La resistencia contra el sangriento avance yihadista en Oriente Medio tiene nombres de mujer. Nombres, en plural. Unas 10 mil mujeres, muchas sin ningún tipo de entrenamiento militar previo, han dejado sus casas, su familia, sus amigos, para formarse en la primera línea de fuego del frente kurdo. La batalla contra el EI –una organización fundamentalista que veja a la mujer– es más que nunca su batalla. Lo que está en juego no es solo la defensa de sus derechos y libertades, sino también la defensa de los derechos y libertades de sus hijas. Y de las hijas de sus hijas.
Este ejército femenino ha tenido un papel preponderante en la reciente expulsión de las milicias del EI (Estado Islámico de Iraq y Siria) de la estratégica ciudad de Kobani, en la frontera turco-siria. Se calcula que en esa zona, convertida en símbolo de la resistencia kurda, las mujeres representan un 40 por ciento de las YPG (Unidades de Protección del Pueblo).
Al mando de las tropas que derrotaron al EI en Kobani tras cuatro meses de combate –derrota considerada por los analistas como la más importante desde su irrupción en 2013– está una mujer de 40 años: Mayssa Abdo; o la comandante Narin Afrin, como la llaman en el campo de batalla.
Aquellos que la conocen dicen que Abdo es una mujer “hermosa, culta, inteligente y tranquila”, que “se preocupa por la fuerza mental de los combatientes y se interesa por sus problemas”.
En octubre del año pasado publicó un artículo que fue traducido por el New York Times, en el que describía la grave situación de los luchadores de la resistencia en Kobani. En ese mismo documento, la comandante kurda hacía un llamado al resto del mundo, sobre todo a las mujeres, a unirse a su causa.
“Luchamos por todas”
“Los que estamos en la línea de combate sabemos del tratamiento del Estado Islámico a las mujeres. Esperamos que mujeres en el mundo entero nos ayuden, porque luchamos por los derechos de todas. No esperamos que se unan a nuestra lucha (aunque estaríamos orgullosos si alguna lo hiciera). Pero les pedimos promover nuestro caso, levantar conciencia de nuestra situación y presionar a sus gobiernos para que nos ayuden”, escribió.
Aunque los combatientes kurdos han defendido satisfactoriamente la ciudad de Kobani, al punto que actualmente los yihadistas se han replegado a las aldeas próximas a esa ciudad, Abdo afirmó aquella vez que las armas de los peshmergas (término usado por los kurdos para referirse a sus combatientes armados y que literalmente significa “aquellos que enfrentan la muerte”) no son suficientes para hacer mella a las tropas del Estado Islámico.
El Estado Islámico, también conocido como Isis (considerado la mayor amenaza terrorista en el mundo en la actualidad), es un grupo insurgente, islamista-suní, que en un principio estuvo ligado a Al Qaeda, pero que en 2013 proclamó su autonomía y se convirtió en uno de los principales grupos armados en Iraq y Siria.
Se caracteriza por su interpretación ortodoxa del Islam, sus acciones violentas contra los chiítas (grupo disidente del Islam), y ha declarado su intención de expandirse por Jordania, Israel, Palestina, Líbano, Kuwait, Turquía y Chipre. Con ese objetivo, asesina brutalmente a quienes considera infieles a los mandatos del Islam o a quienes se opongan a una supuesta yihad (guerra santa).
El pueblo kurdo, por su parte, es la minoría étnica más grande en el Oriente Medio que no se encuentra establecida en alguna forma de Estado nación. Son entre 55 y 60 millones de personas, un 45% de los cuales vive en Turquía, un 25% en Irán, otro 25% en Iraq y un 5% en Siria.
Los kurdos no tienen un interés religioso, sino que históricamente buscan su independencia y la conformación de un Estado, el Kurdistán, que abarca regiones de Iraq, Turquía, Irán, Siria y Armenia, y que peligra ante la sangrienta avanzada del EI.
La atención del mundo se posó sobre las acciones del grupo terrorista liderado por Abu Bakr al Baghdadi, autoproclamado califa de todos los musulmanes, luego que miembros de su milicia difundieran en agosto del año pasado imágenes en las que decapitaban al periodista norteamericano James Foley. Desde entonces, no han parado las salvajes ejecuciones.
Al infierno sin escalas
Creen los yihadistas, los islamistas fundamentalistas, que si mueren a manos de una mujer, arderán por siempre en el fuego del infierno. Que convertidos en gigantes para que su dolor crezca también, vivirán rodeados de hediondas aguas.
Debido a esa creencia, la presencia de mujeres en las filas kurdas significa para ellos un ‘haram’, es decir, ‘una maldición’ o una ‘visión inquietante y aterradora’.
“Cuando ven a una mujer con un arma de fuego, sienten tanto miedo que comienzan a temblar. Se retratan a sí mismos como chicos rudos para el mundo, pero cuando nos ven con nuestras armas, se escapan”, relata Diren, una mujer que integra la milicia femenina kurda.
Luego del impacto inicial, los yihadistas han acometido con mayor salvajismo contra ellas. En octubre del año pasado, una mujer conocida por el seudónimo de Rehana y que se había convertido en el símbolo de la resistencia de su pueblo contra el EI, fue capturada y decapitada por terroristas.
Las imágenes del horripilante asesinato fueron transmitidas en las redes sociales por los yihadistas, a modo de lección para las demás mujeres adheridas voluntariamente a las tropas de las YPG.
La imagen de ‘Rehana’ se viralizó en las redes sociales y dio la vuelta al mundo, luego que un periodista la captara haciendo con una mano la V de la victoria en la hoy recuperada ciudad de Kobani. Decía la leyenda que la combatiente había matado a más de cien yihadistas en batalla.
Eso ocurrió apenas unas semanas antes de que fuera capturada y decapitada por las fuerzas del EI.
La presencia femenina en las filas kurdas ha sido considerada por el mundo como un acontecimiento histórico pero que tiene su origen tiempo atrás. Ya en el PKK, Partido Kurdo de los Trabajadores, que llevó adelante los levantamientos en demanda de la conformación del Estado Kurdo, las mujeres representaban el 30 por ciento.
Las mujeres kurdas que no le tienen miedo al EI, tienen claro que su papel en la resistencia es fundamental.
“Este proceso supone un paso a la liberación de la mujer. En el caso kurdo, cuando las mujeres se han unido a la guerrilla, los hombres son los primeros que han validado este proceso. Muestran un reconocimiento y un respeto hacia el papel que están desempeñando sus compañeras, conscientes de su importancia para reafirmar la figura de la mujer”, ha dicho Alan Kanjo, un realizador kurdo-catalán que ha viajado varias veces a la zona de conflicto.
Las tropas femeninas kurdas no solo están resistiendo. Están obteniendo victorias. La expulsión de los terroristas del Isis de Kobani es la principal. En las fotos que llegan desde esas lejanas tierras, se puede apreciar sus delicadas curvas bajo el uniforme, o algunas uñas pintadas entre las decenas de manos que empuñan armas. Dispuestas a darlo todo por sus hijas. Y por las hijas de sus hijas. Y por las hijas de las hijas de sus hijas.
(Tomado de LaRepública.pe)