
En el teatro antiguo, los espectadores conocían de antemano
el trágico final de la obra que estaban viendo. Cegados por los dioses,
los personajes traducían en actos lo que decían rechazar. Pero el coro
revelaba a los espectadores los proyectos del Destino.
La tragedia que hoy se desarrolla en Kobane (en árabe, Ain al-Arab) fue escrita para tener como desenlace el genocidio anunciado de 300 000 kurdos de Siria.
El Emirato Islámico ya controla varios barrios de la ciudad y numerosas
localidades de sus alrededores y si el Ejército Árabe Sirio no logra
romper las líneas de esa organización yihadista… los kurdos serán
masacrados.
Los combatientes del PYG (partido autonomista kurdo que respalda la
preservación de la República Árabe Siria) han asumido la defensa de la
población kurda. Pero Turquía ha sellado su frontera, de manera que los
civiles no pueden huir entrando en territorio turco ni los refuerzos del
PKK (partido independentista kurdo en Turquía vinculado al PYG) tampoco
pueden pasar la frontera turca para ayudar a la población kurda de
Siria.
A la cabeza de los combatientes kurdos que se baten en Kobane está
Mahmud Barkhodan y su segundo al mando es la combatiente Narin Afrine,
cuyo verdadero nombre es Mayssa Abdo. La noticia de que una mujer funge
como segundo al mando de los combatientes kurdos en Kobane sembró
el pánico entre los hombres del Emirato Islámico, convencidos de que la
muerte a manos de una mujer les cerraría las puertas del paraíso.
Ante la encarnizada resistencia de los kurdos sirios de Kobane, el
Emirato Islámico ha trasladado a Siria el grueso de sus fuerzas.
Según nuestro análisis, ya publicado en estas columnas y ampliamente
divulgado a través de numerosas emisiones de radio y televisión en
América Latina, Rusia y en el mundo musulmán, el Emirato Islámico fue
creado por Estados Unidos para realizar una limpieza étnica destinada a
rediseñar la región. Cualquiera puede comprobar en este momento que las
operaciones militares de Estados Unidos desmienten el discurso mediático
de Washington, cuyas acciones están favoreciendo al Emirato Islámico
en vez de dañarlo.
La coalición formada por Estados Unidos ha llevado a cabo 6 oleadas
de bombardeos sobre Kobane. Pero no ha bombardeado nunca las posiciones
del Emirato Islámico ni le ha causado bajas. Lo que sí está haciendo la
coalición, más al sur y al oeste de Kobane, es mantener a raya a las
fuerzas del Ejército Árabe Sirio, impidiéndoles abrir la brecha que
salvaría a la población de esa región.
El gobierno regional del Kurdistán iraquí (proisraelí) mantiene desde
hace tiempo graves divergencias con los kurdos de Siria y actualmente
se niega a ayudarlos, pasividad que justifica afirmando que no tiene
acceso directo al territorio sirio.
Por su parte, Turquía, país miembro de la OTAN, se niega a prestar
ayuda a la población en peligro de ser masacrada y exige que los kurdos
sirios renuncien antes a su estatus autonómico en Siria y que se unan a
la guerra de la OTAN contra la República Árabe Siria y contra su
presidente electo, Bachar al-Assad.
Según los combatientes del PYG, Turquía está haciendo diariamente
entregas de armamento al Emirato Islámico y además acoge a los
yihadistas heridos en los hospitales turcos mientras que el propio PYG
encuentra enormes obstáculos para enviar sus heridos a Turquía y
proporcionarles allí la atención médica que necesitan.
En Turquía, el grupúsculo islamista Hur Dava Partisi –queantes se
hacía llamar “Hezbollah”, precisamente para confundirse con la
Resistencia libanesa– ha entrado en guerra contra el PKK, partido kurdo
mayoritario entre los kurdos de Turquía. El Huda-Par –que es el nombre
abreviado del Hur Dava Partisi– cuenta con el apoyo encubierto del AKP
del presidente turco Recep Tayyip Erdogan para luchar simultáneamente
contra el independentismo kurdo y respaldar a la Hermandad Musulmana.
El 30 de agosto, un líder del Emirato Islámico llamado Hikmet y dos
de sus guardaespaldas fueron abatidos por el PKK en Estambul, donde
estaban residiendo invitados por el Huda-Par y bajo la protección de la
policía turca.
En un texto enviado telefónicamente, el PKK instruyó a sus militantes
para que procedan a la eliminación física de todos los miembros del
Huda-Par, acusados de estar trabajando para el gobierno turco y ayudando
al Emirato Islámico.
Haciendo una comparación con la masacre perpetrada en 1995 en la
ciudad yugoslava de Srebrenica, el emisario especial de la ONU para
Siria, Steffan de Mistura, estimó el 10 de octubre de 2014 que Turquía
será responsable tanto de la posible caída de Kobane como en caso de que
la población de esa ciudad sea víctima de un genocidio y exigió que
Turquía abra su frontera, pedido que ha caído en oídos sordos.
El jefe de la coalición estadounidense, general John Allen, también
exigió públicamente que Turquía abra su frontera y que impida que llegue
a cometerse un genocidio contra los kurdos de Kobane. Pero el poco caso
de Turquía a ese reclamo no parece haber dañado las relaciones de
Washington con Ankara sino más bien todo lo contrario.
El nuevo ministro turco de Relaciones Exteriores, Mevlut Cavusoglu,
ha declarado que su país no intervendrá mientras la coalición formada
por Estados Unidos no decida imponer una zona de exclusión aérea en el
norte de Siria y adoptar como objetivo el derrocamiento de la República
Árabe Siria.
Por el momento, el parlamento turco ha autorizado su gobierno a combatir tanto contra el Emirato Islámico como contra el PKK.
Al recibir en París a su nuevo homólogo turco, el ministro francés de
Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, apoyó la idea de imponer una «zona de seguridad»
en el norte de Siria, sin precisar exactamente lo que quería decir con
ello, pero resaltando que estaba de acuerdo con Turquía.
Francia, otro país miembro de la OTAN, entrega armas directamente al
gobierno regional separatista del Kurdistán iraquí, sin haber sido
autorizado para ello por el gobierno central de Irak. Y ese gobierno
regional del Kurdistán iraquí extendió su territorio en un 40% en un
avance coordinado con la ofensiva del Emirato Islámico, que a su vez
se apoderaba de la zona árabe sunnita iraquí. Durante los años
anteriores, Francia había dado apoyo político al PKK turco (prosirio),
pero el hecho es que está aportando ayuda militar al gobierno regional
del Kurdistán iraquí (proisraelí).
En este momento, el espacio aéreo del norte de Siria está de hecho
bajo control de la coalición encabezada por Estados Unidos. El Emirato
Islámico dispone de aviones (varios MiG robados a Siria y algunos F-15
de los que se apoderó en Irak) pero cuenta con muy pocos pilotos y
personal técnico capaces de utilizarlos. La creación de una zona de
exclusión aérea bajo control de la OTAN en territorio sirio, aparte de
ser una violación flagrante del derecho internacional, no tendría por lo
tanto ninguna consecuencia para los combates que actualmente
se desarrollan.
La idea de la crear una zona de exclusión aérea en Siria ha sido
promovida por Israel, que ve en ella una manera de desmembrar ese país
árabe, siguiendo el modelo que se aplicó en Irak de 1991 a 2003,
favoreciendo al gobierno regional del actual Kurdistán iraquí. Pero la
única comparación realmente válida es la que habría que hacer con la
zona tapón impuesta en 1983, durante la guerra civil libanesa. En aquel
entonces, la medida fue interpretada como una evidente recolonización
del Líbano y acabó en fiasco, después de la eliminación física de
300 soldados estadounidenses y franceses.
En Turquía, el PKK intensifica las manifestaciones para obligar el
gobierno de Erdogan a abrir nuevamente la frontera. La represión
policial turca contra esas manifestaciones ya arroja un saldo de
al menos 32 muertos.
Ahora, la única pregunta válida es saber cuánto tiempo más podrán
resistir solos los kurdos sirios ante los yihadistas armados y
financiados por Estados Unidos gracias al voto del Congreso
estadounidense en su sesión secreta de enero de 2014. En otras palabras,
¿cuándo lograrán Estados Unidos y sus aliados que sus protegidos del
Emirato Islámico terminen la limpieza étnica emprendida en el norte de
Siria?