El país cerró la pasada zafra, según la evaluación final, con rendimiento de 44 toneladas de caña por hectárea (t/h). Al medirse con los resultados del 2013 se creció el 9,7 % y es superior a las 26,7 que se tuvieron al iniciarse el quinquenio.
Sin ser todavía los niveles que demanda la producción azucarera, la tendencia a la mejoría debe incrementarse en la medida en que algunos territorios alcancen, al menos, el promedio de la anterior campaña.
Liobel Pérez Hernández, especialista de Comunicación Institucional de Azcuba, reconoció a las provincias que más caña entregaron a la industria: Matanzas, Mayabeque, Granma, Ciego de Ávila y Artemisa, las cinco con valores que oscilan entre 51 y 49,7 toneladas por hectárea.
Un segundo grupo, aunque distante de la avanzada, lo forman Villa Clara, Camagüey, Cienfuegos, Las Tunas, Holguín y Santiago de Cuba. Sancti Spíritus y Guantánamo terminaron con promedios inferiores a las 38 (t/h).
Lamentable que algunos colosos como el Uruguay, que se caracterizan por la probada eficiencia y ser sistemáticos cumplidores, no dispongan de un volumen mayor de caña molible. Pero los espirituanos están empeñados en revertir esa situación.
Destaque especial para el central Jesús Rabí, de Matanzas, al lograr un impresionante balance de 71,1 t/h. Le siguen el Arquímides Colina, de Granma; Abraham Lincoln, de Artemisa; Ecuador, de Ciego de Ávila; Abel Santamaría, de Villa Clara y Boris Luis Santa Coloma, de Mayabeque.
Importante rol desempeñan en el trabajo por aumentar los rendimientos de caña las Unidades Empresariales de Base (UEB) que atienden a los productores.
De estos colectivos, 45, o sea el 69 %, liquidaron a razón de 40 t/h o más, favorable señal si se tiene en cuenta lo que significan las UEB.
Lo antes señalado no obedece a una obra mágica, depende de los beneficios que reciban las plantaciones, de la calidad de la siembra, la composición varietal y de no atrasar las labores que deben hacerse tras el corte. Cierto que el clima influye, pero esa adversidad, de existir, hay que enfrentarla con inteligencia y un óptimo aprovechamiento de los recursos e insumos disponibles, dígase regadío, fertilizantes, un cuidado sistemático y llevar a lo mínimo las pérdidas durante la cosecha y el trasiego hacia la industria.