirma la conclusión científica marxista-leninista que dice que la cuestión del poder del Estado sigue siendo la cuestión fundamental de la revolución, no sólo en la lucha por la toma del poder e inmediatamente después de su captura, sino también cuando se lucha por su defensa y consolidación durante todo el período de la construcción del socialismo hasta el triunfo completo y definitivo del comunismo a nivel mundial.
La existencia y el fortalecimiento de la dictadura del proletariado durante este período histórico están vinculados con la existencia de las clases y de la lucha de clases en el país y en el plano internacional, con la existencia de la contradicción entre el camino socialista y la posibilidad de restaurar el capitalismo, y con la necesidad de su solución. Los revisionistas soviéticos tratan de justificar su teoría que sostiene que «la dictadura del proletariado deja de ser necesaria antes de que se extinga el Estado» y que la transición al comunismo no se logra mediante la dictadura del proletariado, sino a través del «Estado de todo el pueblo», un Estado que, según ellos, pierde su carácter de clase. Sin embargo, la tesis a la que recurren –con el fin de defender su teoría– que afirma que, con la desaparición de las clases explotadoras, el Estado socialista deja de ser un arma de dominación política de una clase sobre otra, no significa en lo más mínimo que la dominación de la clase obrera sobre los distintos enemigos del socialismo deja de existir, que su dirección sobre las otras clases de la sociedad socialista deja de existir, porque no hay un Estado por encima y fuera de las clases, porque no hay Estado sin clases. El «Estado de todo el pueblo» les sirve a los revisionistas soviéticos para justificar la liquidación de la dictadura del proletariado y su sustitución por el nuevo Estado burgués, porque, como subraya el camarada Enver Hoxha, el Estado de la Unión Soviética «...ya no es del pueblo, sino una dictadura de la nueva burguesía soviética» (Enver Hoxha, Informe ante el VIII Congreso del PTA, p. 241. ed. en inglés).
El camarada Enver Hoxha ha desenmascarado y expuesto la esencia antimarxista y anarcosindicalista de los conceptos de los revisionistas yugoslavos sobre el Estado socialista «autogestionario» como teoría y práctica del capitalismo. Ha refutado las posiciones que divorcian el socialismo y la noción de la dictadura del proletariado de la noción de Estado, y el absurdo anarquista de considerar el «dominio» de la clase obrera como un dominio que no debe tomar la forma de Estado, donde éste constituye sólo una de las llamadas fases por las que pasa el socialismo y la dictadura del proletariado – al principio como «socialismo de Estado» y «Estado burocrático» o «estatismo burocrático», y luego como «verdadero socialismo humano» y «democracia directa», etc. Independientemente de la demagogia sin escrúpulos a la que recurren los revisionistas yugoslavos, su sistema de «autogestión» y los órganos que han establecido para su realización no son otra cosa sino un intento de dividir a la clase obrera y enfrentar a sus diversos destacamentos unos contra otros, un gran engaño –como el camarada Enver Hoxha lo caracteriza– acerca de que la clase obrera está al mando, cuando en realidad sólo trabajan para la nueva burguesía de funcionarios, burócratas y otros que dirigen y gobiernan.
Del mismo modo, la teoría de los revisionistas chinos sobre «la continuación de la revolución en las condiciones de la dictadura del proletariado» predicada por Mao Tse-tung y sus seguidores, una teoría que se basa en la existencia de clases antagónicas hasta que se construya el comunismo, no es más que una justificación de la incorrecta línea oportunista seguida en China y que ha llevado no a la liquidación de las viejas clases explotadoras sino a la aparición de una nueva clase burguesa.
En cuanto a los eurocomunistas, ellos han abandonado el término «dictadura del proletariado», incluso formalmente, y publicitan la teoría de una democracia «socialista» plural, y de un Estado burgués «transformado» y «reformado» que se basa en el ejército, la policía y otros órganos de opresión burguesa, que supuestamente se democratizan, etc. Sin embargo, como el camarada Enver Hoxha señaló en su obra «Eurocomunismo es anticomunismo», afirmar que con tal Estado híbrido uno puede oponerse a los monopolios y abrir el camino a la democracia y a las transformaciones socialistas no sólo es un absurdo, sino también una completa distorsión ideológica y política que pretende condenar al proletariado y a las masas trabajadoras a la esclavitud perpetua.