Tras 2 años y medio esperando juicio por la detención
acusado de “apología al terrorismo” por escribir y hacer canciones,
llegaba la hora de pasar por la Audiencia Nacional otra vez, ese
tribunal herencia del Tribunal de Orden Público franquista cuyo fin es
la represión contra el antifascismo.
A las 9 de la mañana algunxs solidarios ya estaban a las puertas de
la Audiencia dispuestos a mostrar su rechazo ante tal atropello a la
libertad de expresión y criminalización de las ideas comunistas. El
juicio lo pusieron en la Audiencia más lejana de las que tienen, así se
evitaban que la concentración fuera por el centro de Madrid y que los
transeuntes se preguntaran qué pasaba o por qué quieren condenar a 2
años de cárcel a alguien por escribir. Impidieron que la gente de la
calle escuchara lo que las solidarias gritaban: “¡Libertad de expresión,
Pablo Hasél absolución!” o “¡Vosotros, fascistas, sois los
terroristas!”. Tampoco era casualidad que el juicio fuera el día antes
del aniversario del 11 M, pues querían dejarme como un monstruo que
apoya masacres que acaban sirviendo a los intereses del Estado, cuando
nada más lejos de la realidad.
Ya con alrededor de 50 solidarios fuera, alguna pegatina nazi que
habían dejado días antes por los alrededores algunos descerebrados y
casi más policías, entré al juicio con el malestar de que sólo dejaran
entrar a 6 acompañantes porque pusieron una sala pequeña para evitarse
más apoyos y más testigos del juicio-farsa. Rodeado de policías y de
funcionarias nerviosas por el carácter del juez, empezó el juicio justo
al llegar este, aunque no hubieran entrado aún los acompañantes a la
sala. Mientras, en la sala de al lado, juzgaban a numerosos vascos por
el tema de las “herriko tabernas”. La Audiencia Nazi-onal haciendo honor
a su herencia franquista luciéndose con más juicios-farsa.
El juez me hizo levantar para responder a las preguntas de la fiscal
mientras algún medio de manipulación echaba fotos. Preguntado por si las
canciones eran mías, evidentemente respondí que sí. En resumidas
cuentas, las preguntas de la fiscal giraron entorno a posicionarme o no a
favor de la lucha armada. Me preguntó una y otra vez que si seguía
pensando lo mismo que en aquellas viejas canciones, si seguía celebrando
las acciones contra los capitalistas, que por qué decía que el camarada
Arenas es un héroe, etc. Le respondí que no tienen que decirme a quien
debo admirar o no y que puedo celebrar lo que quiera, que si mañana me
matan a mi y ella lo quiere celebrar, no habría ningún problema ni le
pedirían prisión por ello, que las emociones no se pueden imponer ni
controlar. Le recordé que la violencia revolucionaria de la que hablo en
mis letras también viene en los libros de Marx, Lenin, el Che, etc, y
que no por ello los ilegalizan, que como comunista que soy hablo de
esta. Declaré que las acusaciones de apoyo a Al Qaeda eran falsas y una
manipulación total, que evidentemente no apoyo a una organización
anticomunista que asesina a inocentes y que fue impulsada por la CIA
porque servía a sus intereses imperialistas, que tengo una canción
dedicada a sus víctimas y que, preguntado por mi abogado, la de “Obama
Bin Laden” mezcla a Obama y a Bin Laden porque ambos han servido para
los macabros planes imperialistas y sus guerras de rapiña.
Me negué a responder alguna pregunta de la fiscal sobre lucha armada
por la provocación en toda regla que suponía. Quiso llevarme a la
condena pero jamás condenaré una acción contra los culpables y no
tenemos porque permitir que nos obliguen a que algo nos parezca mal o
bien. Esta mentía sobre la edad que tenía cuando se hicieron esas
canciones, pues aseguraba que se hicieron a los 23, cosa imposible si
fui detenido a los 23 y estas ya tenían varios años. Tuve que
recordarle, como declaré ante el juez tras ser detenido, que mis ideas
no las pueden cambiar. La fiscal repetía las numerosas visitas que
tenían mis canciones y la ofensa que eso supone para las “víctimas del
terrorismo” y ahí desnudó el motivo de mi detención: no soportan que
llegue a bastante gente mi denuncia contra su terrorismo de Estado.
Luego vino alguna pregunta del abogado y su defensa, que se basó en
defender la libertad de expresión y en denunciar que habían cogido sólo
las frases que les interesaban sin analizar el significado completo de
la canción por su propia conveniencia. También dijo que carecía de
sentido que dijeran que las “víctimas del terrorismo” se sentían
ofendidas si en la sala no había una sola denunciando mis canciones.
Cosa que vuelve a desenmascarar el verdadero motivo de la detención:
crear conciencia y hablar de cosas que quieren ocultar, como los presos
políticos antifascistas.
Escasos minutos después tomaron declaración los policías encargados
de mi detención y de la investigación de las canciones, protegidos por
un biombo, como si no me acordara de sus caras, como si fuera una
peligrosa mafia que les pudiera hacer algo luego, ridículo. Contaron
cómo habían escuchado todas mis canciones y que escogieron algunas que
les parecieron constituyentes de delito. Lo que no contaron es se me
llevaron camisetas, libros, etc.
Después vino mi último turno de palabra en el que dije que quedaba de
sobras demostrado que la fiscal mentía con mi edad, con la acusación de
apoyo a Al Qaeda, etc. El juez me gritó que no iba a tolerarme que
insultara a la fiscal y es que ellos pueden llamarme terrorista pero yo
no tengo derecho a llamarles mentirosos pese a quedar demostrado que lo
son. Defendí que por su regla de tres, también quedaría detenido el
director de la película sobre el Che por “apología a la lucha armada” y
tantos más. ¿Cuántas expresiones artísticas serían apología a la lucha
armada? Además ellos mismos practican la lucha armada cuando mandan a la
policía que nos abra la cabeza por protestar por nuestros derechos, su
hipocresía y doble moral no tiene límites. También apunté que de haberme
detenido sólo por mis canciones no hubieran entrado en mi domicilio
poniéndolo patas arriba porque hubiera bastado con descargarlas de la
red, es decir, que había otros intereses como el de crear miedo, etc.
Añadí que es curioso que siempre hablen de las mismas “víctimas” y que
los que se alegran cuando se asesinan inmigrantes o llaman en sus
escritos a asesinar más, jamás son juzgados. Que puestos a hablar de
víctimas, yo fui una víctima de su represión y de sus falsas acusaciones
para manipular, como el supuesto apoyo a Al Qaeda que tuvo el fin de
intoxicar a la gente para que les pareciera bien mi detención.
Tras mi última palabra el juicio quedó visto para sentencia y en
teoría, en dos semanas, han de decir qué condena me cae. Informaré en
cuánto lo sepa. Muchas gracias a todas y a todos quienes habéis
denunciado esta injusticia. No ha sido un juicio contra Pablo Hasel, ha
sido un juicio contra la juventud combativa, contra la libertad de
expresión.
SIGUE LA RESISTENCIA
Pablo Hasél