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General: Otro ataque contra la libertad de expresión en Francia
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Respuesta  Mensaje 1 de 15 en el tema 
De: Anti-gusano  (Mensaje original) Enviado: 13/01/2015 04:58

ESTACADO POR LOS MEDIOS

Francia prohíbe la burla antisemita de Dieudonné

  • Varios ayuntamientos cancelan el espectáculo del polémico humorista por orden del ministro Valls
El humorista Dieudonne M'Bala M'Bala responde a la Prensa en una imagen de archivo

Cerco al comediante antisemita Dieudonné M'Bala M'Bala. El espectáculo «Le Mur» (el Muro) no se estrenará en Nantes mañana como estaba previsto. El departamento de Loire Atlantique anunció ayer su anulación de acuerdo con la circular enviada por el ministro del Interior, Manuel Valls, ordenando la prohibición caso por caso del espectáculo por ser una amenaza para el orden público. El Gobierno acusa a Dieudonné de insultar la memoria de las víctimas del Holocausto y de agitación por sus burlas antisemitas. Nantes era la primera parada de la gira del humorista. La cancelación fue seguida por las de Marsella, Burdeos y Tours.

Por la mañana, el presidente francés, François Hollande, había hecho un llamamiento nacional para que los prefectos (gobernadores de los departamentos) acatasen la circular de Valls, que exigía actuar contra el humorista. «Contra los ataques a los principios de la República, contra el racismo, contra el antisemitismo, contra los problemas de orden público que suscitan las provocaciones indignas, contra las humillaciones que representan las discriminaciones, les pido a los representantes del Estado, y en particular a los delegados del Gobierno, que se muestren atentos e inflexibles», aseguró el presidente francés en relación al espectáculo del controvertido cómico francés de origen camerunés.

Diudonné acaparó la atención internacional el 28 de diciembre después de que el delantero francés Nicolas Anelka imitase su provocador saludo conocido como la «quenelle», una combinación de corte de mangas y saludo nazi invertido. El comediante ha sido condenado en múltiples ocasiones por antisemitismo e incitación al odio racial y sus abogados respondieron ayer con un contraataque judicial. «La libertad de expresión está por encima del capricho de los Gobiernos o de un comediante», subrayaron en una declaración en la que se anunciaban demandas judiciales por difamación e invasión de la privacidad, informa Reuters. Dieudonné acusa al Gobierno socialista de utilizar su polémica antisemita para atraer a los votantes de cara a las elecciones municipales y europeas de marzo y mayo, respectivamente. Unos comicios marcados por el desánimo generalizado causado por una elevada tasa de desempleo que ha alimentado el voto del partido ultraderechista Frente Nacional. Marine Le Pen quiso ayer distanciarse de cualquier etiqueta antisemita y aseguró al diario «Le Figaro» estar «conmocionada» por la reacción de Dieudonné contra el Gobierno.

La polémica, sin embargo, ha ampliado la visibilidad del cómico antisemita que no sufre, de momento, un castigo en las salas. De las 6.000 localidades que dispone el teatro Zénith de Nantes, el lunes se habían vendido 5.213. Los seguidores de Dieudonné aseguran que el argumento de orden público es falso porque él actúa en el interior de las salas y no en las calles. Y ¿quiénes son sus seguidores? Se trata de curiosos, pero en general son simpatizantes islamistas o nacionalistas radicales y antisionistas. La evolución ideológica de Dieudonné va de la izquierda radical del odio al judío. El cómico se declara seguidor del ex presidente iraní, el ultraconservador Mahmud Ahmadineyad, de la organización político terrorista de Hizbulá o del presidente sirio, Bachar al Asad.

Valls instó a la prohibición después de la queja de las organizaciones judías por su saludo nazi invertido. La «quenelle» se suma a las declaraciones antisemitas cada vez más frecuentes y a actos políticos en Francia. La polémica de Dieudonné recuerda el peor incidente antisemita hasta la fecha, en el que el islamista Mohamed Mehar mató a un rabino y a tres alumnos en una escuela judía en 2012 en Toulouse.

Dieudonné, de 46 años, hijo de padre camerunés y madre bretona, nació en Fontenay-aux Roses (región de París). El humorista defiende que su gesto es una declaración de sus posiciones antisionistas y anti «establishment», y no son antisemitas.

Contra el orden público

- Cascada de anulaciones. Por orden del Gobierno han sido suspendidas las siguientes paradas del «tour» del humorista Dieudonné en Nantes, Marsella, Orleans y Tours.

- La «quenelle». Su gesto, un saludo nazi al revés, se ha hecho muy popular entre sus seguidores. El 28 de diciembre, el futbolista Anelka provocó una polémica al reproducir el saludo durante un partido.

- Defensa del Holocausto. Durante un reciente monólogo, el humorista lamentó que «las cámaras de gas no siguieran funcionando» para criticar al periodista judío Patrick Cohen.



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Respuesta  Mensaje 3 de 15 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 13/01/2015 10:31
Muy bueno anti, yo hubiese puesto los dos articulos en el mismo mensaje....uno a continuación del otro...
saludos

Respuesta  Mensaje 4 de 15 en el tema 
De: Anti-gusano Enviado: 14/01/2015 03:12
¿Qué otro artículo?

Respuesta  Mensaje 5 de 15 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 14/01/2015 05:38
este:
De: Anti-gusano  (Mensaje original) Enviado: 13/01/2015 02:09

"Todo perdonado", asegura Charlie Hebdo en su próxima tapa

Tras el ataque terrorista que sufrió la semana pasada, la nueva edición de la revista, que saldrá el miércoles próximo, mantendrá sus críticas políticas y religiosas; tendrá una tirada de 3 millones de ejemplares y en la portada mostrará una caricatura de Mahoma con un cartel con la frase "Yo soy Charlie Hebdo"

 

 "Todo perdonado", próximo número de Charlie Hebdo. 

 

PARÍS.- El próximo número de Charlie Hebdo,preparado por los supervivientes delsangriento atentado contra el semanario en París, criticará, como de costumbre, políticas y religiones e incluirá caricaturas de Mahoma, según el abogado de la publicación.

"Evidentemente", respondió Richard Malka al ser interrogado sobre la posibilidad de que haya dibujos del profeta en el número disponible a partir del miércoles en los kioscos. "No cederemos nada, sino todo esto no habría tenido sentido", agregó.

En la portada, adelantada por Libération, se ve a Mahoma llorando con un cartel de 'Je suis Charlie' y un titular claro: "Todo perdonado".

Asimismo, el llamado Charlie Hebdo "de los supervivientes" tendrá una tirada de 3 millones de ejemplares, en lugar del millón de copias previstas inicialmente, informó este lunes la empresa que distribuye el semanario, tras haber recibido una avalancha de pedidos en Francia y en todo el mundo.

Según el médico y cronista Patrick Pelloux, esta edición, elaborada en la sede del diario Libération, se traducirá a "16 idiomas".

La publicación tendrá una tirada de 3 millones de ejemplares, en lugar del millón de copias como estaba previsto inicialmente

Al día siguiente de las manifestaciones que sacaron a la calle a casi cuatro millones de personas en toda Francia en repudio a los atentados y por la libertad de expresión, los autores del próximo número mantienen firmemente su línea editorial.

"Nos burlamos de nosotros, de las políticas, de las religiones, es un estado de ánimo", señaló el abogado.

AMENAZAS Y UN INCENDIO CRIMINAL

En 2006, Charlie Hebdo reprodujo las caricaturas de Mahoma cuya publicación en el diario danés JyllandsPosten desencadenó violentas manifestaciones. Desde entonces, el semanario satírico francés sufrió también un incendio criminal y numerosas amenazas.

Los dos jihadistas que mataron a 12 personas en la sede de la revista la semana pasada salieron gritando: "íHemos vengado al profeta! íHemos matado a Charlie Hebdo!".

Para Richard Malka, "nunca tenemos derecho a criticar a un judío porque es judío, un musulmán porque es musulmán, un cristiano porque es cristiano". "Pero podemos decir todo lo que queramos, las cosas más horribles, y las decimos, sobre el cristianismo, el judaísmo y el islam, porque más allá de la unidad de los bellos lemas, es la realidad de Charlie Hebdo", estimó.

El número del miércoles está siendo confeccionado únicamente por miembros del equipo del diario y no incluirá dibujos de humoristas gráficos externos que publicaron innumerables bocetos en homenaje a las víctimas después del atentado


Respuesta  Mensaje 6 de 15 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 14/01/2015 05:40
Me pareció que comparabas la intolerancia de los estados frente a un tipo de critica con la conducta de un grupo mientras tolera otros...

Respuesta  Mensaje 7 de 15 en el tema 
De: Quico º Enviado: 14/01/2015 11:32
Estamos un poco en la misma, querida albi. He vivido 14 años en Francia y pude constatar que el pueblo llano defiende en su mayoría a Palestina, hoy Estado Palestino, pero no así los gobernantes que salvo Charles De Gaulle, todos, sin excepción, se han plegado a los intereses del imperio yanqui.

Respuesta  Mensaje 8 de 15 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 14/01/2015 16:06

Respuesta  Mensaje 9 de 15 en el tema 
De: Anti-gusano Enviado: 15/01/2015 04:46
Exactamente eso hacía Albi, sólo que no sabía a que artículo te referías

Respuesta  Mensaje 10 de 15 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 15/01/2015 07:03
Ah bueno, entonces en este punto me pareció genial que lo hayas hecho!

Respuesta  Mensaje 11 de 15 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 18/01/2015 10:40

EL MUNDO › LOS JOVENES DE LOS SUBURBIOS MUSULMANES DE PARIS, BLANCO DE RETRATOS ABUSIVOS Y DESACERTADOS

“Sólo pedimos que se nos considere franceses”

“La discriminación no nos volvió inhumanos”, asegura Mourad, un joven del barrio de Amedy Coulibaly. No fue a la manifestación. Su rechazo a la violencia es proporcional a la ofensa que siente ante las caricaturas del semanario.

 Por Eduardo Febbro

Desde París

La frase, ya borrosa, “Yo no soy Charlie”, pintada sobre una pared de Grigny traza el territorio de la fractura social. “Aquí estamos aterrados, llenos de tristeza, solidarios con las víctimas del atentado contra Charlie Hebdo pero en total desacuerdo con las caricaturas y más aún con ciertas falsedades que se escriben en la prensa”, dice Mustafá, un joven habitante de esta zona suburbana de París que se ha convertido en el blanco de retratos abusivos y desacertados publicados en la prensa porque aquí, en el barrio de la Grande Borne, junto a sus padres oriundos de Mali y sus nueve hermanas, creció Amedy Coulibaly, el cómplice de los hermanos Kouachi que asesinó a cuatro personas en un supermercado judío del este de París y a una mujer de la Policía Municipal. Entre ser Charlie y no serlo, dos mundos en cuyos intersticios caben un montón de fantasmas. Hastiados de las mentiras y las aproximaciones, unos 30 jóvenes de estos barrios, donde muchos crecieron en las mismas condiciones que los hermanos Kouachi o Amedy Coulibaly, publicaron un video en YouTube donde se defienden. Agrupados en la asociación Jóvenes Reporteros ciudadanos de Grigny, los jóvenes explican: “Rehusamos la amalgama que dice: ‘jóvenes, negros, árabes, musulmanes igual a terroristas, a antisemitas, a delincuentes incultos, a antirrepublicanos y antifranceses’”. El video abarca todo el abanico con el cual, a menudo, estos jóvenes son vistos por una parte de la sociedad: “Terroristas en potencia”, “franceses de segunda categoría”, “malas hierbas”, “vagos”. La Francia multicultural tiene un rostro muy distinto de la imagen escabrosa que los atentados del 7 de enero pudieron insinuar. Es una Francia bella, joven, musical, potente y marginada. En uno de sus editoriales, el matutino Libération escribe: “Si no lo habíamos entendido hasta ahora, está claro que en adelante una buena cantidad de franceses, a menudo en los suburbios, está en disidencia moral y social en su propio país”.

Esa disidencia se siente en la piel, sobre todo ahora que decenas de periodistas venidos del mundo entero aterrizaron aquí y “nos trataron como si fuéramos un zoológico”, asegura, molesto y desconfiado, un maliense de la Grande Borne. Los vecinos están horrorizados, sean o no sean Charlie. “La discriminación no nos volvió inhumanos”, asegura Mourad, un joven del barrio de Amedy Coulibaly. Como muchos otros habitantes de este barrio, Mourad no fue a la gran manifestación del domingo 11 de enero. No es lo que se puede decir un “Yo no soy Charlie”. Su rechazo a la violencia es proporcional a la ofensa que siente ante las caricaturas del semanario. “El profeta es sagrado, ese humor no entra en los valores de los musulmanes. Hubiese ido a manifestar, pero siendo solidario con las víctimas habría sido también, de alguna manera, como una forma de aprobar el sentido de esas caricaturas. No podía.” Las palabras se mueven aquí en un delgado pasadizo de sentidos. Ser francés y no ser tratado como tal. Ser musulmán en una de las grandes culturas de Occidente. Grigny está en el departamento de L’Essone, el número 91. En los departamentos contiguos, 92 –Hauts-de-Seine–, 93 –Seine-Saint-Denis–, o 94 –Val-de Marne– durante los días posteriores a los atentados y al de la manifestación se vivieron escenas similares. La gente se juntaba en los barrios sin sumarse al gran movimiento de unión nacional. La discriminación deja huellas profundas que poco tienen que ver con los principios religiosos. “De nada sirve que Mammadou o Abdallá tengan un bachillerato y cinco años de estudios universitarios si después no pueden encontrar trabajo porque tienen un nombre árabe”, explica Nordine Iznasni, consejero municipal de la localidad de Nanterre (departamento Hauts-de-Seine) y figura histórica de las marchas por la igualdad de los años ’80. Mohamed Mechmach, copresidente de la coordinadora Pas Sans Nous (No sin nosotros) es también un emblema de la lucha por la igualdad en los barrios populares. “Sólo pedimos una cosa: que se nos considere plenamente como franceses, y no como franceses aparte”, exige. Su lectura de los atentados es amplia, dolorosa, entre la lucidez, el temor y la esperanza. “Al matar a Charlie Hebdo también nos mataron a nosotros”, explica. Se trata, ahora, de salir de la trampa que los hermanos Kouachi y Amedy Coulibaly le tendieron a todo el mundo. Como arenas movedizas, como esas miradas esquivas de Grigny y ese temor a hablar sin sentirse desigual. “Uno puede llamarse Pierre, Mohamed o Daniel, los habitantes de los barrios populares son las primeras víctimas de lo que ocurrió. Llamarse Mohamed y vivir en un suburbio era complicado, ahora lo va a ser todavía más. Pero los suburbios no son un depósito de culpables, son lugares de solidaridad con las familias de las víctimas. Los suburbios son una parte de la solución. Nos hace falta un debate de fondo para restaurar la justicia social”, asegura Mohamed Mechmach.

Esa pulsión colectiva, ese deseo de volver a empezar de nuevo, esa sensación de que de este drama que sobrecogió al mundo algo nuevo va a salir, se incrustó en el clima como una canción de cuna. La prensa de este fin de semana testimonia ese clamor, a menudo con títulos que se repiten. “Siete días que cambiaron a Francia”, escribe el diario Le Monde en su primera plana. “Los 5 días que nos cambiaron”, anota Le Parisien mientras que Libération titula: “A los actos ciudadanos”. Bajo este titular, el matutino francés ofrece a sus lectores “5 pistas para una renovación republicana”. El mismo presidente francés, François Hollande, llama al país a “un sobresalto nacional”. Son, por ahora, tiempos de refundación, de solidaridad, de recuperación de ese espacio imaginario y colectivo de identificación. Pero también están los excluidos y las consecuencias sociales, culturales y económicas de la exclusión. Hay dos países en uno y la reconexión es un trabajo mutuo. Nordine Iznasni es consciente de que ese clima de desconfianza entre los excluidos no desaparecerá con una gran manifestación: “La tentación del repliegue sobre sí mismo es fuerte, tanto más cuanto que mucha gente se siente rechazada y lleva cierto tiempo escuchando insultos contra los musulmanes. El entorno se vuelve un enemigo y así nace la cultura de encerrarse en sí mismo”. De esa exclusión se nutre la Jihad. En esos barrios desconectados y al desamparo deambulan los promotores de la guerra. Aunque se reivindican de movimientos jihadistas adversos, Al Qaida en la Península Arábiga (AQPA) para los hermanos Kouachi y el Estado Islámico para Amedy Coulibaly, sus trayectorias son idénticas, guiadas por las mismas fracturas sociales que caracterizan lo que la prensa llama “la Jihad francesa”: la pobreza, la dificultosa integración escolar, las trabas para acceder al mercado del trabajo, la pequeña delincuencia, la cárcel, la deriva social y una voz oportunista, la de cierto Islam sunnita, que captó su atención en un punto de ruptura del destino. Una palabra siempre vuelve como una piedra filosofal para explicar el fenómeno: la integración. El sociólogo y politólogo Tarik Yildiz, especialista de la integración social y el Islam, destaca que esos “jóvenes radicalizados son la cima más visible de la crisis de integración”. Frente a ellos, también, otra cima: el repetido espectáculo de las injusticias coloniales modernas: la guerra de Irak, el conflicto israelí-palestino, la guerra en Siria, la cruzada mundial contra el Islam que los neoconservadores norteamericanos incrustaron en la agenda política y que tarda en diluirse. “Somos una identidad castigada por las bombas de Occidente y en perpetua relegación”, dice, de forma provocativa, Ahmed, un joven de 19 años de uno de los suburbios con peor fama de Francia: la Cité des 4000, en la localidad de la Courneuve (Seine-Saint-Denis). Gilles Kepel, el gran especialista francés del Islam, ahonda esa idea según la cual la fractura social es el mejor territorio de los radicales: “Cuando se produce una ruptura con los valores de la República francesa ahí hay un terreno muy fértil para el Islam radical”. La “ruptura” no es solamente con los valores, sino, también, con los medios. “Mire a su alrededor, cruce el boulevard periférico que divide París de las afueras, dé una vuelta por esas grandes ciudades dormitorio construidas en los años ’60, ’70 y todo se explica más rápido”, dicen los Jóvenes Reporteros ciudadanos de Grigny. Se explica en una sucesión de imágenes contrastadas: esta no es la Francia de París, sino una orbe distinta dentro de otra. El Estado ha activado medios para desactivar esa tentación salafista que se difunde en ciertos barrios populares. La Maison de la Prévention et de la Famille tiene una brigada especial compuesta por juristas, psicólogos, educadores, criminólogos y victiminólogos que atiende a los jóvenes seducidos por la Jihad. La tarea es polifónica, de una complejidad social inmensa. Exclusión, redes sociales, cárceles superpobladas, cultura tradicional y modernidad, dos religiones diferentes, guerras y fracturas que se prolongan, que se vuelven zonas de existencia complicada, los atentados perpetrados por los hermanos Kouachi y Amedy Coulibaly desmontaron con el horror un escenario fallido. La sabiduría colectiva y los valores de una República se superpusieron por ahora a los enconos comunitarios. Parieron un eco, un eco que circula en estos suburbios y se mezcla con insistencia a la defensa de la libertad: “¿Cuánto durará esa conciencia de que hay que volver a empezarlo todo de nuevo? ¿Cuánto tiempo más estará presente y adónde nos llevará? Para Moussa Boudour, un educador social de Mantes-la-Jolie que usa el deporte como “objeto de diálogo, inserción y transición”, una vez que pase la gran emoción sólo una deuda quedará pendiente: “En realidad, ser Charlie o no ser Charlie es, a esta altura, anecdótico. Lo único que cuenta es cómo vamos a ser franceses, todos por igual”.

efebbro@pagina12.com.ar


Respuesta  Mensaje 12 de 15 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 18/01/2015 10:42

EL MUNDO › HOLLANDE HABLO NUEVAMENTE AL PAIS MIENTRAS ENTERRARON EN SECRETO A UNO DE LOS ATACANTES

Volver a empezar después del golpe terrorista

A pesar de las críticas dentro y fuera de Francia, que el primer ministro adjudicó a la falta de entendimiento de lo que para el país significa la defensa de la libertad de expresión, el semanario Charlie Hebdo amplió su circulación.

El presidente de Francia, François Hollande, dijo que la vida debe continuar, si bien nunca nada volverá a ser como antes, en referencia a los atentados de la semana pasada en París. En este marco, ayer fue sepultado uno los hermanos que perpetró el atentado contra la redacción de Charlie Hebdo.

Desde Tulle, localidad ubicada en el sur del país, Hollande se dirigió a los ciudadanos para comunicarles cuáles son los puntos para reforzar los medios de inteligencia que el consejo de ministros analizará el próximo miércoles. Las medidas tendrán como fin controlar los desplazamientos de algunos ciudadanos, dotarse de una vigilancia de Internet más firme y adoptar medidas sobre las prisiones para evitar la radicalización de algunos reclusos, indicó el presidente francés. “Es necesario. No lo haremos solos, sino con los europeos y los aliados que contribuyan a conocer mejor las redes jihadistas. Lo que ha ocurrido en Francia ya se ha producido fuera y da lugar a pensar que lo han decidido intervenciones exteriores”, dijo el mandatario francés, en sintonía con las medidas que ayer anunció el gobierno belga para prevenir futuros ataques terroristas.

Hollande dejó en claro que las medidas que se analizarán no sólo van más allá de cuestiones de seguridad, sino que también apuntan a contener a los jóvenes pertenecientes a los sectores más vulnerables de la sociedad francesa.

Por otro lado, Hollande dijo que “Francia tiene principios y valores y entre estos valores se encuentra la libertad de expresión”. En este sentido, el galo criticó la quema de banderas de su país que tuvo lugar en varias regiones de Africa, a las que calificó como inaceptables. Además agregó: “No hemos terminado con esos comportamientos y habrá que castigarlos, porque cuando sucede en Francia es intolerable al igual que cuando sucede en el extranjero”.

“Hay tensiones en el exterior, donde las poblaciones no comprenden lo que es el compromiso con la libertad de expresión”, dijo el mandatario a la prensa. El jefe de Estado francés recordó que los Estados donde se registraron protestas contra el periódico atacado, como Pakistán, Jordania, Líbano o Níger, “son países que Francia apoyó en la lucha contra el terrorismo”.

En este sentido, varios países han manifestado en los últimos días su indignación respecto de las nuevas caricaturas publicadas por el periódico, entre ellos Níger, donde el viernes fueron incendiadas cinco iglesias.

A pesar de los hechos de violencia desatados por la última tapa del semanario satírico Charlie Hebdo, la revista anunció ayer que volverá a ampliar de cinco a siete millones la cantidad de ejemplares editados. La publicación, cuya tirada habitual ronda los 60.000 ejemplares, amplió inicialmente la primera tirada tras los atentados terroristas a un millón, luego a tres, cinco y finalmente siete millones de ejemplares, que venderá de forma escalonada durante dos meses. Además, su página web ofrece la posibilidad de suscribirse al semanario, hacer una donación o descargarse una aplicación para leer en el teléfono móvil el último número en el que una caricatura de Mahoma, que convirtió a la revista en objetivo terrorista, abre el nuevo ejemplar mientras sostiene un cartel en el que puede leerse la frase que pareció unir al mundo occidental en favor de la libertad de expresión: “Yo soy Charlie”.

Por otro lado, Said Kouachi, uno de los jihadistas que acabaron con las vidas de 12 personas en la redacción de Charlie Hebdo, fue enterrado en forma anónima en la ciudad francesa de Reims. El entierro anónimo de Kouachi busca evitar que el lugar se convierta en un sitio de peregrinación para los fanáticos. Las exequias tuvieron lugar en la noche del viernes, en un cementerio cuyo nombre no fue informado, con la presencia de algunos miembros de la familia y bajo vigilancia policial. El hermano menor, Chérif Kouachi, el otro terrorista que atacó la redacción de la revista, será enterrado cerca de París, en Gennevilliers, donde residía. El alcalde de esa localidad, Patrice Leclerc, exigió que la sepultura sea anónima. Mientras que el tercer terrorista, Amedy Coulibaly, que mató a una policía y a cuatro personas que hacían sus compras en un supermercado kosher, podría ser enterrado en la localidad en la que vivía, Grigny, al sur de París.

El alcalde de la ciudad, el conservador Arnaud Robinet, se opuso a que su ciudad albergara los restos de Kouachi ante el temor de que su sepulcro se convierta en un lugar de culto. No obstante, la alcaldía de Reims tuvo que acatar la ley funeraria francesa y dar sepultura al terrorista, que residía en esa localidad.


Respuesta  Mensaje 13 de 15 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 18/01/2015 10:47

Sin disfraces

Según Marta Riskin los medios concentrados afrontan una limitación significativa para el completo formateo cultural, porque están forzados a emitir un discurso básico común para beneficiarios y perjudicados y afirma que la pluralidad, tanto en los medios de comunicación cuanto en la convivencia con el Otro, no es una mera consigna, sino una urgencia universal.

 

 Por Marta Riskin *

 

“Tanto mayores aparecerán las estrellas
cuanto más oscuro esté el cielo.”
Tratado de pintura, Leonardo da Vinci.

La claridad con la cual se observan los vínculos entre conductas y emociones (del latín emotio, movimiento o impulso) en los cachorros humanos desaparece a medida que crecen.

Sin embargo, el formateo emocional continúa cediendo sus sutiles partículas sobre cada nuevo aprendizaje y afectando comportamientos y procesos de significación.

El descubrimiento de condicionar y domesticar ideas, consumos y costumbres, mediante sonidos e imágenes (la materia del signo lingüístico), permitió a los traficantes de emociones, desde la Prehistoria, guiar a pueblos enteros tras reyes desnudos y promover hordas y estampidas en favor de sus haciendas.

Desde 1789, el antifaz “Opinión Pública” refinó al disfraz “Vox Dei” y hacia fines del siglo XVIII, los monopolios comunicacionales ofrecen la voz monocorde que, presumiendo de objetividad e independencia, reorganiza la interpretación de los acontecimientos, neutraliza dudas y contradicciones, limita la conciencia de sus manipulaciones y crea climas sociales compulsivos.

La distribución de ira y miedo a gran escala sirve para transformar pre-juicios en verdades reveladas y, encubriendo que “no existe la libertad sin justicia”, implantar “la libertad de morirse de hambre, la libertad del zorro libre, en el gallinero libre, para comerse con absoluta libertad las gallinas libres”**.

Los medios concentrados afrontan una limitación significativa para el completo formateo cultural. Están forzados a emitir un discurso básico común para beneficiarios y perjudicados.

Alternar la estrategia “No se hace lo que se dice sino que se dice lo que conviene” con arengas hacia la propia tropa tiene sus riesgos.

Deben conciliarse, por caso, el patrocinio a grandes corporaciones con demandas de inclusión de las mayorías al Mercado y suavizar diferencias e intereses nacionales afines.

No es fácil soslayar las discrepancias entre prisioneros de conciencia cuyas convicciones de mercado remiten a Macbeth rogando a la Noche cubrir su crimen con “invisible y sangrienta mano” y aquellos que, como el esclavo del Talmud para Levinas, renuncian a su propia libertad por amor al amo.

Se necesitan formatos mediáticos que resten recursos intelectuales y refuercen corazas emocionales para evitar el despliegue de los contenidos implícitos en los mensajes y apelar a un sentido común que reduce la ética a la estética, la justicia a la caridad y la participación política a una competencia deportiva.

No es casual que logren adhesiones de la clase media.

Como dice Armand Mattelard, aún “es preciso hacer explotar este concepto genérico de clase media con el cual el medio televisivo o la publicidad han trabajado implícitamente, estereotipando una imagen de estratificación social y ubicando en esta categoría un conjunto de contradicciones y heterogeneidades”.

Más raros son los “sincericidios” estilo “El mercado le va a ganar al Estado”, que permiten visualizar la ideología y la sumisión mediática de otro grupo social y, más aún, expresan la tensión básica de la democracia mejor que un curso intensivo de economía política.

Según el epígrafe, cuando algunos poderes del Estado cumplen en la práctica con sus obligaciones teóricas, se observarían con mayor precisión las constelaciones que deterioran la calidad de las instituciones.

Aparecerían astros autoadjudicándose la exclusividad del Mercado, cometas que consideren la producción de bienes –materiales o subjetivos– una mera recámara de negocios e inversiones financieras y una pléyade de estrellas fugaces cuyas convicciones apenas alcancen para formular insólitos alineamientos, reclutar clientes en Miami o “acabar” con los derechos humanos.

Al presente, hasta las injusticias de la Justicia señalan que el sujeto a quien disputan el poder político es la Ciudadanía. Pero no es suficiente.

La historia y las últimas noticias internacionales exponen las tragedias desatadas por recetas corporativas y operativos mediáticos en su afán de revolver ríos de odios para favorecer al 1 por ciento de pescadores que representan el 50 por ciento de la riqueza mundial.

Ya no alcanza con registrar la funcionalidad de asesinos y asesinatos o diagnosticar digeribles choques de civilizaciones.

Los trágicos enfrentamientos entre omnipotentes y la frágil condición humana exigen asumir la fortaleza de la vulnerabilidad: el compromiso práctico y cotidiano con las emociones solidarias, en primera persona del singular y el plural.

La pluralidad, tanto en los medios de comunicación como en la convivencia con el Otro, no es una mera consigna. Es una urgencia universal.

* Antropóloga UNR.

** Raúl Alfonsín - 1983.


Respuesta  Mensaje 14 de 15 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 18/01/2015 10:49

EL MUNDO › OPINION

Je suis Pepone y Rodolfo y Regina

 

 

 Por Ariel Dorfman *

Desde la distancia de América latina, el asalto terrorista a Charlie Hebdo se siente aterradoramente cercano, se siente tristemente familiar.

No hace mucho, acá en Santiago de Chile, no lejos de la casa en que vivo parte del año con mi mujer, Angélica, periodistas y escritores que se atrevían a enfrentar al régimen del general Pinochet fueron sistemáticamente asesinados, sufriendo, muchos de ellos, torturas antes de que los mataran. Entre tantos, recuerdo especialmente a José Carrasco (lo llamábamos Pepone), quien fuera alumno mío en la universidad, luego amigo y compañero de revolución y exilio y, ya de vuelta en Chile, redactor de Análisis, una revista semiclandestina que publicaba frecuentemente artículos satíricos, semejantes a algunos que se suelen leer en Charlie Hebdo. La policía secreta vino por Pepone justo antes del amanecer del 8 de septiembre de 1986. Le advirtieron que no se molestara en ponerse los zapatos. No iban a hacerle falta, dijeron. Unas horas más tarde apareció su cadáver acribillado a balazos.

Otro mártir de tantos que, sí, efectivamente en forma aterradora y familiar pueblan América latina. Al otro lado de los Andes, en la vecina Argentina, centenares de autores, intelectuales y trabajadores de los medios fueron detenidos por escuadrones de la muerte, desapareciendo para siempre. Ante la necesidad de singularizar aquella tragedia en una persona, me quedo con el nombre de Rodolfo Walsh. El 5 de marzo de 1977, Walsh, uno de los grandes escritores argentinos, fundador del periodismo testimonial del continente, fue emboscado y secuestrado por un comando militar. Justo el día anterior le había enviado a la Junta que malgobernaba su país, una Carta Abierta, provocadora, insultante, mordaz, denunciando no sólo los abusos a los derechos humanos sino también la política económica neoliberal que hambreaba a su pueblo. Su cuerpo hasta hoy sigue desaparecido. Aquella Carta Abierta recuerda el tono audaz e irreverente que se encuentra en las páginas de Charlie Hebdo.

Tanto Chile como Argentina, por cierto, como muchos otros países latinoamericanos que aguantaron despiadadas dictaduras –Uruguay, Paraguay, Perú, Brasil, Bolivia, Haití, El Salvador– son ahora democracias donde los trabajadores de la prensa pueden llevar a cabo sus labores sin temer, por lo general, el golpe en la puerta, el cuchillo en la garganta, la zanja a la medianoche.

Y, sin embargo, durante la última década una lenta masacre de periodistas ha venido asolando, infectando, corrompiendo Latinoamérica, un asedio casi invisible contra la libertad de información. No se trata de incidentes tan espectaculares ni dramáticos como el de Charlie Hebdo, ni se inserta en el contexto de los conflictos suscitados por una pequeña minoría de fanáticos islámicos, pero estamos presenciando, de todas maneras, una agresión incesante y desmedida y metódica. Los casos más pavorosos se concentran en Honduras, Guatemala y México. Tomemos el mes de agosto del 2013: tres periodistas guatemaltecos fueron muertos a tiros, incluyendo a Luis de Jesús Lima, una prominente personalidad de la radio que discutía en sus programas asuntos controversiales. Y México: entre las decenas de trabajadores de la prensa recientemente ultimados, se presenta la figura señera de Regina Martínez, corresponsal en Veracruz de la Revista Proceso. Una pandilla entró a su casa, la golpeó brutalmente para enseguida estrangularla. Qué coincidencia: ella había estado investigando los lazos entre los narcos y los políticos de Veracruz. Y Honduras, el lugar más peligroso del mundo para ejercer la profesión de periodista. El 9 de marzo del 2012, Alfredo Villatoro, que tenía un programa radial de gran sintonía, fue secuestrado en Tegucigalpa. Seis días más tarde su cuerpo apareció con una bala en la cabeza. Estaba vestido con ropa militar, su cara cubierta con un siniestro pañuelo rojo. Las amenazas de muerte que había recibido desde hace meses finalmente se volvieron realidad.

El mundo, básicamente, ha ignorado estos atentados.

Tiendo, para decir la verdad, a desconfiar de la frase que corrientemente se usa para expresar nuestra identificación con los perseguidos: “I am Salman Rushdie”, “Je suis Charlie”, “Todos somos Ayotzinapa”, si bien muchas veces firmo denuncias que ostentan palabras similares. Claramente hay algo conmovedor en el hecho de sentirse uno parte de millones que, desde todos los continentes, demuestran su solidaridad con las víctimas del terror. Pero tal reacción lingüística suele ser un tantico fácil y cómoda. No somos, todos nosotros, Charlie. No estuvimos de veras a su lado cuando arribaron los homicidas ni los vamos a proteger con nuestros cuerpos. Y muchos de aquellos que recitan esas palabras, je suis, je suis, especialmente si son autoridades del gobierno o miembros de las fuerzas de seguridad, no exhibieron ayer la tolerancia que proclaman hoy con tanto fervor. Aun así, importa, sin duda, que quienes no enfrentan ningún peligro inmediato hagan saber al mundo –y especialmente a aquellos que pretenden volver a asesinar mañana– que no vamos a dejarnos amedrentar ni permitir que el miedo y el silencio ejerzan su dominio letal.

Y tal vez, después de todo, el grito de “Je suis Charlie” se justifica en este caso debido a que el ataque a esa revista satírica parisina fue particularmente salvaje y masivo y, por cierto, institucional. Se quiso mandar un mensaje a toda la sociedad y tiene sentido, por lo tanto, que toda la sociedad, la francesa y más allá de sus fronteras, afirme en forma pública y colectiva nuestro dolor y nuestro coraje.

No obstante lo cual, visto desde Santiago de Chile, desde la perspectiva de una América latina donde los colegas mexicanos y guatemaltecos y hondureños de Charlie Hebdo mueren a mansalva en este mismo momento sin que nadie se fije, es urgente preguntarse por qué las calles de nuestro desafortunado planeta no se llenan de cientos de miles de ciudadanos que declaran “Je suis Alfredo Villatoro, Je suis Regina Martínez, Je suis Luis de Jesús Luna”. ¿Por qué tan pocos pensaron siquiera en gritar “Je suis Rodolfo Walsh”? ¿Por qué millones no advirtieron que ellos eran José Carrasco, Je suis Pepone?

Palabras como éstas no habrán de detener, probablemente, horrores futuros. Parecen inevitables en un mundo enloquecido por el fanatismo y el odio. Pero por lo menos aquellos que casi anónimamente, en rincones remotos del mundo, lejos de los Champs Elysées y las luces fulgurantes de los medios, continúan levantando la voz contra la estupidez y la opresión, podrán sentirse quizás un poco menos solos.

* El último libro de Ariel Dorfman es Entre sueños y traidores: Un striptease del exilio.


Respuesta  Mensaje 15 de 15 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 18/01/2015 10:53

EL PAIS › ANALIZAN LEVANTAR EL SECRETO

Con voluntad de esclarecer

 

 

 Por Raúl Kollmann

El Gobierno está dispuesto a levantar el secreto para que declare cualquier agente de la Secretaría de Inteligencia que el fiscal Alberto Nisman señale en su denuncia. No pudo emitir hasta ahora el decreto porque lo que se conoce de la denuncia del fiscal no permite ni siquiera identificar al supuesto agente o agentes que habrían dado información a Irán o que pretendían armar la pista falsa de los “fachos locales”.

Como se sabe, durante la presidencia de Néstor Kirchner, el fallecido mandatario firmó un decreto amplio sobre el caso AMIA, liberando a varios agentes de la ex SIDE del secreto al que estaban obligados de por vida. Eso permitió que declararan en el juicio oral AMIA que se hizo en Comodoro Py. Los agentes, varios jefes y hasta el propio “Jaime” Stiuso confirmaron, por ejemplo, el pago de 400.000 pesos/dólares a Carlos Telleldín, por entonces principal imputado en la causa.

La impulsora de aquella decisión fue Cristina, que desde sus épocas de senadora fue una especialista y abanderada de la causa AMIA. CFK votó en contra del informe de la Comisión Bicameral de Seguimiento de los Atentados que avalaba al ex juez Galeano. Lo hizo en oposición a su bloque del PJ.

Nisman habría mandado un oficio a la SI pidiendo que se libere del secreto a agentes, pero no quedaría claro a quién se refiere ni aportó ninguna prueba. Por ejemplo, no adjuntó las escuchas. No faltan quienes creen que ese o esos agentes no existen. Pero en Casa Rosada afirman que hay orden de la mandataria de habilitar la declaración de cualquier agente que, fundadamente, sea requerido por Nisman.


Respuesta  Mensaje 16 de 15 en el tema 
De: alí-babá Enviado: 18/01/2015 10:57

PIRULO DE TAPA

FIGURA

 

  

Según una encuesta publicada por el Journal du Dimanche, el 42 por ciento de los franceses piensa que no se deben publicar caricaturas de Mahoma porque algunos musulmanes se sienten ofendidos. “Cada vez que dibujamos una caricatura de Mahoma, una caricatura de profetas, de Dios, defendemos la libertad de religión”, dijo, en cambio, el redactor jefe de Charlie Hebdo, Gerard Biard. “Pensamos que Dios no debe ser una figura pública o política. Debe ser privada.”

 
 


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