"Ser de izquierda es ser bueno y ser de derecha es ser malo"

Esta idea falsa se ha instalado en nuestro sentido común de la manera más natural, como si fuera una verdad indudable, pero no resiste el análisis. Si miramos de cerca la situación encontramos todo tipo de objeciones, la más extrema de las cuales tiene que ver con descalificar los términos mismos de la proposición: ¿qué es ser de izquierda, qué es ser de derecha? El punto central de este análisis será la absurda creencia de que esta pregunta se responde diciendo: el de izquierda es bueno, el de derecha es malo.

- ¿Por qué se cree que ser de izquierda es ser bueno? Porque el izquierdista aparece generalmente profundamente conmovido por el dolor de los que sufren, al punto de hacer de ese dolor el centro de su acción humana. El izquierdista quiere ayudar. Pero, ¿entonces son de izquierda las asociaciones de señoras ricas que hacen beneficencia? Estas organizaciones generalmente incluso más efectivas que las manifestaciones de izquierda unida, ¿es más de izquierda entonces Caritas que Prensa Obrera? ¿Quiere ayudar, el izquierdista, o lo que quiere es dar forma a un sistema en el que las desigualdades no tengan oportunidad de producirse? Por donde llegamos a otro problema, aun más difícil, ¿acaso las desigualdades las inventa el sistema? Sabemos que no. Ciertos sistemas, o mejor dicho, ciertas leyes o medidas o políticas, pueden favorecer desigualdades extremas, promover un estado de pobreza general, pero el sistema que inventó la desigualdad y que se nutre de esa desigualdad se llama naturaleza, y nada puede hacerse en contra de él. ¿El izquierdista quiere entonces un sistema que no avale desigualdades exageradas? Es una buena meta para el diseño de un sistema político, pero la misma derecha podría avalarla sin por eso llegar a ser de izquierda. ¿Entonces qué son la izquierda y la derecha?

- El de izquierda es bueno porque no quiere vivir su vida salvándose él (o ella), sino que quiere, un poco cristianamente, establecer una unión con el prójimo de manera tal que solo acepta tener y disfrutar si el otro también tiene y disfruta. Esta posición, que parece buena e inobjetable, tiene una formulación extrema en la poesía de César Vallejo en la que dice que no podrá ser feliz mientras un niño muera de hambre. ¿Alguien puede decir algo en contra de una sensibilidad tal? Hay que ser un canalla para decir que está bien ser feliz mientras un niño muera de hambre, pero si somos honestos tenemos que reconocer que no hacemos otra cosa que intentar ser felices pese a que haya niños que mueran de hambre. ¿Está mal por nuestra parte? ¿Es por eso que somos de derecha? Lo único que puede decirse con certeza y sentido estratégico es que esa ausencia de felicidad que aparece como un aporte al problema en realidad profundiza el problema que se padece, mientras que el mismo niño que necesita asistencia se beneficiaría de una sociedad que cultivara su capacidad de sentir felicidad, y de producirla. La izquierda no cultiva la felicidad, porque siente que la situación es tremenda, pero ¿produce avances, propuestas, riqueza, beneficia a alguien? El de izquierda es bueno porque sufre, y porque al sufrir se hace conciente de las necesidades de los que tienen muchas necesidades (o no tienen más que eso), ¿es útil ese sufrimiento? ¿Es bueno? ¿Tiene realmente su causa en el padecimiento de la pobreza? Tenemos que reconocer por otra parte que la izquierda no se reconoce como un pensamiento capaz de muchas propuestas, siendo su característica más destacable la capacidad de hacer la crítica de toda posición que no sea la propia. En ese alto sentido crítico la izquierda se produce como un mecanismo parecido al de la inquisición, cultivando una pureza y un fanatismo peligros y esterilizantes.

- ¿Quién es el de derecha? Llegamos a uno de los puntos más difíciles de esta columna. Porque el de derecha no es Videla, Astiz, etc, esos son delincuentes, no derechistas. ¿Es Menem un hombre de derecha? La corrupción no es ser de derecha, eso es estar fuera de la ley. Podemos decir con claridad que nadie es de derecha, al menos en la Argentina, es decir, que nadie dice de sí mismo, con orgullo o como proponiendo un programa político: soy de derecha. La derecha siempre es una calificación que se da de otro. Se dice Macri es de derecha, López Murphy es de derecha, pero estos candidatos no se asumen como tales, ¿Porque no lo son o porque la derecha representa entre nosotros un cuco absoluto, siendo imposible para alguien ocupar tal posición en el espectro político, porque cualquiera que dijera "soy de derecha" produciría en la sociedad la misma reacción que si dijera "soy un ser despreciable e inmundo"? En los países en donde la derecha existe ésta se expresa a través de unas propuestas políticas que no tienen nada que ver con producir hechos de corrupción o hechos de violencia en contra de nadie. Nosotros ni sabemos qué es la derecha, porque hemos identificado ser de derecha con gobiernos nefastos y corruptos, que no eran gobiernos de derecha sino gobiernos delictivos.

- Retomemos la cuestión de qué es ser de derecha desde otro punto de vista ¿Qué quiere decir ser de derecha? La acepción más frecuente es "alguien malo", siendo esto comprendido como derivado de personas a las que no les importa el sufrimiento ajeno y que sólo piensan en sí mismas. Lo que hay que considerar, si queremos hacer las cosas más completas y más verdaderas, y aceptar la complejidad que la realidad vista de cerca suele tener, es que el deseo de un sistema social más competitivo y volcado al reconocimiento del mérito individual, es decir, menos asistencial y más exigente, suele tener el mérito de elevar el nivel de vida de la totalidad de las personas. Paradójicamente, un sistema no populista, no deseoso de ayudar de manera directa o programática al caído suele ser más beneficioso para el mismo caído que un sistema asistencial, que bajo la impresión de estar haciendo algo por los pobres en realidad lo que hace es multiplicar su número. Este tipo de pensamientos, de reflexiones, de exámenes de la realidad, es cuestión de debate, pero suele estar obstaculizado por el ritual de adjudicarle a toda posición no cristiana, es decir, no izquierdista, el sentido de una militancia en el mal y en la derecha, lo cual es desde todo punto de vista absurdo. Es bueno tener planes sociales, pero no es bueno no tener planes productivos, no es bueno no cuidar también a aquel capaz de arriesgarse y producir, a aquel que quiere y sabe generar riqueza para beneficiarse con ella. Estos generadores de riqueza, que la izquierda ve con mala conciencia como si fueran los causantes de los problemas, son justamente aquellos que hacen posible que un país tenga riquezas con las que elevar su nivel de vida.

- Además está el asunto de que la historia tiene ejemplos de genocidas de derecha tanto como ejemplos de genocidas de izquierda. Con el agravante que Hitler no hablaba en nombre de la derecha sino de un nacional socialismo y Stalin mató a millones de personas con palabras comunistas en su boca, es decir, de izquierda. Suponer que la gente de izquierda, por el hecho de serlo, es buena es tan absurdo como el hecho de creer que alguien que va a la iglesia y reza, por el hecho de hacer esas prácticas, es bueno. Sabemos de curas abusadores de menores, de dictadores adictos a la religión, de planteos religiosos usados como base de ofensivas bélicas. Los mismos militantes izquierdistas (o simpatizantes) que en las universidades o en los medios de comunicación suelen ser considerados hombres "honestos y probos", gente sensible y bienpensante, puede ser tomada como ejemplo de personas que ejercen actitudes de esas que caricaturescamente solemos describir como "de derecha": es decir, desean privilegios, desean y ejercen el poder, extorsionan, deforman la información, acusan prejuiciosamente y sin fundamentos, etc. No está mal que sean así, lo que no sirve es que se ofrezcan como modelos de actitudes correctas y distintas sin realmente serlo. Una persona es buena o mala no por ser de izquierda o de derecha, sino por otras cosas que se expresan más allá de su posición política explícita, lo cual no es más que una de tantas características aleatorias de la vida individual.

- Uno de los peligros de no comulgar con la idea de que ser de izquierda es ser bueno, al cual me expongo al decir estas cosas, es que inmediatamente quien lo dice es acusado de ser un hombre de derecha. Y la palabra cae como si fuera una maldición: sos de derecha. Toda critica o sospecha de que la izquierda no tiene el valor del nuevo evangelio es considerada una manifestación reaccionaria, cuando si miramos los hechos es la izquierda la que es reaccionaria. ¿Por qué digo que es reaccionaria? La izquierda es moralista, está en contra de la participación popular (a la que por intentar guiar desmoviliza), está en contra de la iniciativa individual, en contra de lo nuevo, de aprovechar las posibilidades de la realidad (critica como reformista a aquel que se conforma con mejorar un poco las cosas, prefiriendo la opción de "acentuar las contradicciones para que todo se venga abajo" -izquierda apocalíptica-), pretende que el arte tenga un mensaje y limita su libertad, obstaculiza la creatividad natural de las fuerzas sociales considerándolas individualistas, etc.

- La izquierda, además, vive la siguiente paradoja: siendo supuestamente el movimiento que representa a la inmensa mayoría de los perjudicados por el órden político no logra conseguir los votos de esos perjudicados. Es allí donde la izquierda dice: "es que a la gente le meten en la cabeza valores errados, los engañan", como manera de no ver que su mensaje no tiene la aceptación que lógicamente debería tener. Al sostener que "a la gente la engañan" da lugar a un inmenso desprecio de aquellos a los que dicen querer salvar, los votantes, a los que consideran a la vez el objeto de su militancia y a los que describen como gente imbecilizada por las circunstancias.

Conclusión:
Tenemos dos posibilidades:

1. Eliminar los términos de izquierda y derecha como referencias útiles para pensar la política. No importa tanto quién es de derecha y quién de izquierda sino cuál es su propuesta, cuáles sus acciones, cuáles sus valores, sus programas y sus medidas de gobierno. Importa su estilo, su estilo personal, más que su ubicación en un supuesto eje divisor de izquierdistas y derechistas.
2. Dar lugar a una caracterización seria de la izquierda y la derecha, que sepan convivir, en una forma de pensar esos términos que permita tanto que la izquierda argentina crezca (se modernice, se acerque a la gente, acepte empezar a pensar soluciones serias y no meras críticas, se adapte a los tiempos, exprese ganas de vivir y no mero resentimiento) como que la derecha argentina logre armarse (diferenciándose de delincuentes y asesinos, explicando sus ideas con claridad, aceptando el debate abierto, animándose a asumir una posición no izquierdista y aprendiendo a mostrar a qué camino se refiere).

Fuente:
¿Ser de izquierda es ser bueno y ser de derecha es ser malo