ACERCA DE LAS TENDENCIAS Y LAS CONTRADICCIONES INTERNAS DEL PROCESO REVOLUCIONARIO
<
Es común que en los procesos revolucionarios, y dentro del sector revolucionario mismo, coexistan varias tendencias o corrientes, que en fin de cuentas, siempre se reducen a dos: un sector de tendencia moderada y otro de tendencia radical. Así lo podemos constatar a través de la historia. Si queremos, podemos tomar en consideración dos ejemplos emblemáticos, ya considerados clásicos dentro de los procesos revolucionarios: La Revolución Francesa y La Revolución Rusa.
En el primer ejemplo, nos encontramos con el caso de Los girondinos y los jacobinos, coincidentes en la lucha contra el “Ancien Régime”, o régimen de servidumbre feudal y de monarquía absoluta, por imponer los principios liberales, pero distanciados con respecto a sus intereses y los medios para lograr los objetivos propuestos; ambos pertenecientes a la burguesía, que era la clase revolucionaria de ese proceso, ubicado dentro del contexto de lo que históricamente se conoce con la denominación de “Las Revoluciones Burguesas”, que en su definición política se denomina "Revolución Liberal", periodo que abarca desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta la primera mitad del siglo XIX. Por un lado el sector de los girondinos, conformado por empresarios y grandes comerciantes (llamados así por provenir de una zona situada al sur de Francia, denominada Gironda) de línea moderada, que consideraban prudente hallar un acuerdo con la monarquía y la nobleza, limitando el poder real, pero sin permitir el derecho a voto a las clases populares. El otro sector era el de los jacobinos (nombre proveniente de sus reuniones en el convento de la Orden de los jacobinos), extremistas, duros y muy bien organizados, respaldados por el pueblo de París; integrado principalmente por profesionales y modestos propietarios que querían abolir definitivamente la monarquía y proclamar una República democrática, con derecho a voto universal, que incluía a las clases populares.
En el segundo ejemplo (la Revolución Rusa), estamos hablando de mencheviques (que significa minoritarios) y bolcheviques (mayoritarios). Los primeros, encabezados por Julius Martov, representaban la fracción moderada del movimiento revolucionario ruso, y consideraban que en Rusia debía cumplirse, en primer lugar, una revolución burguesa, antes de pasar al socialismo. En una línea socialdemócrata planteaban la instauración de una democracia representativa, desarrollando una estructura de producción capitalista. Recordemos que en Rusia, cuando estalló la revolución, en 1917, aún imperaba la monarquía y el régimen de servidumbre feudal. Frente a éstos, los bolcheviques, liderados por Lenin, consideraban por su parte que se podría acelerar la evolución histórica, permitiendo a Rusia el salto directo a una sociedad socialista.
Pues bien, en el PSUV, también vemos dos corrientes enfrentadas, una moderada, que considera conveniente conciliar, hasta cierto punto, con la burguesía capitalista e instalar un sistema híbrido, donde puedan coexistir el socialismo y el capitalismo, en una suerte de concordato, que aspira que la burguesía adquiera ciertos valores humanistas en su trato hacia el pueblo y los trabajadores. Se trata de una corriente variopinta donde convergen diferentes especies como el “chavismo sin Chávez”. “la boliburguesía”, “el chavismo Light”, “el chavismo pumalaca”, etc., etc., etc., de tendencia socialdemócrata. Enfrentada a ésta se encuentra una corriente radical, más homogénea, identificada con el marxismo y la construcción de un socialismo puro, sin conciliación ni concordato con la burguesía capitalista.
Lamentablemente, el sector moderado, proveniente fundamentalmente de los viejos partidos putrefactos de la Cuarta República AD y Copey, trae consigo un pesado lastre de vicios y malas mañas, que ha contaminado al proceso revolucionario; y lamentablemente también, ha accedido hábilmente a posiciones políticas estratégicas gracias a las mañas y astucias adquiridas en su militancia en las organizaciones políticas antes mencionadas. Es por ello que el avance y desarrollo del proceso revolucionario se ha visto frenado y obstaculizado enormemente, y hasta cierto punto, desviado de la ruta hacia el socialismo, como ha sucedido hasta ahora con todos los intentos revolucionarios de construcción del socialismo en el planeta.
De manera que la tarea por adecentar la revolución y depurarla de vicios y prácticas perversas es una tarea titánica, pero sin la cual, en el transcurrir de los años por venir, el desarrollo de los acontecimientos y las tendencias manifiestas nos llevarán de regreso al pasado; pero un pasado peor que el que conocimos con el nombre de "Pacto de Punto Fijo".
Así las cosas, ya hoy podemos vislumbrar en Venezuela, con un pequeño esfuerzo de abstracción, los indicios de lo que sería la composición de las fuerzas políticas que habrían de enfrentarse en un posible escenario político venezolano, al ser derrotada en su totalidad la oposición heredera del “puntofijismo” en un futuro, que esperamos no se encuentre muy lejano, según el propio proceso de descomposición y putrefacción que se ha venido desarrollando en los partidos políticos tradicionales desde comienzos de la última década del siglo XX.
El destino de la oposición tradicional en Venezuela, ese sector conocido con el remoquete de escuálidos, rémora de ese pasado ignominioso, es desaparecer definitivamente del escenario político venezolano. Esto no es nada del otro mundo, quienes conocen al menos un poco de la historia política de Venezuela saben que esas cosas suceden. Si quieren un ejemplo, revisen la historia y encontrarán, por ejemplo, en la segunda mitad del siglo XIX, el caso del Partido Liberal fundado por Antonio Leocadio Guzmán y el Partido Conservador de José Antonio Páez, que posteriormente desaparecieron dando paso a la conformación de nuevas fuerzas políticas y nuevos partidos, hoy llamados tradicionales (incluido el PCV) y que luego de la caída del régimen dictatorial de Marcos Pérez Jiménez, dieron paso a lo que se conoce como "Pacto de Punto Fijo" entre AD, Copei y URD.
Una vez desaparecidas las rémoras del puntofijismo, dos nuevas fuerzas políticas que han comenzado a configurarse en el horizonte dentro del proceso revolucionario mismo, es decir, dentro del chavismo, se disputarán la hegemonía política en Venezuela, representadas hoy por incipientes corrientes dentro del chavismo: un chavismo moderado, también conocido como “la derecha endógena” y un chavismo radical, que comienza a ser conocido como “la izquierda del chavismo”. Un destino que inexorablemente se proyecta, y cuyo advenimiento ni el mismo Comandante Chávez podrá conjurar.
Dentro del chavismo coexisten, como sabemos, diversos enfoques y, por ende, de tendencias políticas, desde el extremo más identificado con pensamientos liberal de derecha, siguiendo todo un abanico hasta lleger a los sectores de izquierda identificados con el marxismo. Una vez desaparecidos definitivamente AD, Copei y sus derivados, es decir, la oposición tradicional, los diversos factores dentro del chavísmo, engendrarán los nuevos partidos políticos que constituirán el también nuevo escenario político venezolano; escenario político, que una vez superado el trauma del odio inoculado artificial e intencionalmente contra la figura de Hugo Chávez en ese sector de la población venezolana conocido como escuálidos, pero que forman parte del mismo pueblo llano, éste encontrará su acomodo en los nuevos partidos políticos nacidos en el seno mismo del chavísmo.
Ahora bien, es posible predecir hoy mismo, cuando apenas comienzan a configurarse dichas fuerzas, cuál sería el futuro de la Revolución Bolivariana, dependiendo de la corriente que se haga finalmente con la hegemonía política. De ser la corriente moderada (derecha endógena), la cual aspira una política de conciliación y negociación con la burguesía, el proceso político venezolano, es decir, la Revolución Bolivariana, terminaría siendo conducido hacia los caminos del reformismo, consolidando lo que ya tenemos hoy, es decir, una socialdemocracia, en un supuesto proceso de cambios donde nada cambie, que podría desembocar finalmente de nuevo en un retorno al neoliberalismo y la pérdida de la escasa independencia y soberanía conquistada. Si por el contrario, se terminara imponiendo el sector de la izquierda del chavismo, se producirían profundas y radicales transformaciones sociales, políticas, económicas, ideológicas y culturales de carácter irreversible, cuyas repercusiones trascenderían las fronteras nacionales.