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General: El libro "La lista de Bergoglio"
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: Gran Papiyo  (Mensaje original) Enviado: 04/05/2014 22:46
 
Este libro fue escrito para fortalecer la imagen del Papa Francisco.
Una "engaña pichanga" más, armada en el Vaticano para limpiar el sucio pasado de Bergoglio.
 
SALUDOS REVOLUCIONARIOS 
(Gran Papiyo)        


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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: Gran Papiyo Enviado: 04/05/2014 23:05

Ellos lo dicen

Las denuncias contra Bergoglio provienen de sus compañeros jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics; del ex presidente fundador del CELS, Emilio Mignone y de su esposa, fundadora de Madres de Plaza de Mayo, Angélica Sosa; de su ex íntimo amigo Juan Luis Moyano, quien fue viceprovincial jesuita y cuñado de Leonardo Pérez Esquivel; del sacerdote Alejandro Dausa, cuyo secuestro en 1976 se está ventilando en estos días en el Tribunal Oral Federal de Córdoba; del ex seminarista Miguel Mom Debussy, la teóloga Marina Rubino, el médico Lorenzo Riquelme, el seglar Roberto Scordato, el sacerdote Patrick Rice, las monjas Leonor Carabelli y Norma Gorriarán, entre otros. Mi trabajo se limitó a recoger sus testimonios. Mignone mencionó a Bergoglio en su libro Iglesia y dictadura como pastor que entregó sus ovejas al enemigo. Yorio enumeró sus cargos con precisión detallista en 1977 en una carta al Superior General de la Compañía de Jesús, y Jalics en un libro de ejercicios espirituales publicado en 1994, del que se ha retractado sin explicar por qué. La fabulosa maquinaria del Vaticano se puso en movimiento, con artículos, películas y libros. Además de ataques personales sin sustento y contradictorios entre sí (desde considerarme la izquierda anticlerical, como dijo el vocero papal, hasta un agente de los servicios estadounidenses, según el “Vatican Insider” que publica el diario de la automotriz Fiat, La Stampa) este notable esfuerzo publicitario llega a presentar al ex provincial jesuita como un héroe de la resistencia. La pieza maestra, que ahora será llevada al cine, es el libro publicado por la editorial y el diario del Episcopado italiano, La lista de Bergoglio. Su autor, Nello Scavo, dice que sus publicaciones “llevaron al periodista Horacio Verbitsky a retirar sus acusaciones”. No es la única fantasía de ese opúsculo. Scavo también afirma que Bergoglio organizó una red secreta en todo el cono sur, cuyos miembros ignoraban su existencia y que habría corrido todos los riesgos para salvar a más de cien perseguidos. Sin embargo, sólo menciona diez casos. Uno es el entonces compañero de Bergoglio en Guardia de Hierro, José De la Sota, lo cual explica que se interesara por su libertad. Otros cuatro ocurrieron antes del golpe de 1976 (entre ellos tres seminaristas riojanos que a pedido de Angelelli fueron al Colegio Máximo a completar sus estudios, cosa que Bergoglio distorsionó en su testimonio ante la Justicia, donde dijo que los recibió después del asesinato de Angelelli) y dos se basan en un dato clave falso. Esta “organización de compartimentos estancos” minimizaba los riesgos, de modo que “la información circulara lo menos posible, incluso entre los jesuitas”. Tan poco circuló que antes de la proeza periodística de este reportero italiano nadie había oído hablar de tal red secreta. Por lo que narra no se trataba de acompañar a quienes militaban en los barrios pobres sino de ayudarlos para que se fueran del país, o sea uno de los objetivos desmovilizadores del gobierno militar. Queda abierto a interpretación si el provincial jesuita lo hacía por sus diferencias ideológicas con esas personas a las que prefería bien lejos o por temor a que de lo contrario fueran asesinados, dos opciones que ni siquiera se excluyen.

Dato falso

El caso que mayor desarrollo tiene en el libro, parte de un dato falso. Según Scavo, Bergoglio puso en contacto a los catequistas villeros Sergio y Ana Gobulin con el cónsul italiano en Buenos Aires, Enrico Calamai, quien los escondió y les consiguió pasaportes y dinero para viajar a Italia, donde aún viven. Calamai, quien ha sido condecorado con la Cruz de la Orden del Libertador San Martín por haber ayudado a centenares de perseguidos, recuerda a los Gobulin, pero no a Bergoglio. Se lo aclaró a Scavo y rehusó colaborar con la película sobre esta reconstrucción de la virginidad bergogliana. En este y en otros trabajos apologéticos se insiste en que el Vaticano nada tiene que ver con su publicación, que Bergoglio nunca quiso defenderse y que hasta sus amigos eligieron el silencio para que no se pensara que hablaban en su nombre. Eso tampoco es cierto. En cuanto empecé a investigar el caso, Bergoglio me llamó y me dio su versión de los hechos, más los documentos que consideraba útiles para probarla. Lo mismo hizo en el libro autobiográfico El Jesuita, con el que inició su campaña por el papado cuando ya comenzaba a prepararse la renuncia de Ratzinger, tal como informé en 2011. Nadie mencionó en la prensa antes que yo la ayuda de Bergoglio a perseguidos por la dictadura. Lo hice en la misma forma exagerada y tendenciosa que ahora se advierte en los propagandistas del Papa, porque carecía de distancia crítica con mis fuentes. En una nota del 25 de abril de 1999 transcribí el testimonio de su amiga Alicia Oliveira, sobre cómo el Provincial jesuita sacó del país a “un grupo de tupamaros perseguidos” (ahora sabemos que era sólo uno, Gonzalo Mosca, y no integraba la guerrilla sino el Grupo sindical de Acción Unificadora) y organizaba en San Miguel “con ravioles amasados las despedidas de los curas o los laicos consagrados que estaban en situación de riesgo, entre ellos el hijo de un general. Jorge se encargaba de sacarlos del país, y todos hablaban de la situación, con rezos. El los protegía” (esta liturgia colectiva no es compatible con el secretismo extremo con que Scavo presenta su actividad, para agigantarla sin entrar en incómodas precisiones). El arquitecto Rodolfo Yorio, hermano del sacerdote secuestrado, le dijo a la revista alemana Spiegel: “Conozco gente a la que ayudó. Eso es lo que revela sus dos caras y su proximidad con el poder militar. Era un maestro de la ambigüedad”. En 2004 encontré en archivos públicos los documentos que muestran esas dos facetas del ex Provincial: en el mismo acto formal en que pide un favor para Jalics, por debajo de la mesa repite los infundios que dieron lugar a su secuestro. ¿Cómo es posible que hiciera una cosa y la otra? Eso debe explicarlo la psicología, no el periodismo.

Utopía y guerrilla

El papa Francisco brindó algunas pistas, el 28 de febrero, ante la Pontificia Comisión para América Latina. Según la versión oficial del Vaticano dijo que para transmitir la fe a la juventud es preciso “el buen manejo de la utopía. Nosotros en América Latina hemos tenido la experiencia de un manejo no del todo equilibrado de la utopía y que en algún lugar, en algunos lugares, no en todos, en algún momento nos desbordó. Al menos en el caso de la Argentina podemos decir cuántos muchachos de la Acción Católica, por una mala educación de la utopía, terminaron en la guerrilla de los años ’70”. Estos cargos son afines a los que Bergoglio insinuó sobre Jalics ante funcionarios de la dictadura, según el documento de 1979 que encontré en el archivo de la Cancillería: actividad disolvente, conflictos de obediencia, contacto con guerrilleros. Hoy estos son asuntos teóricos opinables, como el debate sobre la teología de la liberación y el marxismo, que Bergoglio ha reavivado desde Roma. Pero en aquellos años constituían cuestión de vida o muerte.

( Extraído de "Y que cumplas muchos más" por Horacio Verbitsky - Página/12 )

 
SALUDOS REVOLUCIONARIOS  
(Gran Papiyo)         

Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: Gran Papiyo Enviado: 04/05/2014 23:11

Sigue la polémica por el libro La lista de Bergoglio: "Yo no soy un enviado del Vaticano"

Entrevista de Tiempo Argentino a Nello Scavo. El periodista italiano, autor de "La lista de Bergoglio" ofrece su visión sobre el rol del actual Papa durante la dictadura.
 
 
 
Cuando Jorge Mario Bergoglio fue electo Papa, hace casi 14 meses, las sombras sobre su relación con la última dictadura militar volvieron a revivir, con la fuerza de los interrogantes que maduran al calor del silencio. La principal sospecha, que atormentó durante años al ex arzobispo porteño y cardenal primado de la Argentina, fue la investigación del periodista Horacio Verbitsky que exhumó del olvido el destino de los sacerdotes jesuitas Francisco Jalics y Orlando Yorio.  
 
Ambos fueron secuestrados por un Grupo de Tareas de la Armada el 26 de mayo de 1976 y llevados a la ESMA donde fueron interrogados, torturados y pasaron seis meses en cautiverio. Según la documentación y los testimonios recopilados por el periodista del diario Página 12, Bergoglio, por entonces provincial de la Compañía de Jesus, les quitó la protección ante las fuerzas armadas y los entregó.
 
La sospecha, entre otros diez testimonios, también se basa en un documento secreto de la Cancillería local, donde Bergoglio pedía a los mandos militares que no les otorgaran los pasaportes cuando, al mismo tiempo, había entregado una nota formal para solicitar que se los entregaran. Desde que esos datos, (revelados en 2005) golpearon con dureza la credibilidad del flamante Papa Francisco, el periodista siciliano Nello Scavo comenzó su trabajo. Antes, reconoce en este reportaje, no había investigado nunca los laberintos de la última dictadura militar y su relación con la jerarquía eclesiástica.
 
Ahora está a un paso de cumplir los 40, lleva años como redactor del periódico Avvenire de la Conferencia Episcopal Italiana y desde fines del año pasado es el autor de “La lista de Bergoglio, los salvados por Francisco durante la dictadura, la historia no contada”, una obra inicialmente impresa por la editorial del episcopado italiano y ahora publicada en el país por la Editorial Claretiana, el mismo sello eclesiástico que publicó 26 libros de autoría bergogliana.
 
Es viernes 2 de mayo y  le faltan pocas horas para regresar a su patria. Luego de una semana de gira por Córdoba y Buenos Aires, donde presentó su obra en la 40ª Feria del Libro, recibe a Tiempo Argentino en los amplios salones góticos de la parroquia del Inmaculado Corazón de María, el templo que poseen los claretianos en el barrio porteño de Constitución. Se muestra dispuesto a contestar todas las preguntas mientras asume la polémica abierta con el investigador que más indagó sobre la relación de Bergoglio con la dictadura. “Ayer me reuní con Horacio”, anticipa y se defiende: “Le dije que no soy un enviado del Vaticano”, en referencia a las respuestas que le dedica el periodista argentino al libro prologado por el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel. 
 
-¿Ha tenido oportunidad de leer las investigacioines del periodista argentino Horacio Verbitsky?
 
-Claro que sí.
 
-Luego de la presentación de su libro en Argentina, se abrió nuevamente la polémica sobre el papel que tuvo Bergoglio en la última dictadura. Pocos días después del primer aniversario del papado de Francisco, Verbitsky se refiere a su investigación y lo cuestiona a usted por sostener datos erróneos y decir que él se retractó de sus acusaciones ¿Tiene constancia de esas retractaciones que mencionó dos veces en su libro?
 
-Verbitsky es un buen amigo, ayer me encontré con Horacio y nos tomamos un té. Fue una conversación muy amable, cordial y franca. Yo no tengo ningún interés en mantener polémica con Horacio y él no tiene ningún interés en tenerla conmigo. Es un buen amigo, un periodista muy importante, que fue una referencia para mi formación profesional. Creo que ahora tenemos elementos nuevos como la última declaración de Jalics, donde concluye que Bergoglio no los entregó a sus secuestradores. Yo no pienso que Verbistky había escrito que Bergoglio tenía contactos con la dictadura. Yo no creo  que Horacio escribió una cosa de este tipo. Creo que el problema fue hacia el comportamiento y la actitud de Bergoglio durante el secuestro de Franz Jalics y Yorio. 
 
-Sin embargo, nunca dijo que se había retractado…
 
-Sobre la retractación de Horacio tenemos dos problemas. El primero es que cuando Horacio escribió su artículo luego de las últimas declaraciones de Jalics, la agencia ANSA dijo que Verbitsky se había retractado y habían recortado una frase de él, donde decía que esta nueva declaración de Jalics le quitaba responsabilidad a Bergoglio. Luego de leer la nota completa, es correcto decir que Verbitsky escribió sobre lo que dijo Jalics, pero nunca cambió sus posiciones. También al mismo tiempo es correcto decir que Verbitsky no sostuvo que Bergoglio fue un colaborador de la dictadura. Repito que yo le propuse a Verbitsky encontrarlo en privado porque no tengo interés en mantener una polémica. Primero nos escribimos por mail, luego hablamos por teléfono, y el 1 de mayo nos tomamos un té, amablemente. Nos encontramos los dos solos y fue un encuentro excepcional, porque encontré a un maestro de periodismo. Creo que él ha podido constatar que yo no soy un enviado del Vaticano. 
 
-Sin embargo Verbistky siempre sostuvo que el que se retractó fue el padre Franz Jalics, que a los 84 años dejó de sostener que Bergoglio lo había entregado a las fuerzas armadas, luego de que fuera transformado en el Papa Francisco. Dice que ahora está haciendo uso del cuarto voto de obediencia de los jesuitas, que es la obediencia al Papa. Hace años Verbistsky probó que Jalics había sostenido esa sospecha desde 1994, pero ahora dice lo contrario. ¿Cuál es su opinión?
 
-Si yo tenía en 1994 los documentos y los testimonios que tenía Verbitsky, yo escribía la misma cosa sobre Jalics, más allá de que Yorio murió hace pocos años con la certeza de que había sido entregado por Bergoglio. Por eso creo que este periodista no tuvo mala fe sobre esta información, sino que registró los testimonios y arribó a una conclusión que aparecía como una conclusión lógica. Pero atención: el cuarto voto es un voto de obediencia al Papa, pero Jalics tenía este convencimiento antes de que Bergoglio fuera Papa y el voto de obediencia al Papa no es un voto de obediencia contra la verdad. Si se conoce la constitución de los jesuitas, se sabe que los jesuitas deben ser obedientes al Papa, pero no mentir sobre la verdad. Yo pienso que cuando el padre Jalics dijo que se reconciliaba con esta historia, no es en referencia a un presunto perdón a Bergoglio, es una reconciliación con él mismo. El otro tema es que contra Bergoglio había algunos testimonios pero ninguna prueba, yo pienso que cuando Amnistía Internacional sostiene que la justicia argentina, la más avanzada de toda América Latina, no ha probado nunca nada contra Bergoglio, me pregunto, ¿Quién es Nello Scavo para decir que Bergoglio es culpable? Y repito: Verbitsky no escribió más que Bergoglio tenía una colaboración directa con la dictadura. 
 
-Sus detractores, sostienen que su libro es una operación del enorme aparato de propaganda del Vaticano. Verbitsky también lo dijo hace menos de un mes ¿Qué les contesta?
 
-Mi libro no es un libro de historia, es un libro de historias. Yo relato los testimonios de personas que tenían conocimiento de la ayuda de Bergoglio, y de otros que fueron protegidos de Bergoglio. Relaté esta parte de la historias, pero la historia argentina no puede ser escrita por Nello Scavo, es muy complicada y compleja. Ahora tenemos procedimientos judiciales abiertos, no es una página de historia cerrada. Yo no puedo decir que la historia terminó con mi libro. Claro que no. 
 
Con 200 páginas, el libro de Scavo se basa en los testimonios del sindicalista uruguayo Gonzalo Mosca, la abogada defensora de presos políticos Alicia Oliveira, el periodista ateo Alfredo Somoza, el padre Josè Luis Caravías, tres seminaristas riojanos, los catequistas tercermundistas Sergio y Ana Gobulin, el tres veces gobernador de Córdoba y ex militante de Guardia de Hierro José Manuel de la Sota y el cura jesuita Juan Carlos Scannone. El plato principal, en la página 76, busca cerrar la herida abierta  por los dos jesuitas presuntamente entregados a sus captores. “’Orlando Yorio y yo no fuimos denunciados por Bergoglio’. Diez años de palabras que cierran años de polémicas”, escribe el autor, basado en la reconciliación que proclamó Jalics, con 84 años, el 15 de marzo de 2013, luego de haberse reencontrado con Bergoglio, ya transformado en Papa. Según Scavo, el actual Obispo de Roma, nacido en el barrio porteño de Flores, habría salvado a un centenar de personas. Pero sostiene que la lista es inconclusa, aunque dedica la mitad del libro para desarrollar los 10 testimonios. La otra mitad del libro es la transcripción de las declaraciones judiciales del arzobispo porteño en la megacausa ESMA. Todos esos temas, dice Scavo, fueron abordados en el encuentro con Verbitsky, quien también confirmó la existencia de esa cita ante la consulta de este diario. 
 
-¿Cómo funcionaba la red que usted relata en el libro?
 
-El sistema era diferente a casos conocidos, naturalmente Bergoglio tenía como referencia a los jesuitas en Argentina y Brasil, por ejemplo el periodista Alfredo Somoza, un periodista argentino que vive en Italia, de izquierda, no creyente, no bautizado. El salió a Uruguay, siguió a Brasil y estuvo con la protección de los jesuitas de San Pablo, que tenían contacto con Bergoglio. Ellos le permitieron la oportunidad de salir hacia Italia a bordo de una nave comercial, que habitualmente cargaba pasajeros clandestinos en Brasil para llegar a Europa. En otros casos, Bergoglio tenía amigos que podían ayudarlo por Córdoba, Foz de Iguazú o Brasil, pero él tenía la idea de las personas que podían ayudar caso por caso, pero no eran parte de una red clandestina organizada jerárquicamente, sino que eran los contactos que Bergoglio, según la necesidad, caso por caso, decidía o ayudaba. 
 
-Si Bergoglio ayudó a salvar a tanta gente, ¿Cuál era la relación que tenía como provincial de los Jesuitas con los jefes de la última dictadura argentina?
 
-La abogada Alicia Olivera sostiene que Bergoglio tenía una opinión terrible de la dictadura. Todas las personas que fueron protegidas por él, confirman esta información. Él decidió por la vida humana, no creo que haya decidido por su propia iniciativa personal, porque en este libro los testimonios nuevos revelan que Bergoglio se reportaba siempre con el superior de los jesuitas en Roma, el padre Pedro Arrupe, que tenía conocimiento de toda la actividad de los jesuitas en Argentina y también de Bergoglio. 
 
-¿Cómo funcionaba el colegio máximo de San Miguel en esos años?
 
-Era el epicentro de la actividad porque desde el punto de vista logístico estaba fuera de la capital y permitía mejor protección. La palabra red no es la más precisa, es una simplificación periodística. La palabra perfecta es que era una organización clandestina para permitir la salida de perseguidos de la Argentina. 
 
-Pero ahí cerca funcionaba Campo de Mayo, uno de los mayores centros clandestinos de la dictadura. En su libro usted menciona que Bergoglio visitó un centro clandestino. ¿Fue campo de mayo?
 
-No lo sé, pero en el interrogatorio en la causa ESMA Bergoglio dice que una vez fue a un centro militar, pero pienso que ese centro era vecino a San Miguel, es decir, Campo de Mayo. Esto lo dice Bergoglio, pero yo como periodista no tengo la prueba que confirme esto. Él lo dijo, y nadie lo desmintió. El dijo que era un centro, y fue a preguntar dónde estaba un muchacho. No dicen el nombre en el interrogatorio, creo que fue a una oficina, para hablar. Creo que ese lugar fue Campo de Mayo. 
 
-San Miguel siempre fue un lugar muy importante para el ejército por su cercanía con Campo de Mayo. Jorge Rafael Videla, cuando era jefe de esa guarnición, vivía muy cerca y en esa residencia las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet cuidaron a Alejandro, el hijo discapacitado de Videla, antes de ser secuestradas y desaparecidas. ¿Bergoglio sabía de este caso? ¿Hizo algo por ellas?
 
-No lo sé, pero es una historia que me impresionó mucho, porque Videla no tuvo piedad con ellas aunque cuidaron a su hijo. Es peor que lo de Astiz. He hablado mucho con la hermana Genevieve, nieta de sor Alice Dumon, que vive en Roma y me relató mucho de esta historia y de la actividad de Bergoglio para conseguir la liberación de ellas. En mi  libro yo no escondo la experiencia de personas que Bergoglio no salvó, como el caso de las personas secuestradas en la Iglesia de la Santa Cruz. 
 
-Hay un documento que ha provocado una de las mayores polémicas sobre Bergoglio y la dictadura, y tiene que ver con el pedido formal que hace ante la Cancillería para pedir los pasaportes para salvar a Yorio y Jalics. En ese mismo momento, luego de entregar la nota, según otro documento secreto del mismo día, también les advertía a los militares que no les entregara los pasaportes por sus vínculos “con la subversión”. ¿Pudo ver esa documentación?
 
-Pude verlo, es un documento de la dictadura, pero hay que preguntarse si vale la pena creer a todo lo que escribe la dictadura. 
 
-Pero es un documento secreto y esos informes han sido inaccesibles durante años. En la Argentina cada una de esas revelaciones ha tenido un peso importante. ¿Por qué piensa que en este caso no?
 
-No hay una sola prueba de que Bergoglio haya ido contra esos sacerdotes. Si Bergoglio tenía interés en que estos jesuitas salieran del país porque eran un problema para la compañía, podría haber apelado al cuarto voto de obediencia, o haber recurrido a otro sacerdote diocesano. ¿Cuál era la garantía de que Jalics no iba a ser torturado si seguía en la Argentina? Tengo presente el caso de varios sacerdotes que fueron arrestados, liberados varios días y luego arrestados y desaparecidos. Cual habría sido la responsabilidad de Bergoglio si hacía que Jalics se quedara en Argentina. Yo no creo que le haya dicho a los militares que Jalics no iba a volver. 
 
-Pero entonces, ¿donde está la verdad para Usted?
 
-Es cierto que Bergoglio tenía diferencias enormes de opinión, teológicas, ideológicas y pastorales con Yorio y Jalics y no se pueden ocultar. Creo que Bergoglio cometió errores de autoridad, pero nunca puso en peligro la vida de sus hermanos. Es una paradoja, si lo acusan de no haber protegido a Yorio y Jalics cuando fueron arrestados, no pueden perder de vista que si volvían, corría serio riesgo su vida. Creo que, como dice Verbitsky, Bergoglio no hizo nada para colaborar voluntariamente con la dictadura. Cuando hablan de pecado de omisión, yo no lo creo, pero es una bella diferencia un pecado de omisión de una intervención directa que ponga en riesgo la vida de sus hermanos. Es una diferencia enorme. 
 
-¿Su interés por investigar la dictadura argentina comenzó luego de la elección papal de Bergoglio?
 
-Sí, porque cuando fue elegido no había mucha información. Pero la misma noche aparecieron las primeras acusaciones contra Bergoglio, pensé que los cardenales habían elegido a un amigo de la dictadura en argentina, que tiene responsabilidad y me pregunté si era un hombre rescatable.
 
-¿Cree que el Papa abrirá los archivos secretos vaticanos para a dar a conocer sus comunicaciones con Buenos Aires durante la dictadura?
 
-Espero que esos archivos estén abiertos al historiador y al periodista cuanto antes. Pienso que algunas cosas están cambiando, es importante que se conozca la verdad, que se conozca qué hacía la nunciatura en Buenos Aires. También es importante que la Pontificia Academia de las Ciencias hable de un banco mundial de ADN. Pero también espero que se den a conocer las actas de nacimiento de las iglesias argentinas tal como le pidió Estela de Carlotto al Papa. Espero que sea cuanto antes. ¿Los bebés robados viven solamente en Argentina? Yo pienso que no, y actualmente muchos de ellos tienen nuestra edad.
SALUDOS REVOLUCIONARIOS  
(Gran Papiyo)          

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: Anti-gusano Enviado: 05/05/2014 04:09
Este libro fue escrito para fortalecer la imagen del Papa Francisco.
Una "engaña pichanga" más, armada en el Vaticano para limpiar el sucio pasado de Bergoglio. (Papiyo)
 
 
 
Papiyo, si en lugar de chicanear te dedicaras a leer con atención las cosas que vos mismo ponés estarías mucho más cerca de la verdad, que en definitiva es una de las cosas más importantes de la política y de la vida:
 
 
Cuando Jorge Mario Bergoglio fue electo Papa, hace casi 14 meses, las sombras sobre su relación con la última dictadura militar volvieron a revivir, con la fuerza de los interrogantes que maduran al calor del silencio. La principal sospecha, que atormentó durante años al ex arzobispo porteño y cardenal primado de la Argentina, fue la investigación del periodista Horacio Verbitsky que exhumó del olvido el destino de los sacerdotes jesuitas Francisco Jalics y Orlando Yorio.  
 
Ambos fueron secuestrados por un Grupo de Tareas de la Armada el 26 de mayo de 1976 y llevados a la ESMA donde fueron interrogados, torturados y pasaron seis meses en cautiverio. Según la documentación y los testimonios recopilados por el periodista del diario Página 12, Bergoglio, por entonces provincial de la Compañía de Jesus, les quitó la protección ante las fuerzas armadas y los entregó.
 
Sobre la retractación de Horacio tenemos dos problemas. El primero es que cuando Horacio escribió su artículo luego de las últimas declaraciones de Jalics, la agencia ANSA dijo que Verbitsky se había retractado y habían recortado una frase de él, donde decía que esta nueva declaración de Jalics le quitaba responsabilidad a Bergoglio. Luego de leer la nota completa, es correcto decir que Verbitsky escribió sobre lo que dijo Jalics, pero nunca cambió sus posiciones. También al mismo tiempo es correcto decir que Verbitsky no sostuvo que Bergoglio fue un colaborador de la dictadura. Repito que yo le propuse a Verbitsky encontrarlo en privado porque no tengo interés en mantener una polémica. Primero nos escribimos por mail, luego hablamos por teléfono, y el 1 de mayo nos tomamos un té, amablemente. Nos encontramos los dos solos y fue un encuentro excepcional, porque encontré a un maestro de periodismo. Creo que él ha podido constatar que yo no soy un enviado del Vaticano. 
 
Mi libro no es un libro de historia, es un libro de historias. Yo relato los testimonios de personas que tenían conocimiento de la ayuda de Bergoglio, y de otros que fueron protegidos de Bergoglio. Relaté esta parte de la historias, pero la historia argentina no puede ser escrita por Nello Scavo, es muy complicada y compleja. Ahora tenemos procedimientos judiciales abiertos, no es una página de historia cerrada. Yo no puedo decir que la historia terminó con mi libro. Claro que no. 
 
Si yo tenía en 1994 los documentos y los testimonios que tenía Verbitsky, yo escribía la misma cosa sobre Jalics, más allá de que Yorio murió hace pocos años con la certeza de que había sido entregado por Bergoglio. Por eso creo que este periodista no tuvo mala fe sobre esta información, sino que registró los testimonios y arribó a una conclusión que aparecía como una conclusión lógica. Pero atención: el cuarto voto es un voto de obediencia al Papa, pero Jalics tenía este convencimiento antes de que Bergoglio fuera Papa y el voto de obediencia al Papa no es un voto de obediencia contra la verdad. Si se conoce la constitución de los jesuitas, se sabe que los jesuitas deben ser obedientes al Papa, pero no mentir sobre la verdad. Yo pienso que cuando el padre Jalics dijo que se reconciliaba con esta historia, no es en referencia a un presunto perdón a Bergoglio, es una reconciliación con él mismo. El otro tema es que contra Bergoglio había algunos testimonios pero ninguna prueba, yo pienso que cuando Amnistía Internacional sostiene que la justicia argentina, la más avanzada de toda América Latina, no ha probado nunca nada contra Bergoglio, me pregunto, ¿Quién es Nello Scavo para decir que Bergoglio es culpable? Y repito: Verbitsky no escribió más que Bergoglio tenía una colaboración directa con la dictadura. 
 
Cronista.com

Habló uno de los jesuitas secuestrados: "Bergoglio nunca nos denunció"

Francisco Jalics despegó al Papa Francisco de la polémica y afirmó que no tuvo nada que ver con su detención.

Francisco Jalics, uno de los dos jesuitas secuestrados durante la última dictadura militar argentina (1976-1983), aseguró hoy que el papa Francisco, el argentino Jorge Bergoglio, no lo denunció ante la junta militar.

‘Estos son los hechos: Orlando Yorio y yo no fuimos denunciados por Bergoglio‘, afirmó Jalics en un comunicado publicado en la página web de los jesuitas en Alemania.

Poco después de la elección de Bergoglio como papa surgieron informaciones que apuntaban a que éste no ayudó lo suficiente a Jalics y Yorio, que formaban parte de su congregación y que fueron secuestrados y torturados en 1976.

En 1976, Bergoglio era el superior provincial de los jesuitas en la Argentina y los curas secuestrados -que fueron liberados meses después- pertenecían a su orden, según indica un cable de DPA.

Según Jalics, que actualmente vive en una casa espiritual en Alta Franconia, en Baviera, es falso suponer que su secuestro y el de Yorio ‘se produjeron por iniciativa del padre Bergoglio‘.

Antes me inclinaba por la idea de que habíamos sido víctimas de una denuncia. Pero a fines de los 90, después de numerosas conversaciones, me quedó claro que esa suposición era infundada‘, añadió el jesuita.

Jalics aclaró además que Yorio y él fueron secuestrados por su conexión con una catequista que primero trabajó junto a ellos y ‘luego ingresó en la guerrilla‘.

‘Durante nueve meses no la vimos más, pero dos o tres días después de su detención también fuimos detenidos. El oficial que me interrogó me pidió los documentos. Cuando vio que había nacido en Budapest creyó que era un espía ruso‘, indicó.

‘En la congregación jesuita argentina y en círculos católicos se extendieron en los años previos informaciones falsas que indicaban que nos habíamos mudado a los barrios carenciados porque pertenecíamos a la guerrilla. Pero ese no era el caso. Supongo que estos rumores fueron motivados por el hecho de que no fuimos liberados inmediatamente‘, añadió.

Tras el cónclave en el que Bergoglio resultó electo, Jalics había publicado un comunicado que tuvo diversas interpretaciones. ‘No puedo juzgar el papel de Bergoglio en estos sucesos‘, escribió en ese texto.

El Vaticano rechazó las acusaciones respecto al comportamiento del papa Francisco durante la última dictadura y Jalics, en sus primeras declaraciones, reconoció que no fue hasta años después de su liberación y de haber dejado Argentina cuando habló sobre lo sucedido con el arzobispo de Buenos Aires.

‘Después celebramos juntos una misa y nos abrazamos solemnemente. Yo me he reconciliado con lo sucedido y considero, por lo menos por mi parte, el asunto cerrado‘, aseguró sobre su secuestro durante la dictadura militar en 1976.

Los cuestionamientos al nuevo papa se centraron en la acusación de no haber ayudado a los dos jesuitas. El propio Bergoglio declaró haberles advertido de los peligros y haber intentado interceder por ellos ante la junta militar, pero sin éxito.

Yorio murió hace unos años, mientras que Jalics vive en una casa espiritual en Alta Franconia. Según su orden, actualmente se encuentra en Hungría.

 

 



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