Autor: Danny Rubin y Harold Ramis (película “Groundhog Day”). Seguro que recordáis la película “Atrapado en el tiempo”. Protagonizada por Bill Murray, contaba la historia de un periodista –hombre del tiempo de una cadena de TV- obligado a vivir eternamente el mismo día: “El día de la marmota”. Una tradición estadounidense en la que en el pueblo de Punxstawnwey (Pennsylvania), una marmota predice por cuánto tiempo se va a prolongar más el invierno allí.
La película nos hace pensar en el tiempo y su fugacidad; aparte de que la historia tuviera una hermosa moraleja: hasta que el periodista no cambió su egoísta forma de ser y se entregó sinceramente al amor no logra salir de esa jornada eterna. Al hilo de la frase de hoy nos podríamos plantear: ¿qué pasaría si no hubiera un mañana?
Si ya sé que todos, sin excepción, pensamos que mañana amanecerá y nos levantaremos como siempre y tendremos a nuestro alcance esas maravillosas cosas que conforman nuestra rutina. Que veremos las caras de las personas que queremos e iremos a los sitios que nos entusiasman y comeremos en el restaurante aquél, con aquél amigo y veremos tal o cual programa de televisión y trabajaremos y soñaremos y reiremos y volveremos a apagar la luz por la noche, con la certeza de que al día siguiente habrá un nuevo día en el que volverá a amanecer y nosotros también estaremos en él. Pero, ¿y si no?
No pretendo desatar la angustia con la pregunta, ni que la reflexión desencadene el miedo al vacío, ni poner en mala disposición a nadie (este es un blog positivo y optimista), pero sí que la frase de hoy nos da de bruces con la realidad de un tiempo concreto, limitado y que, por lo tanto, se acaba.
“Por muy lentamente que os parezca que pasan las horas, os parecerán cortas si pensáis que nunca más han de volver a pasar.” (Aldous Huxley) A esto exactamente me refiero. Parece que disfrutamos de un tesoro inextinguible y, sobre todo, cuando somos jóvenes, pensamos que hay tantas horas por vivir que aunque se nos vayan cayendo por el camino los meses, o incluso los años, aún queda tiempo de sobra para recuperar todo lo que nos vamos perdiendo.
Yo pienso, como tú, que mañana hay un mañana y pasado otro, pero estaría bien que, tanto tú como yo, en algún momento y para tomar conciencia, parásemos y nos dijésemos que quizá no. Seguro que la inmensa tristeza que sentiríamos nos llevaría a cuidar cada minuto con la estima que merece y no con la indiferencia con la que habitualmente los dejamos pasar.
Reflexión final: Napoleón decía que era posible recuperar el terreno perdido... pero jamás el tiempo perdido.