GINEBRA (AP) — El Vaticano reveló el martes que, durante la última década, expulsó a 848 sacerdotes que violaron o acosaron a niños, y que sancionó
a otros 2.572 con penas menores, la primera vez que informa con detalle la forma en que manejó los más de 3.400
casos de abusos reportados a la Santa Sede desde 2004.
El nuncio apostólico del Vaticano en Ginebra, el arzobispo Silvano Tomasi, dio a conocer las estadísticas durante el segundo día de
interrogatorios por una comisión de las Naciones Unidas que monitorea la implementación del tratado del organismo mundial contra la tortura.
Tomasi insistió en que la Santa Sede sólo está obligada a adherirse al tratado contra la tortura dentro del pequeño Estado Vaticano,
habitado solamente por unos cientos de personas.
Sin embargo, en un hecho significativo, no disputó el argumento de la comisión de que la violencia sexual contra los niños puede ser
considerada tortura. Los expertos legales han dicho que el clasificar los abusos sexuales como tortura podría exponer a la Iglesia
católica a una nueva oleada de demandas, ya que en muchas partes del mundo los casos de tortura no prescriben.
Tomasi también proporcionó estadísticas de cómo la Santa Sede enjuició globalmente los casos de abusos sexuales en la última década.
En 2001, el Vaticano requería que los obispos y los superiores de órdenes religiosas enviaran todos los casos creíbles de abusos a Roma
para su revisión, tras determinar que estaban trasladando a los sacerdotes pedófilos de diócesis en diócesis en lugar de someterlos a juicios
en la Iglesia. No fue sino hasta 2010 que el Vaticano le dijo explícitamente a los obispos y a los superiores que también reporten
los casos creíbles a la policía donde las leyes locales así lo exijan.
Las estadísticas del Vaticano son notables en el hecho de que muestran cómo los momentos con cifras más elevadas a lo largo
de los años —tanto de casos reportados como de sanciones aplicadas— paralelamente equivalen aproximadamente a los años en
que los escándalos de abusos estaban en las noticias. Y mostraron que, lejos de disminuir en los últimos años, la cifra de casos
reportados anualmente al Vaticano ha permanecido constante en alrededor de 400 desde 2010, el último año en que el escándalo
estalló por todo el planeta. Sin embargo, estos casos son en su mayoría abusos que ocurrieron hace décadas.
The Associated Press reportó en enero que el entonces papa Benedicto XVI expulsó a 384 sacerdotes en los dos últimos años de
su pontificado, con base en documentación que la delegación de Tomasi había preparado para otra audiencia de la ONU en la que
se monitoreaba el cumplimiento a un tratado en torno a los derechos de los niños. Esa documentación coincidía con datos
contenidos en las publicaciones anuales de estadísticas del Vaticano.
Tomasi le dijo a la AP el martes que las cifras de enero estaban "incompletas" y que los datos que él proporcionó ese mismo día a
la comisión de la ONU representan el primer desglose amplio año tras año de casos reportados y enjuiciados. Sin embargo, las cifras
sólo cubren casos manejados directamente por la Santa Sede, no los que estuvieron a cargo de tribunales diocesanos locales,
lo que significa que la cifra total de sacerdotes sancionados probablemente es mucho mayor.
Los datos mostraron que, desde 2004, el Vaticano recibió unos 3.400 casos, expulsó a 848 sacerdotes
y sancionó a otros 2.572 con penalizaciones menores.
Hay poco más de 410.000 sacerdotes católicos en todo el mundo, de acuerdo con el Servicio Noticioso Católico.
El repunte más reciente comenzó en 2010, cuando se reportaron 464 casos, más del doble que en 2009. A partir de ese mismo año,
el Vaticano comenzó a recurrir más y más a una penalización menor de sentenciar a los sacerdotes acusados a una vida de penitencia
y oración u otro tipo de castigo, fórmula usada con frecuencia cuando el sacerdote es anciano o está enfermo.
Tomasi hizo énfasis en que esas sanciones menores de todas formas equivalían a un castigo, y que el acusado es
"colocado en un lugar en el que no tiene contacto alguno con niños".
Winfield contribuyó desde Roma.