El trabajo debería ser para llenar de innovaciones la mente,
y de orgullo el corazón.
No para que el corazón se corrompa y la mente se envilezca.
Y uno se sienta desagraciado con él.
No procedemos de buena madera. Venimos de un sistema
capitalista desacertado y deformado. O de un sistema imperialista
dictatorial y tiránico.
La diferencia es que un sistema reduce la felicidad y otro la anula.
¡Pero ninguno la mejora!
Una cosa es la creencia pasiva, y otra la ideología militante.
La gente moral es silenciosa y retraída. Los amorales son activos, y vociferantes.
Nosotros somos el acontecer de la historia, los creadores de los acontecimientos.
Los que provocamos y generamos todo lo que pasa en el mundo.
El tejido de la vida lo hace nuestra aguja.
El mapa del mundo, lo hace nuestro ingenio.
La estrategia, la elabora nuestra inteligencia, mientras suben
los préstamos baja la economía. Mientras sube la ambición,
baja la felicidad y la paz.
Autora: Z. Bacardí de Argamasilla