Él fútbol tiene dos caras: dentro y fuera de las canchas. Alemania campeonó en ambas. Incluso antes de que inicie el Mundial, los alemanes ya habían comenzado su conquista. Joachim Löw, entrenador de la selección, tenía en mente conseguir la Copa de Brasil 2014, pero sabía que para ello necesitaba trabajar en un lugar especial para sus entrenamientos, lejos de las cámaras. El año pasado, la Federación Alemana de Fútbol viajó a Brasil en busca de ese espacio perfecto, y lo encontró. O bueno, algo así. El lugar no existía más que en su mente, pero el terreno y el permiso lo tenían. Entonces, solo hacía falta construirlo.
Esta fue la idea que se tenía del lugar.
En un principio fue tomado como broma. El deseo de Joachim Löw parecía más una locura que algo real, pero el técnico estaba seguro de lo que quería y la autorización de la FIFA hizo que sea posible: el espacio ideal para los trabajos de Alemania estaba a 30 kilómetros de Porto Seguro, tenía 15 mil metros cuadrados y se llamaría Campo Bahía. El siguiente paso fue crearlo.
Campo Bahía, lugar que construyó la Selección de Alemania.
El gobierno estatal, consciente de los beneficios, no tardó en firmar las licencias necesarias. No se llevó empleados alemanes, la misma gente de la zona tuvo la oportunidad de trabajar en la construcción del complejo hotelero que constaba de 14 viviendas de dos plantas, 65 habitaciones, edificios administrativos, piscinas, cancha de fútbol para los entrenamientos, gimnasio y hasta un pequeño aeropuerto a 30 kilómetros, que serviría para trasladarlos a Fortaleza, Recife y Salvador de Bahía.
En esta cancha entrenaron los alemanes durante el Mundial.
Ahora que los alemanes regresan a su país, este pueblo construido pasará a ser propiedad de los habitantes de Santo André, quienes además, como premio al trabajo realizado, recibirán un complejo turístico junto al mar que les servirá para generar ingresos. Una carretera, un centro de salud y 10 mil euros para adquirir una ambulancia son otros de los beneficios que los brasileños tendrán. Y como si ello fuera poco, los alemanes no dejaron pasar lo más importante: la educación. Cierta parte del complejo será usada como escuela para los niños más pobres de la zona.
Alemania ha pasado a la historia. No solo por ser el primer país europeo en levantar la Copa del Mundo en América, ni por haber construido su propio lugar de concentración, sino también, y sobre todo, por haber hecho algo en beneficio de toda una localidad, de un país ajeno al suyo, en un continente lejano. Levantó una Copa que demostró merecer en el campo, y nos dejó una lección en la vida. Un ejemplo de campeón, dentro y fuera de la cancha.