A
la seis de la tarde del viernes 21 de marzo llegaba a Rivas, mi ciudad,
mi patria, la columna de levante de las marchas de la dignidad. El
pueblo de Rivas elegía el mítico puente de Arganda, testigo de la
batalla del Jarama, como punto de recibimiento de los caminantes;
hombres y mujeres que han recorrido cientos de kilómetros recibidos con
honores de gobernantes escuchaban en silencio, con la emoción
contenido, el relato de la ciudadanía ripense que explicaban el paso por
ese mismo camino de las brigadas internacionales; aquellos hombre y
mujeres de toda Europa que sacrificaron su juventud, que en muchos casos
perdieron la vida, por defender en tierras españolas lo que era una
lucha común a todas las personas dignas de la Europa de los años 30, la
lucha contra el fascismo.
Ayer, el presidente de la Comunidad de Madrid Ignacio González
trataba de desprestigiar las marchas de la dignidad asegurando que
pretenden subvertir el orden democrático. Que indignidad señor
presidente. Usted que no ha sido elegido por la ciudadanía, que persigue
a los periodistas que informan de sus abusos de poder, que se niega a
poner luz sobre los múltiples campos oscuros que rodean su gestión, su
patrimonio, sus relaciones con el empresariado madrileño, ¿usted que
sabe de la democracia?.
La democracia, es su definición etimológica, es el gobierno del
pueblo, o el poder del pueblo hecho gobierno. Ustedes, señores del PP
nunca lo han entendido así y por eso nunca lo han respetado. Si
respetaran la democracia no se atreverían a gobernar en contra de los
intereses de todos, no se atreverían a expoliar lo público en favor de
una minoría privilegiada, no se atreverían a pedir al pueblo que
sacrifique su dignidad a mayor gloria de los intereses del mercado.
Durante años han ganado, han sido capaces de convencer a la mayoría
de que la riqueza de una minoría garantizaba el bienestar de la mayoría,
que la libertad del mercado era la libertad de las personas, pero ya no
engañan a nadie, porque se han pasado de la raya, la avaricia de sus
sacrosantos mercados ha pasado los limites soportables del pueblo que
los sostiene.
Van para seis años de crisis, seis años apretando el cinturón de la
gente humilde mientras engordan las cuentas en suiza de sus falsos
patriotas, seis años pisando la dignidad del pueblo no les va a salir
gratis.
En los años 90, durante la anterior crisis económica, la gente luchó
por un trabajo, por un salario que les permitiera ser ciudadanos aunque
fuera de segunda, y arrancaron las marchas contra el paro y la pobreza,
pero hoy, en 2014, la gente, el pueblo, la base de la democracia, ya no
quiere sólo un trabajo, quiere recuperar la dignidad.
Las personas dignas son aquellas que no humillan a sus semejantes y
que no se dejan humillar, las personas dignas son las que saben que la
humanidad siempre ha avanzado resistiéndose a los gobernantes indignos,
negándose a acatar los mandatos de quienes gobiernan contra el interés
colectivo.
Hoy, sábado 22 de marzo de 2014, Madrid se llenará de dignidad, de
las personas dignas que sin más poder que la fuerza de sus manos se lo
juegan todo, hasta su salud, por soñar que juntos construiremos un
futuro mejor, un futuro en el que nunca más se humille a la mayoría para
satisfacer a una minoría indigna que sólo puede ganar si la mayoría
silenciosa no levanta la voz. Hoy nos oirán alto y claro, defendiendo la
ternura, la solidaridad de los pueblos en lucha. Hoy recuperamos
nuestro protagonismo en la historia, de la herencia de los luchadores
contra el fascismo, nos viene las fuerzas para acabar con la dictadura
de los mercados, hoy comienza su cuenta atrás.