Adela: a chancletazos con la burocracia
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Hace aproximadamente un año, los pobladores de Caibarien, un pueblito ubicado en la costa norte de la central provincia de Las Villas, daban la sorpresa a Cuba y al resto del mundo eligiendo a una transexual como representante municipal.
Los medios de prensa nacionales mantuvieron un pudoroso y homofóbico silencio mientras los corresponsales extranjeros convertíamos a la candidata recién electa en el centro de todas las notas sobre el proceso electoral cubano.
Sin embargo, para los habitantes de su barrio la elección era lógica porque Adela Hernández es, desde hace 29 años, líder barrial y además "soy enfermera con un postgrado de electrocardiograma y pertenezco al cuerpo de guardia" del hospital del pueblo.
Todos la conocen porque "me toca atender casos graves y trato de establecer una relación humana con los pacientes y sus familiares. Gracias a eso me ven como un ser humano también ellos a mí y se dan cuenta de que la preferencia sexual de cada uno no tiene importancia".
Pero la vida de Adela no fue un lecho de rosas, siendo apenas una adolecente su propio padre la denunció. "Él me acusó de maricón, razón por la cual fui a prisión. Allí pasé los peores momentos de mi vida". Pero lejos de quebrarse se hizo más fuerte.
Adela junto a Mariela, la hija del presidente Raul Castro, en una manifestación
de lucha contra la homofobia.
"Me tracé la meta de que nadie me pueda doblegar, que nadie pueda obligarme a hacer lo que yo no quiera. Yo soy un ser humano igual que cualquiera pero no me detengo frente a las dificultades, por el contrario, cada obstáculo me hace crecer y sentir más confianza en mí misma", nos dijo.
A pesar de semejante experiencia la delegada me explica que "nada pudo cambiar mis ideales. Ni los maltratos, ni los insultos, ni los golpes alteraron mis sentimientos hacia esta revolución. Yo no puedo seguir arrastrando rencores por mis sufrimientos porque todo país comete errores"
Y agrega que "Cuba los cometió con nosotros pero ha tenido la osadía de reconocerlo. Ahora yo tengo el derecho de escoger cómo voy a vivir, a tal punto que dentro de poco tiempo me darán un nuevo carnet de identidad donde se me reconoce mujer y estoy en proceso para ser operada".
Mientras espera que se reconozca su identidad sexual, atiende a más de 500 electores, tiene bajo su responsabilidad 2 bodegas en las que se venden los alimentos normados (subvencionados), una pescadería, un consultorio médico y 3 escuelas.
Nos cuenta que ha tenido bastante éxito en su trabajo municipal, "hicimos 7 gestiones ante los organismos del Estado y todas han sido respondidas positivamente". Es todo un récord porque por lo general nadie hace demasiado caso a los reclamos de los delegados.
Me explica Adela que ella no se conforma con soluciones formales. "Cuando un dirigente me da una respuesta que no me convence no la doy como válida, me piden que se las firme pero me niego porque si a mí no me convencen menos a mis electores".
Y los dirigentes locales ya la conocen. Saben que es capaz de apelar a cualquier nivel y en cualquier tono de voz. "Me da lo mismo ripiarme que quitarme la chancleta", frase cubana cuyo significado es que está dispuesta a pelear por sus electores donde sea y como sea.
La oficina de Adela es el portal de la casa donde está ubicado el teléfono
público del barrio.
Durante este año ha tenido que enfrentarse con los funcionarios de la compañía eléctrica para que alumbraran las calles y con los de recreación que cerraron un club gay "por órdenes de arriba". Ya el Paseo Martí tiene luz y la comunidad LGBT su espacio.
Pero nos cuenta que su mayor éxito fue convencer a una adolecente marginal para que regresara al hogar materno donde la atendían por un embarazo de riesgo. Dice Adela que esas cosas solo se logran cuando se habla con la gente con "paciencia y humanidad".
Su oficina es el portal de un vecino, su sillón un viejo banco de madera, como buró utiliza el quicio de la ventana y se comunica por el teléfono público. Pero eso no la asusta, Adela está acostumbrada a vivir con pocas comodidades, su propia casa es un rancho de un barrio marginal.
Hablando con los vecinos doy por descontado que será reelecta. Quienes tuvieron esperanzas de que no diera para el cargo se equivocaron.
Hoy algunos hablan incluso de potenciar su carrera política y ella asegura que aceptaría ser diputada "si el país me necesita y los cubanos me eligen".
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Fernando Ravsberg
BBC Mundo