Article publicat per Vicenç Navarro a la columna “Pensamiento Crítico” al diari PÚBLICO, 18 d’agost de 2014.
Aquest article denuncia les
tergiversacions que els majors mitjans d’informació espanyols estan fent
en la seva cobertura del conflicte d’Ucraïna.
Cuando se escriba la historia de lo que
está ocurriendo en Ucrania, espero que se documente claramente la enorme
manipulación que los medios de mayor difusión en España están
realizando sobre lo que está ocurriendo ahora en aquel país. La versión
oficial, sin ninguna voz alternativa que la desmienta, es que la
población en Ucrania desea la libertad, lo que significa integrarse en
la Unión Europea, frente a unas fuerzas pro rusas que están lideradas y
manipuladas por el dirigente ruso Vladímir Putin, que desea la escisión
de las partes del este y del sur de Ucrania y su integración en Rusia.
La guerra que estamos viendo en aquel país se está llevando a cabo
también a nivel mediático, ocultando hechos, exagerando otros y
mintiendo a mansalva.
A los que sean escépticos respecto a la
credibilidad de los medios les aconsejo que, además de leer mis
artículos (“Lo que no se está diciendo sobre Ucrania”, Público,
18.03.14; “Lo que no se está diciendo sobre Ucrania. Parte II”, Público,
31.03.14; “Las falsedades de los mayores medios españoles en su
cobertura de Ucrania”, Público, 24.04.14), lean la entrevista a
Volodymyr Ishchenko (a partir de ahora VI), director de la revista de
izquierdas ucraniana Spilne, publicada en el último número (nº 87) de
New Left Review (pp. 7-33). La Ucrania que este autor, sociólogo de
formación, describe y la que usted conoce a través de los rotativos de
mayor difusión no se parecen en nada. Está claro que una de las
versiones de Ucrania –la de VI o la de los medios españoles de mayor
difusión– no responde a la realidad. La evidencia, fácilmente
contrastable, señala claramente que son los mayores medios de
información los que han falsificado la situación.
VI indica que Putin es un oligarca ruso
carente de sensibilidad democrática. Hasta aquí nada nuevo. Ahora bien,
la gran diferencia es que la evidencia existente, mostrada por VI, no
avala la postura promovida por los medios de información de que Putin
desea integrar a Rusia las partes sur y este de Ucrania. Como VI indica,
tal integración le supondría un enorme coste económico a Rusia, y lo
que es igualmente importante, no tendría ni las garantías ni la
seguridad de que pudiera controlar al movimiento pro ruso que ya existe
en estas partes de Ucrania. En realidad, estos movimientos pro rusos
están muy inspirados por la experiencia ocurrida en Ucrania durante la
II Guerra Mundial. Su memoria y punto de referencia histórico es más la
Unión Soviética que Rusia. La memoria histórica viva en esas partes de
Ucrania es la que recuerda la lucha de las clases populares, como parte
de la Unión Soviética, contra el nazismo, incluyendo el fascismo
ucraniano, cuyos herederos están hoy muy bien representadas en el
gobierno ucraniano, controlando puestos estratégicos, tanto en el
gobierno actual de Ucrania como en el movimiento nacionalista ucraniano y
en el movimiento Maidán, que desean hoy la integración de Ucrania en la
Unión Europea.
VI señala que los símbolos y la
narrativa de la mayoría de movimientos pro rusos del sureste de Ucrania
son los del lado soviético durante la II Guerra Mundial. De ahí que VI
subraye que lo último que desea Putin es, precisamente, recuperar el
proyecto soviético en Rusia. Es más, la notable simpatía que estos
movimientos están generando en Rusia está poniendo a Putin en una
situación muy incómoda. Putin pagaría un coste político elevado si se
presentara como anti movimiento pro ruso en Ucrania (que tiene un
importante componente pro soviético). Este movimiento originalmente no
era secesionista, pero se está transformando en tal, en respuesta a la
postura anti rusa del nacionalismo ucraniano, que ha ido adquiriendo un
tono fascista más y más acentuado, con actitudes nazis, alabando y
considerándose sucesor de las tropas ucranianas pro nazis que lucharon
contra la Unión Soviética. Esta actitud se mostró en su máxima expresión
cuando se quemaron vivos a treinta manifestantes pro rusos en el
incendio provocado por los pro nazis en el edificio central de los
sindicatos donde estaban refugiados tales manifestantes. Tal como ha
indicado el Profesor Stephen Cohen, uno de los mayores expertos en temas
soviéticos en EEUU, se está reviviendo la II Guerra Mundial en el
territorio ucraniano (Stephen F. Cohen “Kiev’s Atrocities and the
Silence of the Hawks”, The Nation, 04.08.14).
La enorme influencia de la ultraderecha
en el gobierno ucraniano y en la dirección de algunos movimientos anti
rusos se debe, en gran parte, a su capacidad organizativa y medios
proveídos, en parte, por las oligarquías ucranianas, así como el apoyo
recibido del gobierno federal de EEUU y de la Unión Europea. No refleja
la opinión del pueblo ucraniano que reside tanto en el este como en el
oeste (la mayoría de la población ucraniana no apoya la integración de
Ucrania en la OTAN, deseo sí expresado por el gobierno de Ucrania), aun
cuando el nacionalismo, sin alcanzar las expresiones pro nazis de la
ultraderecha, está extendido entre la mayoría de la población del oeste
de Ucrania.
La guerra civil en Ucrania: quién es quién
Es también interesante subrayar que la
intervención militar de lo que se llama “ejército ucraniano” es más una
intervención de grupos armados próximos a la ultraderecha que no de
unidades del ejército ucraniano. El generalato no se fía del
comportamiento de los soldados regulares del ejército. Y los grupos
armados son grupos altamente ideologizados pertenecientes, en su
mayoría, a la órbita de la ultraderecha (tal como ha señalado The New
York Times, 10.08.14, p.7). Es un error creer (como así hacen los
firmantes del manifiesto de apoyo a los movimientos ucranianos a favor
de su integración en la UE, y que incluyen a Ulrich Beck, Claus Offe,
Slavoj Zizek o Saskia Sassen, entre otros) que la mayoría de la
población del oeste favorable a la integración en la UE son fuerzas
progresistas, “cuya integración en la UE contribuirá a hacer tal unión
más justa” (ver el manifiesto “Support Ukrainians and they can help us
build a fairer Europe”, The Guardian, enero 2014). En realidad, estos
movimientos apoyan un Estado jacobino que prohibió el ruso como lengua
oficial ucraniana (su visión del Estado es parecida a la de los
jacobinos españoles) y favorecen las políticas neoliberales impuestas
por la Troika (el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y
el Banco Central Europeo), como hacen las derechas en España. En cuanto a
las fuerzas pro rusas, que en sus inicios eran más federalistas que
secesionistas, son milicias armadas, en su mayoría de origen civil, que
tienen también el apoyo de ciudadanos rusos pertenecientes en su mayoría
a movimientos nacionalistas rusos, así como de otros países que se
identifican con su causa. Su programa, por cierto, no es un programa de
nacionalización de los principales medios de producción (con notables
excepciones), con escasa incidencia en las coordenadas de poder
existentes en estas partes de Ucrania.
Las supuestas elecciones democráticas en Ucrania
Las elecciones a Presidente de Ucrania,
presentadas como necesarias para recuperar la credibilidad democrática
del Estado, registraron la mayor abstención que se haya producido en
Ucrania después del colapso de la Unión Soviética. El ganador fue el Sr.
Petro Poroshenko, un billonario (la sexta persona más rica de Ucrania,
según Forbes) que controla algunos de los medios de información más
importantes del oeste de Ucrania. La gran mayoría de la población del
este y sur de Ucrania se abstuvo en las elecciones, habiendo indicado
que su abstención se debía a causas políticas: su distanciamiento con el
resto de Ucrania. En realidad, el movimiento Maidán, que inició las
movilizaciones en las plazas del oeste de Ucrania, son, sobre todo,
clases medias y estudiantes que, como subraya VI, han idealizado a la
UE, deseando entrar en ella, incluso a costa de las enormes medidas de
austeridad que la UE y el Fondo Monetario Internacional están poniendo
como condición para la integración de Ucrania en la UE. El movimiento
Maidán no son los “indignados” de Ucrania, como erróneamente han
presentado y descrito los medios españoles. Sus propuestas son de claro
tinte neoliberal, y entran en conflicto con los deseos de las clases
populares. Tales propuestas económicas, sin embargo, no tienen gran
visibilidad mediática, enfatizándose más su nacionalismo que su
neoliberalismo. En realidad, la revuelta del este y sur de Ucrania es no
solo una protesta frente al nacionalismo ucraniano ultraderechista,
sino también una protesta frente a su neoliberalismo. Uno de los lugares
donde esta protesta ha sido mayor es la región de Donetsk, redefinida
por lo pro rusos como la República Popular de Donetsk. Ahora bien,
tampoco hay que idealizar a las fuerzas pro rusas, algunas de las cuales
incluyen nacionalistas rusos próximos a la Iglesia Ortodoxa rusa que
desean prohibir el aborto en la nueva república. En este contexto, la
influencia extranjera, en ambos lados, complica la situación
enormemente, creando las bases para una nueva Guerra Fría que puede
convertirse en caliente en caso de que no haya un movimiento
internacional de protesta.