Venezuela celebrará este 4 de febrero, el día de su Dignidad, en medio de una nueva embestida de la derecha recalcitrante, fabricada y financiada por Estados Unidos y sus aliados europeos, agresiones directas de Washington, guerra económica, y una feroz campaña mediática perpetrada desde el Viejo Continente, que tienen como fin derrumbar la Revolución Bolivariana.
Los adversarios de la gesta iniciada con la Rebelión Cívico-Militar que encabezó Hugo Chávez en 1992, y que en 1998 devino en su triunfo electoral, persisten en dar al traste, a cualquier precio, con el proceso revolucionario venezolano que heredó, y ahora lidera, el presidente Nicolás Maduro.
La beligerancia sin cuartel contra el “Chavismo” ha llegado a tales límites que el vicepresidente norteamericano, Joe Biden, anunció su fin a dignatarios de países caribeños, en busca del apoyo que la Casa Blanca nunca ha tenido ni tendrá en la Patria Grande, para truncar los sueños hechos realidad del pueblo de Simón Bolívar.
Washington ha impuesto sanciones a funcionarios del gobierno de Maduro, engendrado la violencia interna, organizado crímenes con el respaldo de terroristas como el expresidente colombiano Álvaro Uribe, y promovido una guerra económica, con el propósito de rendir a Venezuela.
El Plan maquiavélico anti-Chavista planeado por el Pentágono ha incluido además desde frustrados intentos de Golpes de Estado hasta shows mediáticos, como el protagonizado recientemente con la visita que realizaron a Caracas los también exmandatarios de Colombia Andrés Pastrana, de México Felipe Calderón, y de Chile Sebastián Piñera.
En un acto injerencista sin precedentes, esas marionetas de sucesivos regímenes de Estados Unidos, por cierto los tres tienen expedientes sangrientos en sus respectivos países, armaron un teatro en defensa de los “derechos humanos” de opositores violentos, con cuentas criminales pendientes con la justicia venezolana.
Quisieron incluso llegar de manera intempestiva a una cárcel en Caracas, violando deliberadamente las normas de seguridad que rigen ese tipo de instalaciones militares, lo cual confirmó el verdadero objetivo político, provocador y sedicioso de presidentes de otra época de la historia reciente latinoamericana.
Ese show, que terminó como todos, con penas y sin glorias, fue acompañado de una cruzada mediática montada en Europa, principalmente en España, que todavía persiste, y está dirigida a denigrar del ejemplo que constituye hoy Venezuela en Latinoamérica y el Caribe, y en el mundo.
Quieren borrar lo que significó el Gigante Chávez para esa nación y para la Patria Grande, el legado que dejó, pero la Dignidad de su pueblo, bajo la conducción de Maduro, terminará por derrocar la nueva embestida de sus mediocres adversarios.