Rostislav Ischenko,
politólogo, presidente del Centro de análisis de sistemas y pronósticos, en
entrevista para Svobodnaya Pressa.
Traducido del ruso por Josafat S. Comín
Rechazar
la propuesta de detener la violencia y entablar negociaciones, hubiera resultado
bastante extraña. Otra cosa es que Vladímir Putin hiciese públicas las tesis
que llevó a Moscú el presidente de la Confederación Helvética. Pero en el este
y sur de Ucrania, no son ni Putin, ni los suizos, ni la OSCE los que están
combatiendo. La guerra civil en Ucrania ha entrado en una fase de agudización. Si
interpretamos los acuerdos de paz, como los entiende Kiev, los milicianos están
obligados a desarmarse, tras lo que serían detenidos. Sin embargo no es esa la
manera de poner fin a una guerra civil.
En ese sentido, ¿qué algoritmo y
secuencia de acontecimientos le parece más realista?
Para
empezar se debería separar a las partes en conflicto: El primer paso sería
retirar a las tropas gubernamentales. Porque son precisamente la fuerzas de
Kiev las que han llegado para tomar las ciudades del este y sur, y no al revés.
Solo después de eso se pueden iniciar las negociaciones. En caso contrario nos
encontraremos con una nueva “Ginebra”, cuando las fuerzas externas se sientan y
se ponen de acuerdo, sin escuchar la opinión de una de la partes en conflicto.
Hasta
donde yo sé, Kiev no está dispuesto a retirar sus tropas. Lo cierto es que Occidente
ha empezado a ponerse nervioso con las negociaciones, ya que la denominada “operación
antiterrorista” está resultando un fiasco absoluto. Todas las fuerzas, que han
sido capaces de movilizar los dirigentes de Maidán, llevan ya una semana
asediando una ciudad con una población de 100 mil habitantes y no pueden
presumir de ningún éxito, amén de las pérdidas que han tenido de blindados,
helicópteros y bajas humanas.
Podemos deducir que en cuanto “Maidán”
comienza a perder, Occidente propone entablar negociaciones.
Totalmente
cierto. Kiev utiliza las negociaciones para reagrupar sus fuerzas y después
volver a la ofensiva.
Los medios y políticos occidentales
intentan convencer a la comunidad internacional de que Moscú controla y maneja
por completo la situación en el este y sur de Ucrania
Es
evidente que se trata de un mito propagandístico. Como si los milicianos
tomasen las armas y se fueran a dormir siguiendo las órdenes de Moscú. Cualquier
persona con un mínimo de sentido común, entiende que con una orden de Moscú no
se puede adiestrar y mucho menos obligar, a combatir a miles de habitantes
pacíficos. Si creyésemos en las declaraciones oficiales de Kiev, ya se han
arrestado en el sur y este a dos o tres centenares de saboteadores del FSB y la
GRU. Si es así que enseñen a uno aunque sea. No lo hacen, porque aparte de
civiles que han tomado las armas en una guerra civil que se les ha impuesto,
allí no hay nadie.
Pondré
otro ejemplo. Supongamos, que hubiese fuerzas que pudiesen influir en el
Ejército Republicano Irlandés en el Ulster. Pero nadie pudo obligarles a desarmarse
y reconocer al gobierno de Londres. El IRA continuó combatiendo hasta que
Londres no accedió a hacer concesiones y no entabló negociaciones
constructivas. E incluso después, no fue en absoluto fácil apagar ese
conflicto. Una situación idéntica encontramos en Ucrania. Putin puede llegar a
acuerdos con Obama y Merkel, pero las partes deben querer ellas mismas entablar
negociaciones. En caso contrario habría que introducir tropas extranjeras y
desarmar a todos, para poder empezar a negociar.
¿Estarán de acuerdo los milicianos del
este y sur de Ucrania en seguir la “hoja de ruta”, que sea diseñada por los representantes
de la OSCE?
Los
primeros pasos, los considero plenamente aceptables. Es decir, realmente se
necesita separar a las partes en conflicto. Pero los siguientes pasos, yo no
los recetaría. Deben ser acordados en el proceso de diálogo de las dos partes
en guerra civil. El sur y este deben decidir por sí solos, cómo ven su futuro,
formando parte de Ucrania o dando forma a un “divorcio civilizado”. Cuando el presidente
de Suiza receta de antemano, cuáles son los puntos en los que deben ponerse de
acuerdo las partes en conflicto, eso suena demasiado presuntuoso. Le recuerdo
que en su día, Iosif Visarionovich preguntó: ¿Cuántas divisiones tiene el Papa
de Roma? Lo mismo aquí: ¿Cuántas divisiones está Suiza dispuesta a enviar a
Ucrania, para llevar a buen puerto su plan?
¿Se atreve a dar un pronóstico de cómo
acabará la reunión del gobierno de la República Popular de Donetsk?
Lo
único que puedo afirmar de modo inequívoco, es que en esa sesión se va a
debatir la iniciativa de la OSCE, apoyada con reservas por Vladímir Putin. Yo
personalmente considero que aplazar la celebración del referéndum no sería
lógico. Por supuesto sería una consulta que se celebrase en condiciones de guerra
civil. Por lo que los resultados de la consulta tendrían una legitimidad
relativa. La misma, por cierto, que la que puedan tener las elecciones
presidenciales del 25 de mayo, convocadas por Kiev. Hay que entender que un
plebiscito no se convoca para obtener una solución absolutamente legítima. Más bien,
habría que enfocarlo como una palanca complementaria de presión sobre Kiev. Del
mismo modo que las elecciones presidenciales en Ucrania se celebran para dar a
los norteamericanos esa misma palanca de presión diplomática. En ese sentido
trasladar la fecha de celebración del referéndum, no cambia nada.
Extraído de http://svpressa.ru/politic/article/87061/