En su segunda legislatura, el presidente de Bolivia, Evo Morales, tuvo que hacer equilibrios para compaginar su retórica anticapitalista y acercarse al mundo empresarial de su país. Ahora, de cara al próximo mandato que iniciará a principios de año, el pragmatismo le lleva a tratar de recomponer las relaciones con su peor enemigo. Morales no dejó de aprovechar la cumbre del ALBA, celebrada el domingo en La Habana, para arremeter contra Estados Unidos. Mientras tanto, la diplomacia boliviana trata de tender puentes con Washington para, sobre todo, mejorar la imagen del país con vistas a la demanda que ha interpuesto en la Corte Internacional de La Haya contra Chile para buscar una salida al mar.
El canciller, David Choquehuanca, aseguró el pasado jueves que Bolivia ha planteado a Estados Unidos una reunión entre los presidentes Morales y Barack Obama para recomponer las relaciones bilaterales, rotas desde la expulsión, en septiembre de 2008, del embajador de Washington en La Paz, Philip Goldberg, al que se le acusó de injerencia en asuntos internos. Estados Unidos respondió retirando al embajador boliviano.
El secretario de negocios de Estados Unidos en La Paz, Peter Brennan, ha sido el enlace con la diplomacia de Morales. “Hemos tenido varias reuniones, en la última hemos planteado a Estados Unidos que podamos organizar una reunión al más alto nivel, hemos propuesto que se reúnan el presidente Morales con el presidente Obama; con mucho respeto”, aseguró Choquehuanca. Poco después de conocerse las declaraciones del canciller, el presidente de la Cámara de Diputados, Marcelo Elío, aseguró que “muy probablemente se puedan reponer embajadores”.
“Nos alegra que el Gobierno de Bolivia quiera mejorar las relaciones con EE UU. Tenemos que trabajar las condiciones, estoy aquí para tratar de establecer una relación de confianza”, respondió el diplomático estadounidense, según recogen los medios locales. Además, desde el Gobierno boliviano se da por hecho que, cuando la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, tome de nuevo posesión, volverá a enviar embajador a La Paz, de donde lo retiró en 2013.
Tanto desde el Ejecutivo como desde su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), se le ha insistido en los últimos meses a Morales en la necesidad de trasladar una imagen de país serio y solvente, sobre todo para afrontar el mayor desafío de la política exterior boliviana: la demanda de una salida al mar que le reclama a Chile. Desde que se inició el proceso en La Haya, en abril de 2013, La Paz ha visto cómo la presidenta Bachelet se ha reunido con Obama —“es mi segunda Michelle favorita”, le llegó a decir en junio— y el canciller Heraldo Muñoz con el secretario de Estado, John Kerry.
Lo que queremos es que la Corte Internacional obligue a Chile a sentarse a negociar
Carlos D. Mesa, representante de Bolivia en la causa marítima
“Una relación fluida con Estados Unidos es imprescindible”, asegura el expresidente Carlos D. Mesa (2003-2005), representante internacional de Bolivia en la causa marítima. En un encuentro con este periódico el pasado viernes, Mesa apuntó que la demanda “no es un problema de límites, sino de que Chile le está diciendo al mundo que Bolivia quiere patear el tablero. Y no es así. Lo que queremos es que la Corte Internacional obligue a Chile a sentarse a negociar”. De lograr la anhelada salida al mar, Bolivia ganaría, en palabras de Mesa, “un crecimiento importante del PIB, una libertad absoluta para establecer una estrategia de importaciones y exportaciones y, lo más importante, una presencia plena en la cuenca del Pacífico, que es imprescindible.El futuro de la economía mundial está ahí”.
Además de Mesa, en la demanda ha participado el también expresidente Eduardo Rodriguez Veltzé (2005-2006). Críticos ambos durante un tiempo de la gestión de Morales, Mesa recuerda que aceptó el encargo al ver que en el proyecto de reclamación a la Corte había “una visión de Estado inusual, no en el presidente Morales, sino en la política boliviana en general”.