Inferir sobre la ocurrencia de un escenario político posible nunca fue tan previsible en tiempos recientes de la Venezuela chavista. Atrás quedaron una versión de las multitudes de pueblo; de sus esperanzas, deseos de una grandeza que Chávez podía venderles, la Venezuela del siglo XXI.
Indudablemente, todos conocemos el lugar común, se respira y siente que Venezuela va hacia un cambio, transitamos la salida de un modelo político incuestionablemente popular, y politológicamente populista, Chávez hizo que el esfuerzo de gobiernos anteriores de regalar lo que no era suyo se viese en pañales comparado con la descomunal y desmedida plataforma de su gasto público. Obviamente que en su ausencia salen las debilidades estructurales heredadas ahora por su sucesor, el presidente Maduro.
Después de meses de gestión de su política económica, caracterizada por la creciente escasez de productos y convulsiones políticas y sociales, se empiezan a ver las consecuencias en significativos impactos en la vida común de los venezolanos. Empezando por la increíble devaluación de la moneda, que pasó de 4,30 a 50 bolívares por dólar, lo que nos convirtió a los trabajadores venezolanos entre los peores pagados del hemisferio con un sueldo de 80 dólares al mes.
En Estados Unidos acaban de aumentar el sueldo mínimo a 9 dólares por hora lo que equivales a 54 dólares por jornada diaria; en el comparativo nosotros tenemos que trabajar un mes lo que un trabajador norteamericano hace en 2 días.
Si antes un televisor pantalla plasma de 42” costaba 5.000 bolívares hoy cuesta 50.000. Si antes un carro costaba 150.000, hoy, 600.000. Un apartamento costaba 500.000, hoy, 3 millones, y hablamos de que ese antes era el año pasado…
Analistas coinciden en sus estudios en una creciente sensación de malestar social, de empobrecimiento general, de aislamiento y desconexión entre el gobierno y la población.
Quienes parecen resentir más esta situación es el segmento D de la estratificación. Esta clase social la podemos ubicar geográficamente, si estamos en Caracas, por ejemplo, en El Valle, Coche, Caricuao y 23 de Enero, y sus ingresos oscilan en un promedio de entre 10.000 y 25.000 bolívares. Allí el efecto de las políticas del nuevo gobierno han sido devastadores minando progresivamente su poder de compra. En esta ecuación de malestar social hay que agregar el resto de los componentes, la inseguridad, los malos servicios públicos, la intolerancia política entre otros.
Ese capital político de apoyo que tenía abonado Chávez en el segmento D y del cual tanto se jactaba el PSUV, que no quede la menor duda de que está diluyéndose aceleradamente como sal entre las manos. El sector intuye que el gobierno prepara una agenda económica que terminará por eliminarle lo que queda de las fuentes de un sistema complementario de subsidios que abasteció a precios bajos.
Ante este panorama desolador de nuestra economía y sociedad hay elementos de base como para especular con cierto grado de flexibilidad sobre la imposibilidad de que el PSUV pueda recuperarse en esos espacios políticos, pero, aún peor, de seguir la tendencia a la baja que marcan las encuestas sobre la popularidad de Maduro, es muy probable que el respaldo en el segmento E se vea seriamente afectado.
Incuestionablemente, el espacio dejado por el PSUV será llenado por la oferta electoral de la oposición, que no es la panacea ni ofrece algo que no conozcamos, sin embargo, así funcionan las leyes de la física y de la política también.
Recientemente salieron unas fotos de Capriles con la barba expuesta pateando los barrios; si sigue así es muy probable que logre su objetivo, aunque atrás y de cerca le sigue los pasos Henri Falcón. En fin, ojalá que alguno de estos venezolanos y venezolanas con posibilidades electorales realmente puedan llevar la luz a los sectores populares. Porque el espejismo del populismo tiene su encanto y fascinación. No va a ser fácil ofrecer lo que ofreció Chávez. Quizás puedan ofrecer algo mejor y que nadie antes se ha atrevido a hacer por los venezolanos, un gobierno digno que respete a los ciudadanos; un gobierno transparente.
Que por vez primera los venezolanos podamos decir que desde el gobierno se muestran los ingresos y egresos de nuestra industria Pdvsa; un gobierno que castigue la corrupción, que elimine la exclusión social y política; que realmente entierre la Lista Tascón, que abra toda su gestión al escrutinio público y que convoque al cogobierno con los ciudadanos comunes. No es solo llenarse la boca hablando de transparencia, es ser realmente transparente;, existen métodos, mecanismos, programas o software disponibles para que la ciudadanía acceda a esa información, porque a la final todo este desastre que vivimos los venezolanos tiene su origen en el secreto, en la ventaja, en los grupos de poder… en la corrupción.
Prometo escribirles a menudo sobre este tema y les confieso que siento en lo personal un alivio al llevar este mensaje a ustedes mis conciudadanos. Esta tribuna es para enaltecer la integridad y el valor de la otra Venezuela. Insisto: transparencia, transparencia y más transparencia.
*Politólogo