Con el Mundial a la vuelta de la esquina, un periodista inglés analiza las chances de la Selección dirigida por Sabella y guiada por Messi y un esperanzador 'pelotón' ofensivo.

Hay un viejo dicho en Argentina que se ha colado en el vocabulario de casi todos los ciudadanos. 

"Dios es argentino", afirman en referencia a la envidiable ubicación geográfica del país y a las riquezas naturales con las que cuenta, una combinación de factores que a los millones de inmigrantes empobrecidos que cruzaron el océano Atlántico desde España, Italia y otros lugares les debe haber parecido como encontrar el cielo en la tierra. 

En 2014, con la máxima autoridad de la Iglesia Católica Romana, el Papa Francisco, nacido en Buenos Aires, y el mejor futbolista del mundo, nacido a unos cientos de kilómetros en Rosario, una vez más Argentina alimenta la esperanza divina de levantar la Copa del Mundo.

El sorteo también elevó las expectativas. Compartiendo el Grupo F con Bosnia, Nigeria e Irán, los futboleros argentinos esperan alcanzar, al menos, las semifinales del Mundial, si los resultados se dan como especulan. Pero si Argentina puede llegar a conquistar su tercer título, hay un montón de razones más y todas con los pies sobre la tierra.

Los títulos anteriores de la Argetina en la competencia más importante del fútbol fueron en 1978, de la mano de la estrella del Valencia Mario Kempes. Con sus seis goles, el Matador guió a su Selección hacia la gloria en su propa tierra, aunque no sin cierta polémica en el camino. 

Ocho años más tarde, fue el turno de Diego Maradona, que se encargó de volver a llevar la Copa del Mundo a la Argentina, marcando incluso uno de los goles más impresionante de todos los tiempos para convertirse en una leyenda del fútbol.

Esta vez, es el momento de Lionel Messi, un hombre que ha luchado más que nadie por el reconocimiento de sus propios compatiotas, para demostrar que puede seguir esos ilustres pasos de Maradona. Pero la Pulga no estará solo en Brasil.



Argentina llega a la Copa del Mundo con el mejor pelotón de ataque de los 32 equipos que participarán en Brasil. Esta es la virtud del equipo de Alejandro Sabella, quien espera que Argentina supere a cualquier rival que se le cruce en su camino, sellando la victoria por el mero hecho de hacer más goles que los que recibirá.

Messi, por supuesto, es crucial para los planes de Argentina. La función de la estrella de Barcelona en la Selección es similar a la que cumple en el equipo culé, aunque jugando un poco más retrasado para convertirse en el nexo entre los del medio y los delanteros netos. Durante las Eliminatorias, anotó 10 goles y terminó como segundo máximo goleador. Pero a su lado tiene a tres compañeros de lujo.

Gonzalo Higuaín igualó en gritos a su compañero de equipo, con 10, durante la fase de clasificación al Mundial y demostró en su temporada debut en Napoli que está bien arriba entre los mejores centrodelanteros del mundo. Sergio Agüero puede aparecer en cualquier lugar del ataque desparramando todo su talento e inteligencia.

La clave del éxito de Argentina puede estar ahí, en la parte de arriba. La gran actuación de Ángel Di Maríaen la consagración de Real Madrid en Champions League ante el Atlético prolongó las ilusiones albicelestes más allá de Messi. Con Sabella, el zurdo encontró su mejor funcionamiento en la Selección.

Pero, por supuesto, no todo es perfecto para Argentina. La defensa sigue sin convencer, aunque la aparición de Ezequiel Garay como zaguero de primera clase (está en los planes de Manchester United y Bayer Munich) y la consistencia de Pablo Zabaleta ayudaron mucho a mejorar y tapar los huecos que antes eran muy evidentes. Detrás de ellos, el arquero Sergio Romero tiene una de las mayores responsabilidades del equipo; fue suplente en Monaco toa la temporada y llega sin ritmo de juego al Mundial.

El objetivo de Argentina será minimizar la exposición de esos puntos débiles. Los equipos rivales serán presionados en su propia área, hostigados y acosados en todo el campo de juego. Si eso no funciona,Javier Mascherano está ahí para destruir en el medio de la cancha, recuperando y distribuyendo.

Es una estrategia arriesgada. Pero si existe alguna Selección que tiene los jugadores y las herramientas para hacer que funcione, esa es Argentina que, veintiocho años después de levantar su última Copa del Mundo, tendrá una gran oportunidad de poner fin a esa sequía.