Decenas de emigrados cubanos en los EEUU no pueden viajar
a su país por carecer de pasaportes en regla. La crisis se produce tras
la negativa de los bancos a abrir una cuenta al consulado de Cuba. Es
consecuencia de las enormes restricciones y controles que decidió imponerles la Administración de Barack Obama a las entidades que trabajen con los diplomáticos de la isla.
El
pasado fin de semana, decenas de emigrados cubanos en EEUU no pudieron
abordar los vuelos hacia Cuba o fueron devueltos desde el aeropuerto de
La Habana por no tener sus pasaportes actualizados, operación que hay que realizar cada 24 meses a pesar de que el documento tienen una vigencia de 6 años.
El problema se inició el pasado 14 de febrero, cuando el banco M&T de Buffalo, Nueva York,
informó a la Oficina de Intereses de Cuba y a la delegación ante la ONU
de que no continuaría gestionando las cuentas cubanas, por lo que
debían buscar otro banco para trasladarlas. Hasta hora ninguna otra
entidad norteamericana aceptó encargarse de dichas cuentas.
Las
autoridades cubanas continuaron operando un mes más sin banco y
permitieron la entrada a Cuba de los emigrados que presentaran
pasaportes vigentes aunque no estuvieran actualizados, dándoles la
posibilidad de renovarlos dentro del país. Sin embargo, este fin de
semana decidieron que no podrían entrar a la isla quienes no tuvieran en
regla su documento de viaje.
Washington dice que quiere "ayudar"
El
Departamento de Estado de los EEUU aseguró que "varios bancos han
decidido dejar de prestar servicios a las misiones diplomáticas. Estos
bancos tomaron la decisión a la luz de varios factores, y el Gobierno de
Estados Unidos no puede obligar a una entidad privada aproporcionar le servicios a una misión diplomática".
Pero el caso cubano no es como los demás: a los controles por el bloqueo económico hay que sumar la
permanencia de Cuba en una lista de "estados patrocinadores del
terrorismo" que acaba de renovar el Gobierno norteamericano por 32ª vez,
pese a no contar ya con argumentos para sostener esa supuesta relación
de La Habana con grupos terroristas. Ese estigma artificial obliga a los
bancos a realizar aún más trámites. Cualquier movimiento de dinero
implica controles especiales y redactar informes para las autoridades
del Tesoro y de la Seguridad Nacional de EEUU. Semejante papeleo hace
poco atractivo asumir las cuentas cubanas.
La fiscalización del Departamento del Tesoro es constante en busca de
identificar transacciones que violen el Embargo Económico y sancionar al
culpable con multas de hasta decenas de millones de dólares. A pesar de
esto, un portavoz estadounidense aseguró que "el Departamento de Estado
está trabajando activamente con la Sección de Intereses de bancos que
puedan prestarles servicios".
Los "esfuerzos" de EEUU no han
tenido resultados y seguramente continuará así en el futuro mientras las
agencias estadounidenses se dediquen a perseguir las finanzas cubanas
por todo el mundo. Bancos de Europa y Australia fueron sancionados por hacer transacciones con Cuba, los empresarios canadienses de Sherry tienen prohibido viajar a EEUU y hasta Philips fue sancionada por vender equipos médicos a la isla.
Medio millón de cubanos van de vacaciones a la isla cada año a pesar de su condición de "asilados políticos"
La situación de los "asilados políticos" cubanos en los EEUU es única: 500.000 de ellos viajan cada año de vacaciones al país del que, supuestamente, salieron huyendo.
El asunto ha provocado no pocos debates en Washington y Miami, donde
muchos ya cuestionan su carácter de perseguidos. Para tratar de tapar el
asunto, el expresidente George W. Bush les prohibió viajar, pero Obama
eliminó las restricciones y las visitas se multiplicaron.
Algunos congresistas anticastristas de origen cubano estudian imponer nuevas prohibiciones
donde se amenaza incluso con quitarles todos los beneficios sociales a
los exiliados que visiten Cuba dentro de los 5 años posteriores a su
llegada a EEUU. Los viajes masivos de cubanos desde EEUU —80 vuelos
semanales trasladando 40.000 pasajeros al mes— cuestionan la propaganda
que victimiza a los emigrados convirtiéndolos en presuntos perseguidos
políticos.