Editorial julio 2014
En la
situación actual, por la que transita el capitalismo español, el
destacamento revolucionario tiene que hacer una evaluación rigurosa de
cuál es el margen de maniobra del bloque histórico de poder
oligárquico-burgués para recomponer su maltrecha situación.
Esta es una cuestión que no se resuelve
solo mirando hacia el bloque de las actuales clases dominantes, sino
también haciendo la evaluación de su contrario -la clase obrera y los
sectores populares-, de su grado de conciencia y de su nivel de
organización.
El último movimiento de esas clases
dominantes ha sido el sorpresivo relevo en la Jefatura del Estado,
anunciada el pasado 2 de Junio. La precipitada, chapucera y lánguida
ceremonia de coronación de Felipe VI es una demostración evidente del
grado de agotamiento y deterioro de la hegemonía del capitalismo
español, y, quizás también, de las fisuras existentes en su interior en
relación a la elección de la estrategia más adecuada que deben seguir
para remontar esta situación.
Las principales multinacionales
españolas, las distintas fracciones de la oligarquía, el capital
financiero, etc., viven una fuerte tensión interna, cada una de ellas
buscando, a la desesperada, la salida más ventajosa para remontar sus
dificultades presentes. Y en esto no hay coincidencias, pues lo que
conviene a una fracción perjudica a otra, y cada una trata de avanzar
pisando a la otra. El viraje hacia América Latina, la alianza con los EE
UU, la mirada hacia la UE, el apoyo al TLC de EE UU con la UE, o las
relaciones prioritarias con China y con los capitalismos emergentes, son
algunas de las preferencias en disputa.
El actual bloque dominante tiene una
alta preocupación por los procesos de cambio social, y dedica serios
esfuerzos para conseguir mantener el control y la manipulación del
dinámico proceso de cambio de subjetividad de la clase obrera. El gran
conjuro es el de tratar de impedir el crecimiento del Partido Comunista
en esta situación y, con ello, el avance de la conciencia de clase hacia
posiciones revolucionarias
Siete años de crisis capitalista
pertinaz están agotando los tiempos de la resignación y la subordinación
a la ideología dominante. La clase obrera busca respuestas y busca
caminos para cambiar su actual terrible situación. Las distintas etapas
de desarrollo cambiante de la conciencia de clase -a partir de la alta
hegemonía oportunista en el boom económico 1994-2007-, han pasado por la
resignación esperanzada, las tímidas protestas masivas, 15M, las
alternancias de poder, la abstención, ….
Amplias masas obreras van experimentando
la sucesiva frustración de las distintas ilusorias posiciones que han
adoptado ante la crisis capitalista. Esas masas están viviendo un
intenso proceso de aprendizaje en el que se queman las etapas una tras
de otra con un gran dinamismo. La misma militancia revolucionaria
también se desarrolla en esta dialéctica de acierto-error en la búsqueda
de la forma más eficaz para enfrentar esta situación. Desde quienes han
defendido las posiciones más paternalistas de dirigirse a la clase
obrera, considerando que “no entiende”, hasta las actuales posiciones
más avanzadas de entender que la tarea del Partido Comunista es la de
explicar a la clase obrera la salida socialista-revolucionaria de esta
situación actual, experimentando en las luchas concretas que este es el
camino por el que las cosas avanzarán con más rapidez y eficacia.
En la Primera Transición la burguesía
contó con un partido eurocomunista que le ayudó a amortiguar la lucha de
clases y a consolidar su hegemonía, en esta Segunda Transición que la
burguesía trata de transitar, a partir de la usurpación de la Jefatura
del Estado por Felipe VI, la burguesía sabe que tendrá enfrente a un
Partido Comunista organizando la lucha de la clase obrera sin
concesiones al pacto interclasista.
Por
eso, y con más razones, es una prioridad a la que hay que dedicar todas
las fuerzas el avance de la construcción del Partido Comunista, y al
simultáneo desarrollo de una política de alianzas expresada en el Frente Obrero y Popular por el Socialismo (FOPS), cuyo núcleo principal son los Comités para la Unidad Obrera (CUO) y los Comités Populares
(CP) organizados territorialmente y por frentes de masas temáticos. Una
política de alianzas regida por esta directriz -fuera de las viejas
concepciones del Frente de Izquierdas- y con una concepción de lucha de
masas a la ofensiva, será la herramienta fundamental con la que la clase
obrera se podrá enfrentar, con posibilidades de victoria, a las
maniobras de distracción articuladas en los distintas formas del
reformismo-oportunismo que, con un amplio apoyo mediático por parte de
las clases dominantes y sus aparatos de poder, arrojan arena a los ojos
de la clase obrera.
No hay mejora en la situación económica
del capitalismo español, tan solo y en el mejor de los casos es una
transitoria estabilización en el fondo del pozo, que llevará a la clase
obrera a ser sometida a una mayor tasa de explotación, menos derechos
laborales y más pobreza. Las carencias alimentarias que hoy soportan más
de 2.300.000 niños/as en este país nos están dejando una generación que
crece marcada por este déficit alimentario que producirá secuelas
imborrables en su conformación futura, de carácter, de propensión a
enfermedades, patologías diversas, etc.; una generación marcada por el
hambre de hoy. Al tiempo coexiste con una generación que soporta la
crisis en la que debía ser su edad de su tránsito al empleo, y que será
una generación perdida que no encontrará trabajo en todos esos años
decisivos, una generación perdida con sus proyectos de vida personales
frustrados por el capitalismo. En el otro extremo, quienes todavía
conservan derechos al cobro de una pensión, han visto que sus
expectativas de una vejez sin agobios se han transformado en asumir ser
los mantenedores de dos y tres generaciones, viéndose privados de lo más
elemental para tratar de paliar la pobreza que afecta al grupo
familiar.
Quebrar las ilusiones que el oportunismo
trata de insertar hoy en la conciencia de los trabajadores y las
trabajadoras, y llevar esta situación a un desenlace revolucionario, es
la tarea más actual del Partido de la clase obrera en la lucha política
de masas.
Por ello la responsabilidad del momento
es la de aprovechar la actual inestable situación de las clases
dominantes para lanzar el contraataque con todas nuestras fuerzas,
organizando a la clase obrera como alternativa de poder, y al Partido
Comunista como la fuerza rectora del nuevo proyecto histórico. Esta es
una cuestión que el actual desarrollo de la lucha de clases nos coloca
en nuestra agenda inmediata. Poder Obrero y socialismo-comunismo.
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Categoría: Editorial
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Publicado: 06 Julio 2014