- El Gobierno de Nigeria oculta casos de tortura (Imagen: Amnistía Internacional/La Despensa)
A Moses Akatugba le arrancaron las uñas para que confesara. Fue condenado a morir en la horca por un delito que supuestamente cometió cuando era menor de edad.
“El dolor de la tortura es insoportable.
Nunca pensé que viviría hasta el día de hoy.
El dolor que sufrí a manos de los agentes era inimaginable.
En toda mi vida, jamás me habían infligido un trato tan inhumano”
(Moses Akatugba, febrero de 2014)
El 27 de noviembre de 2005, Moses Akatugba, de 16 años, aguardaba los resultados de sus exámenes de secundaria cuando fue detenido por el ejército nigeriano, acusado de robar tres teléfonos. Durante la detención le dispararon en la mano y lo golpearon en la cabeza y la espalda. Más tarde fue trasladado a la comisaría de policía, donde según su propio testimonio, lo golpearon brutalmente con machetes y porras, y permaneció atado y colgado durante varias horas en salas de interrogatorio. Además, le arrancaron las uñas de las manos y de los pies con unos alicates, todo ello para obligarlo a firmar dos confesiones.
Durante el juicio, el agente encargado de la investigación no se presentó y Moses fue condenado bajo la base de la declaración de la víctima y las dos confesiones realizadas bajo tortura. Tras ocho años en prisión, Moses fue condenado a muerte por ahorcamiento. Nunca ha podido recurrir la causa ante la autoridad judicial por los presuntos actos de tortura a los que fue sometido. Actualmente, espera en el pabellón de los condenados a muerte de la prisión de Okere, en el Estado de Delta, Nigeria.
Debe abrirse una investigación sobre las denuncias de Moses Akatugba de que fue torturado y objeto de malos tratos a manos de la policía y del ejército, y debe conmutarse de inmediato la condena a muerte.