Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad
Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
Existe en EEUU una revista que ejerce una función esencial en un sistema democrático. Se llama Extra!,
que es la revista del Media Watch Group, un grupo de analistas de los
medios de información estadounidenses que muestra los errores, mentiras y
manipulaciones que aparecen en dichos medios. Sería deseable que
existiera una organización semejante que hiciera lo mismo en España, un
país conocido también internacionalmente por la escasa calidad
democrática de sus medios de información, altamente derechizados (con un
número notable de excepciones).
En uno de sus últimos números, la revista Extra!
muestra la manipulación que la prensa y los principales canales de
televisión de EEUU llevan a cabo en su cobertura de los países de
América Latina gobernados por las izquierdas. Esta manipulación, por
cierto, se da incluso con mayor intensidad en la gran mayoría de los
medios españoles. Hemos visto estos días la enorme movilización de El País
en su intento de desestabilizar a un gobierno democráticamente elegido,
favoreciendo lo que, en caso de ser exitoso su intento, sería un golpe
de Estado contra el gobierno de un partido que ganó las elecciones con
un comportamiento escrupulosamente democrático, tal como atestiguó el
centro de análisis de elecciones presidido por el ex presidente de EEUU,
el Sr. Jimmy Carter, el cual, a pesar de indicar algunos elementos
criticables de las elecciones, consideró que el resultado reflejaba la
voluntad popular.
Ahora bien, los medios
internacionales, dominados por intereses financieros hostiles a los
gobiernos de izquierda, están estimulando ese golpe de Estado, con un
comportamiento carente de escrúpulos y de la más mínima ética
periodística. Por ejemplo, The New York Times, en su intento de
mostrar que en Venezuela no hay democracia, escribió el pasado 24 de
febrero que solo había en Venezuela un canal de televisión crítico con
el gobierno presidido por Maduro, dato que inmediatamente se distribuyó a
lo largo y ancho de los medios de comunicación del mundo. La falsedad
de este escrito es evidente, pues la mayoría de televisiones en
Venezuela son privadas (cuentan con casi el 75% de la audiencia) y su
gran mayoría son contrarias al gobierno venezolano, tal como ya
documentó el Carter Center en su informe sobre las elecciones
presidenciales en abril de 2013. Este dato es sumamente fácil de
documentar. Vea la televisión privada en Venezuela, que es la
mayoritaria, y se dará cuenta. Es interesante indicar que El País,
por cierto, también presentó la misma información manifiestamente
errónea. Y como era predecible, Mario Vargas Llosa, en su artículo “La
libertad en las calles” (El País, 09.03.2014), también escribió
que “el único canal de televisión independiente que sobrevivía
—Globovisión— fue sometido a un acoso tal…”. Vargas Llosa es bien
conocido por su labor más propagandística que informativa, sin prestar
mucha atención a los datos que utiliza. En realidad miente
frecuentemente, pues es casi imposible que este Premio Nobel de
Literatura no supiera que la mayoría de canales de televisión en
Venezuela son privados y que casi todos son contrarios al gobierno.
Ahora bien, cabe resaltar que El País no hizo, sin embargo, lo que hizo The New York Times,
el cual, ante la evidencia del error (recibió 13.000 notas de
protesta), publicó una corrección escribiendo que “una versión anterior
(24.02.14) de este artículo se refirió a Globovisión de una manera
imprecisa… en realidad, tal canal no fue el único existente crítico con
el gobierno” (26.02.14) (ver el interesante artículo de Mark Weisbrot
sobre la cobertura de los medios sobre Venezuela, en CounterPunch, 05.03.14).
Contra el gobierno ecuatoriano
En el último número de Extra!, Peter Hart, uno
de los periodistas más creíbles e interesantes de EEUU, escribe sobre
otra manipulación parecida en la cobertura del gobierno Correa del
Ecuador, otro de los presidentes demonizado por los medios de
información españoles y de Estados Unidos. El origen de dicha hostilidad
y virulencia es una ley propuesta por el gobierno Correa que tiene como
objetivo prevenir directa o indirectamente el oligopolio o monopolio en
la propiedad de los medios de comunicación. Como han informado
Periodistas sin Fronteras (Reporters without Borders, RWB), la ley
actual sustituye a la ley impuesta por el régimen dictatorial en los
años setenta. Dicha ley fue revisada en los años noventa, pero según
RWB, el impacto de tal ley fue precisamente consolidar la propiedad de
los medios en un número muy reducido de propietarios. De ahí la
intención de diversificar esos medios. La ley fuerza la diversidad
dentro de los medios con pluralidad de opiniones, lo que, según Peter
Hart, hoy apenas existen en tales medios. Dicha ley prohíbe también que
un propietario de un medio (por ejemplo, un canal televisivo) pueda
tener otro (por ejemplo, un rotativo), y señala que cada medio debe
tener un defensor de la audiencia que publique y atienda a las quejas,
una ley que estaría muy bien que se aplicara en España también. Yo no sé
si hay comités que controlen la práctica periodística en los colegios
de periodistas en España. Pero algo profundamente erróneo ocurre en
nuestro país. Baste contrastar el silencio sobre la horrible falta de
libertad existente en Colombia, Honduras, Dubái, Arabia Saudí, Jordania,
y un largo etcétera, con la hostilidad hacia los países gobernados por
las izquierdas en América Latina. Y a eso le llaman libertad de prensa.