Un encuentro con fuego y verdad es el libro Las Venas Abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano, este uruguayo en los años 70 ya había sentido, estudiado y contado al mundo lo que pasa en este suelo de sueños rotos y en este cielo de esperanzas pardas. El instigador libro limpia un poco la penumbra nuestra, y asusta a los poderosos por revelar la ignominia y el descaro de sus actos.
Cuanto bien nos hace conocer que el despojo y la barbarie no son exclusivos de la conquista hechos con engaño, espada y cruz hace 500 años; sino que estos se perpetúan; es importante saber como el guano del Perú robusteció las verduras de Europa; como el estaño de Bolivia enlató la obesidad de los Estados Unidos; como el cultivo del café produce insomnio en los campesinos latinos pero hace dormir tranquilos en sus ganancias a los industriales del norte.
Fortuna sería que estos hechos fueran pasado, pero no, esta historia es una vorágine de la cual no hemos podido salir; sólo han cambiado el filo de la espada por la amenaza del marine, el paraíso prometido por la ilusión del consumo y el endeudamiento… El engaño sigue siendo el mismo.
Hoy el abuso se expresa en el agua para la gran minería, que pone en riesgo el consumo humano y la producción campesina; en la hidroléctrica que destruye el ecosistema e inunda la historia y los sueños de la cultura que allí habitaba; en el gen patentado que excluye de su uso al pueblo originario, al campesino y la abuela que utilizándolo habían crecido; en el subsuelo todo, así aquí sólo queden los cráteres y la hojarasca…
América Latina hace 500 años parece estar jugando con aquel que nos hace creer que sabemos donde está la bolita, y cuando apostamos la vida, el tramoyista hace su jugada…
“[...] La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta. Pasaron siglos y América Latina perfeccionó sus funciones [...]“
“[...] Esa realidad y esos libros muestran que el subdesarrollo latinoamericano es una consecuencia del desarrollo ajeno, que los latinoamericanos somos pobres porque es rico el suelo que pisamos y que los lugares privilegiados por la naturaleza han sido malditos por la historia. En este mundo nuestro, mundo de centros poderosos y suburbios sometidos, no hay riqueza que no resulte, por lo menos sospechosa [...]“
“[...] Con el producto de la venta de veintidos novillos, Uruguay podía comprar un tractor Ford Major en 1954; hoy, necesita más del doble. Un grupo de economistas chilenos que realizó un informe para la central sindical estimó que, si el precio de las exportaciones latinoamericanas hubiera crecido desde 1928 al mismo ritmo que ha crecido el precio de las importaciones, América Latina hubiera obtenido, entre 1958 y 1967, cincuenta y siete mil millones de dólares más de lo que recibió, en ese periodo, por su ventas al exterior [...]
[...] Una escalera mecánica es la revelación del paraíso, pero el deslumbramiento no se come: la ciudad hace aún más pobres a los pobres, porque cruelmente exhibe espejismos de riquezas a las que nunca tendrán acceso, automóviles, mansiones, máquinas poderosas como Dios y como el Diablo, y en cambio les niega una ocupación segura y un techo decente bajo el cual cobijarse, platos llenos en la mesa para cada medio día [...]
[...] La veneración del pasado me pareció siempre reaccionaria. La derecha elige el pasado porque prefiere los muertos: mundo quieto, tiempo quieto. Los poderosos legitiman sus privilegios por herencia, cultivan la nostalgia. Se estudia la historia como se visita un museo; y esa colección de momias es una estafa. Nos mienten el pasado como nos mienten el presente: enmascaran la realidad. Se obliga al oprimido a que haga suya una memoria fabricada por el opresor, ajena, disecada, estéril. Así se resignará a vivir una vida que no es la suya como si fuera la única posible [...]
Fragmentos de las Venas Abiertas de América Latina (1970) de Eduardo Galeano