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General: Fidel y el concepto de Revolución
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 20/06/2013 20:35

Fidel y el concepto de Revolución

Publicado en Fidel Castro fecha Junio 20th, 2013

Continúo compartiendo con ustedes algunos de los más interesantes trabajos publicados por mí en el Boletín Librínsula, de inolvidable recuerdo. Hoy les comparto el trabajo de alguien que es hoy día un entrañable amigo:

 

Fidel y el concepto de Revolución
Por el Dr. Eugenio Suárez Pérez

El concepto Revolución ha sido tratado de diferentes maneras por el Primer Secretario del Comité Central del PCC, compañero Fidel Castro Ruz. A través de los años la definición y concepto que de la Revolución Cubana nos hemos formado han sido esclarecidos y enriquecidos siempre por Fidel.

Ya no es posible definir a la Revolución cubana, como lo aprendimos en sus orígenes. Hoy, por supuesto, la definición es más compleja. En ella están representados 137 años de lucha y experiencia, y más de 40 en el poder. Cada etapa tuvo sus objetivos, los de hoy, por supuesto, no son los mismos que nos propusimos en 1959, cuando la Revolución triunfante se enfrentó a la compleja situación del país: hambre, miseria, analfabetismo, incultura, prostitución y las arcas vacías: robadas y llevadas a Estados Unidos.

Sin embargo, en el concepto general de la Revolución Cubana se mantienen y mantendrán, una serie de elementos que son los que la validan como una Revolución verdadera. Para evitar interpretaciones equivocadas acudiré a las palabras textuales del compañero Fidel para argumentar cada uno de los aspectos tratados. Esto, por supuesto, contribuirá mucho más a la comprensión de las ideas y propósitos que nos hemos propuesto abordar.

El 1ro. de mayo de 2001, Fidel ofreció una definición que expresa, precisamente, ese conjunto de elementos que la hacen real. Es una definición muy coherente, integra da por doce conceptos que contienen las armas, instrumentos y hasta las vías para que la propia Revolución no se detenga. Este es el texto:

“Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.” [1]

A mi entender, la definición está conforme con otras palabras de Fidel, cuando expresó, a solo 15 días del triunfo revolucionario: “Las leyes de la Revolución son, fundamentalmente, principios morales. Los propósitos por los cuales se está luchando, esos propósitos son los que guían y trazan el derrotero de la Revolución. La Revolución no es una cosa loca, la Revolución es algo que tiene una ruta trazada, una serie de principios a los cuales se ajusta y, además, una serie de principios fundamentales que son necesarios dejar bien sentados para que la Revolución se pueda desarrollar pacífica y ordenadamente.”[2]

Antes del triunfo el 1ro. de enero de 1959, el concepto Revolución para el pueblo se limitaba a la acción, a la lucha del Ejército Rebelde en las montañas, y de los combatientes clandestinos en el llano. Una vez que triunfa, el concepto se amplía, y Revolución es el proceso que ha comenzado en el país, es la acción de todo el pueblo, junto al Gobierno Revolucionario y a las organizaciones que se van creando, todo, como hasta ahora, bajo la dirección de líder de la Revolución.

Ha sido una constante del compañero Fidel, de toda la vida, estar explicando siempre el significado de la Revolución Cubana. Así, el 9 de marzo de 1959, expresaría “En qué se parece la Revolución cubana a ninguna otra revolución del Mundo. La nuestra es una revolución sui géneris, de mayoría, con opinión pública que es la fuerza más poderosa del Universo. Esta es una Revolución que va haciendo su obra sin violencia”.[3] Al año de del triunfo, el 24 de febrero de 1960, diría: “Es posible que muchos empiecen ahora a comprender la Revolución en toda su significación y en toda su grandeza, porque, incluso, era una palabra muy en boga, muy repetida y que para muchas personas no tenía sino una significación sonora, una idea confusa, porque, incluso, se llamaba revolución a cualquier cosa y cualquiera se llamaba revolucionario.” [4]

En este mismo discurso dejaba esclarecido la complejidad de una Revolución como la nuestra: “Y fácil parecía una revolución y, sin embargo, una revolución no es tarea fácil. Una revolución no es un acontecimiento sencillo en la historia de un pueblo. Una revolución es un hecho complejo y difícil, que tiene además la virtud de ser una gran maestra, porque nos va enseñando sobre la marcha, y sobre la marcha va fortaleciendo la conciencia del pueblo, y sobre la marcha nos va enseñando qué es una revolución.”[5]

Meses después, precisaría mucho más: “Una revolución no es sino una gran batalla entre los intereses del pueblo y los intereses contrarios al pueblo; una revolución es una gran lucha en la cual todos somos actores; una gran lucha en la cual todos estamos participando, y una gran lucha de la cual nadie puede pretender sustraerse, porque sus consecuencias afectan igual por igual a los que luchan y a los que pretendieron ser indiferentes a esa lucha.”[6]

Y ahondaba mucho más, así en el acto conmemorativo del segundo aniversario del triunfo de la Revolución cubana, el 2 de enero de 1961, explicaba: “Hablábamos de los que no comprendieron ni podían comprender la Revolución, y los que sí la comprendieron. En primer lugar, una Revolución no se produce sin causas. Los que crean que nosotros somos los causantes de la Revolución, se equivocan; los causantes de la Revolución, paradójicamente, son los que no pueden querer a la Revolución.

“No habría Revolución si no hubiese existido tanta injusticia en nuestro pueblo. Es bueno partir de esta base: de que la culpa de que nuestro país se vea envuelto en una revolución la tienen los grandes abusos que se cometieron durante tantos años con nuestro pueblo, la tienen la explotación a que se vio sometido el país, a que había estado sometido siempre. Cualquiera comprende que sin esas circunstancias no habría tenido lugar una revolución en nuestro país.

“La Revolución era, pues, una necesidad, y la Revolución se está haciendo, y la Revolución ¡se hará! “Y ¿qué es una revolución? ¿ Es, acaso, un proceso pacífico y tranquilo? ¿Es acaso, un camino de rosas? La revolución es, de todos los acontecimientos históricos, el más complejo y el más convulso. Es una ley infalible de todas las revoluciones, y la historia lo enseña; ninguna revolución verdadera dejó de ser, jamás un proceso extraordinariamente convulso, o, de lo contrario, no es revolución. Cuando hasta los cimientos de una sociedad se conmueven, y solo la revolución es capaz de conmover los cimientos y las columnas sobre las cuales se erige un orden social, como solo una revolución es capaz de conmoverla, y si esos cimientos no se conmueven, la revolución no tendría lugar, porque una revolución es algo así como destruir un viejo edificio para construir un edificio nuevo, y el nuevo edificio no se construye sobre los cimientos del edificio viejo. Por esos, un proceso revolucionario tiene que destruir para poder construir”.[7]

El compañero Fidel, también definió que la Revolución cubana no fue un hecho casual y aislado. “La revolución cubana no es un fenómeno providencial, un milagro político y social divorciado de las realidades de la sociedad moderna y de las ideas que se debaten en el universo político. La Revolución cubana es el resultado de la acción consciente y consecuente ajustada a las leyes de la historia de la sociedad humana”.[8]

Los hechos y acontecimientos que se fueron sucediendo en los primeros años de la Revolución triunfante fueron enseñando al pueblo cubano lo que verdaderamente era una Revolución. “No hay mejor lección —diría Fidel— que los hechos, era necesario que los hechos vinieran a enseñarnos; que era necesario que los propios hechos condujeran al pueblo, a la gran masa del pueblo, a una comprensión mejor de lo que es una revolución; y, sobre todo, en primer lugar, que una revolución no es un camino de rosas, y que una revolución es una lucha a muerte entre el futuro y el pasado, y que la propia naturaleza de todo proceso revolucionario hace imposible otra alternativa; el choque de intereses es demasiado enconado en una revolución para que pueda ser de otra forma. El viejo orden se resiste siempre a morir ; y el nuevo orden, la nueva sociedad, el nuevo mundo que se forja en una revolución, pugna con todas sus energías para sobrevivir; la lucha se convierte para ambas fuerzas en una cuestión vital: o las contrarrevoluciones destruyen a las revoluciones, o las revoluciones destruyen a los contrarrevolucionarios”.[9]

El propio Fidel, ha expuesto en muchas ocasiones las características de la Revolución Cubana. La primera de ella es la continuidad histórica de las luchas que se iniciaron en 1868 y prosiguió después en 1895 contra el colonialismo español; luego el batallar contra la humillante condición que nos sometió Estados Unidos; se encadena con las luchas de los obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales durante más de medio siglo de gobiernos neocoloniales corruptos y explotadores. Por eso, Fidel en el centenario del inicio de las luchas revolucionarias en La Demajagua, sentenció: “¿Qué significa para nuestro pueblo el 10 de Octubre de 1868? ¿Qué significa para los revolucionarios de nuestra patria esta gloriosa fecha? Significa sencillamente el comienzo de cien años de lucha, el comienzo de la Revolución en Cuba, porque en Cuba sólo ha habido una Revolución en Cuba: la que comenzó Carlos Manuel de Céspedes el 10 de Octubre de 1868 y que nuestro pueblo lleva adelante en estos instantes.”[10]

O si no que significación tuvieron las palabras expresadas en el Manifiesto de la Junta Revolucionaria del 10 de octubre de 1868 para aquel entonces y para la Generación del Centenario que el 26 de julio de 1953 dio continuidad a la lucha armada. “Cuando un pueblo llega al extremo de degradación y miseria en que nosotros nos vemos, nadie puede reprobarle que eche manos a las armas para salir de un estado tan lleno de oprobio. El ejemplo de las más grandes naciones autoriza este último recurso“.[11] O estas otras, realidad hoy de aquellas aspiraciones de los que se iniciaron en la conquista revolucionaria: “Cuba aspira a ser una nación grande y civilizada para tender un brazo amigo y un corazón fraternal a todos los demás pueblos”.[12]

Pero unos días antes en el acta de la reunión de El Rosario, el 6 de octubre de 1868 donde la vanguardia revolucionaria acordó levantarse en armas, se recoge otras palabras que solo con la Revolución en el poder fue posible cumplir aquel deseo.> “Queremos, que el pueblo intervenga en la formación de las leyes, y en reparto e inversión de las contribuciones”.[13]

Otra de estas características, es la que expresó el 21 de enero de 1959, ante un millón de cubanos en el acto denominado “Operación Verdad”, donde se demostró en las palabras de líder de la Revolución, la verdadera naturaleza de la Revolución Cubana. Entonces dijo: “Nosotros los cubanos, podemos sentirnos orgullosos de una Revolución que surge al mundo sin ansias de dominio, sin propósito de explotación, ni de dominación de otro pueblo, sino que nace al mundo como ejemplo, con una aspiración de justicia, de justicia amplia, de justicia honda, dentro del más extraordinario sistema de respeto a las libertades humanas que ha conocido el mundo. La Revolución cubana se puede sintetizar como una aspiración de justicia social dentro de la más plena libertad y el más absoluto respeto a los derechos humanos.[14]

Una característica más quedó reflejada en sus palabras pronunciadas el 8 de mayo de 1959, el día que regresó de su viaje por Estados Unidos y su participación en la Conferencia de los 21 en Argentina: “Cuatro cosas tiene nuestra Revolución que precisamente constituyen los motivos de admiración por los cubanos: esta es, en primer lugar, una Revolución que tiene pueblo; es una Revolución donde el gobierno de la república puede decir que tiene ejército; es una revolución que tiene doctrina y es una Revolución que hace leyes verdaderamente revolucionarias.

“Otros países están sumidos en grandes problemas. Al revés de nuestra patria, no cuentan con los elementos con que afortunadamente contamos nosotros para llevar adelante esta obra. Porque nunca como hoy, nunca en ningún pueblo de América se reunieron —como se reúnen en Cuba— todos los ingredientes para hacer marchar adelante una revolución. El pueblo y los hombres que tienen las armas en la mano son una sola cosa.”[15]

La significación de la Revolución Cubana es expresión de una de las más valiosas características. Como la definió Fidel, un mes después del triunfo: “Esta Revolución ha significado, en primer lugar, no solo que el pueblo es libre, no solo que se acabó el crimen, no solo que se acabaron los atropellos, las torturas, los golpes, las humillaciones que constantemente estaba sufriendo cualquier ciudadano: significa que el pueblo ha llegado al poder“.[16]

Está reflejada en las palabras de Fidel otra importante característica: ”La Revolución democrática que ha llegado al poder, es la Revolución cuya características tiene que ser necesariamente la interpretación de los deseos, de los anhelos de la mayoría del pueblo. La Revolución ha llegado al poder no para que mande un grupo de hombres, sino para que mande el pueblo. El pueblo es el que está gobernando.”[17]

 



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De: Ruben1919 Enviado: 20/06/2013 20:35
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Una de las más hermosas, y tradición revolucionaria, es esta otra característica, recogida en las palabras siguientes de Fidel: “Todo lo que la Revolución haga, tiene que ser realidad primero en la conciencia del pueblo; y este en nuestro principio, que todo lo que la revolución realice, tiene que ser realidad primero en la conciencia del pueblo, y eso es lo verdaderamente democrático, ya que esta es una Revolución de mayorías. Y, por eso, es una Revolución democrática. Nosotros llamamos democracia a lo que es en esencia la democracia: una Revolución de mayorías, y una Revolución donde todo lo que hace nada lo impone, sino que lo hace realidad primero en la conciencia de los ciudadanos, y cuando es realidad en la conciencia de los ciudadanos, se vuelve ley, se vuelve medida revolucionaria, y el pueblo, mayoritariamente, la respalda.”[18]

Días después, el 21 de junio, en Baracoa, Fidel advirtió que la Revolución sería una jornada larga y tendría obstáculos pero los vencería, y vencería todos los males “Combatiendo los vicios que todavía perduran, las lacras que todavía perduran, algunas costumbres que todavía perduran; los seudorrevolucionarios que se pueden haber infiltrados en las filas, los oportunistas, los malos cubanos, los individuos incompetentes e indignos de ocupar determinados cargos y hacer determinados trabajos.

“Que esta es una jornada larga y una lucha larga {…} Porque es una lucha contra los traidores de adentro, una lucha contra los ineptos, los incompetentes, los seudorrevolucionarios; y los traidores de fuera y los enemigos de fuera. Es una lucha dura, que requiere por parte de todos nosotros la conciencia de lo que es una Revolución y de lo que es una verdadera Revolución. Y que una verdadera Revolución no es un paseo, y que una verdadera Revolución no es un juego, y que una verdadera Revolución no es un cambio de hombres; que es una lucha dura, una lucha amarga, una lucha en que tenemos que ir sin descuidarnos nunca, sin bajar nunca la guardia, luchando constantemente contra todos los obstáculos, porque es una tarea casi sobrehumana, la tarea de una Revolución.”[19]

El 26 de julio, el primero que se celebraba, después del triunfo revolucionario, Fidel explicó donde radicaba el secreto de la fuerza de la Revolución, y dijo “que no está en haber derrocado a la tiranía sangrienta que nos oprimía. Porque pudo haberse derrocado a la tiranía y mantenerse en el país las condiciones que hicieron posible esa tiranía; pudo haberse derrocado a la tiranía y ocurrir un simple cambio de hombres en el gobierno; pudo haber sido derrocada la tiranía y perpetuarse en la vida pública de nuestro país los mismos vicios que estábamos padeciendo desde el inicio de la república; pudo haberse derrocado a la tiranía para seguir en la politiquería. Más no fue así. Se derrocó a la tiranía no solo para librar al pueblo del crimen y el asesinato y la tortura y la opresión, sino también para librar al pueblo de la miseria, tan criminal y tan cruel como la tiranía derrocada.

“Y ese el secreto de nuestra Revolución, de la fuerza de nuestra Revolución: que volvió sus ojos hacia la parte más necesitada y sufrida de nuestro pueblo; que volvió sus ojos hacia los humildes, para ayudarlos.

“Y ese es el único crimen que hemos cometido, dejar de ser vendidos gobernantes a los grandes intereses nacionales o extranjeros, para ser gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.”[20]

 

También, el Comandante en Jefe, nos enseñó a ver el valor de la Revolución. Así lo hizo el 30 de noviembre de 1959, cuando expresó: “La Revolución, sobre todo, vale por lo que significa de esperanza para los que nunca tuvieron esperanza; por lo que significa de atención y de recuerdo para los que siempre fueron olvidados; por lo que significa para el hombre que lo ha redimido, que permite que ese hombre humilde del pueblo no se sienta avergonzado de ser pobre, no se sienta avergonzado de ser humilde; de que ningún compatriota, porque sea pobre o porque sea negro, tenga que sentirse avergonzado, porque esta no es una falta ni mucho menos. “[21]

Y del mérito de la Revolución, también el Comandante en Jefe nos lo enseñó cuando el 2 de enero de 1961 expresó: “Si quisiéramos medir el mérito de nuestra Revolución y el valor de nuestra Revolución, bastaría observar el odio que contra ella sienten los grandes intereses reaccionarios del mundo; bastaría observar el odio que contra ella siente el peor y más explotador de los imperialismos modernos; bastaría observar el odio que contra ella siente la prensa más reaccionaria del mundo, la campaña tremenda de calumnias que se comenzó a realizar desde el primer día contra ella, para comprender, para satisfacción de nuestro pueblo, que nuestra Revolución pasará también a la historia como una gran Revolución.”[22]

La Revolución Cubana, primero fue un sueño, una aspiración de muchas generaciones de cubanos. Ha pasado por varias etapas. Ya en la segunda mitad del siglo XX era necesario tomar prestados las consignas, el lenguaje y el ropaje de vejez venerable y formar de nuevo el Ejército Libertador. “Pero la Revolución ahora ya no podía tener el mismo contenido que en 1868 y 1895. Había transcurrido más de medio siglo. A la cuestión de la soberanía popular y nacional se añadía con toda su fuerza el problema social. Si la Revolución de 1868 fue iniciada por la clase terrateniente y proseguida en 1895 fundamentalmente por las masas campesinas, en 1953 ya existía una clase obrera; a ella, portadora de una ideología revolucionaria, en estrecha alianza con los campesinos y las capas medias de nuestra población, correspondía el lugar cimero y el carácter de la nueva Revolución”.[23] En cada una de estas últimas etapas ha tenido sus objetivos bien definidos. Estas etapas las apreciamos muy bien en las intervenciones del propio Comandante en Jefe. “Una revolución verdadera solo se podía producir en las condiciones en que estaba nuestra patria, de lo contrario, no hubiese sido posible. Sin razón para la rebeldía nacional, sin razón para aquella lucha, aquella lucha habría fracasado irremediablemente, pero existían condiciones reales para una revolución y por eso se logró la primera etapa, que fue movilizar al pueblo, llevarlo a la lucha contra aquel régimen, y destruirlo, destruir sus bases, sobre todo su base militar, que fue la primera tarea de la Revolución, destruir el aparato en que se sustentaba aquel régimen, y que era, no solo el sustento del régimen político, sino que también era el sostén del régimen económico, porque, desde luego, todo aquel aparato político y el aparato militar estaban al servicio de los grandes intereses y de los grandes intereses extranjeros fundamentalmente.“[24]

La otra etapa, comienza con el triunfo de la Revolución. “Para nosotros, es decir, para el pueblo, la tarea que tenía delante el día 1ro. de Enero de 1959, era una tarea grande y una tarea dura. En aquellos momentos era la alegría, la alegría de ver romperse aquellas cadenas, cadenas de oprobio y de sangre, cadenas de injusticias y de crimen, cadenas que ahogaba a un pueblo en la humillación y en la miseria y, sobre todo, en la falta de esperanza.

“Era, en aquellos días la alegría general, aunque con una idea vaga de todo lo que teníamos por delante. La Revolución no había cobrado forma todavía; la Revolución era algo así como una silueta que no se definía claramente en la mente del pueblo. La Revolución era algo así como una esperanza y aquella alegría posiblemente nos impedía pensar en todo lo que teníamos que hacer todavía; que el romper aquellas cadenas no significaba sino la oportunidad de empezar; de empezar a hacer esa obra compleja y difícil.”[25]

Durante la segunda mitad de 1960 se efectuaron las nacionalizaciones de carácter antiimperialista y socialista. La Revolución entra, entonces, en su etapa de construcción socialista. El 15 de octubre de 1960 Fidel proclamó que el Programa del Moncada se había cumplido. Ante la Revolución se planteaba una nueva etapa, la tarea del socialismo, se iniciaba así la construcción del socialismo en Cuba. En su comparecencia ante las cámaras y micrófonos del Frente Independiente de Emisoras Libres, dijo: “Declaramos aquí que la Revolución ha cumplido la primera etapa, que entra en una nueva etapa; que los métodos de la primera etapa tenían que ser necesariamente métodos distintos a los de la segunda etapa. Los métodos de la primera etapa tenían que ser drásticos; no se podía estar contemporizando con los monopolios extranjeros; no se podía estar contemporizando con los grandes latifundios, los grandes privilegios; había que liquidar el poderío económico de una minoría que controlaba el poder económico y el poder político y había hecho uso abusivo y explotador de ese poder económico y político que tenía en sus manos. {…}

“En la nueva etapa de la Revolución, los métodos drásticos de orden económico y social desaparecen. ¿Por qué? Porque el poder mayor, el poder principal de orden económico, los que controlaban la economía del país, han sido puestos fuera de combate en virtud de las medidas de la Revolución. Queda el pueblo, quedan numerosos intereses. En la segunda etapa de la Revolución, los métodos no van a ser métodos drásticos, de orden económico y social. Si nosotros nos vemos obligados a tomar un método drástico, es por razones de tipo revolucionario, de defensa de la Revolución, contra los que conspiran, contra los que se unen al imperialismo, contra los que se unen a los enemigos de la patria; pero no por razones de orden económico y social. Y por eso aquí, en nombre del Gobierno Revolucionario, nosotros queremos declarar que la primera etapa de la Revolución se ha cumplido y que la Revolución entra en una segunda etapa.”[26]

Estamos en condiciones de volver al concepto de Revolución dado por Fidel el 1ro. de mayo de 2001. Sin embargo, para una mejor comprensión, es necesario traer los párrafos anterior y posterior a la definición: El primero: “Estamos viviendo días de intensa y trascendental lucha. Cinco meses llevamos batallando sin tregua. Millones de compatriotas, todos casi sin excepción, han participado en ella. Nuestras armas han sido la conciencia y las ideas que ha sembrado la Revolución a lo largo de más de cuatro décadas”.[27] El posterior: “En términos reales y concretos, nos hemos enfrentado durante 41 años a la más poderosa potencia que jamás haya existido en el mundo, vecina nuestra a sólo 90 millas, que en la actualidad asume carácter unipolar y hegemónico”. [28]

Entre la situación del momento histórico que vivimos aquellos meses finales del 2000 y los primeros del 2001, y, los años de enfrentamiento al gobierno de Estados Unidos está el concepto expuesto por Fidel. Que no es un concepto nuevo, es una reiteración materializado en principios, métodos y formas de llevar a cabo la Revolución. Los 14 preceptos expuestos en la definición son los que nos ha permitido avanzar casi 47 años, y exponer ante el mundo los resultados que Cuba ilustra.

El concepto condensa las enseñanzas que, acerca de la dirección de la Revolución, hemos recibido de Fidel en estos años. Haciendo un breve recorrido de nuestra joven Revolución, podemos afirmar que desde el triunfo revolucionario, en la dirección de la Revolución, y particularmente, en el compañero Fidel ha estado presente el momento histórico y hemos cambiado, desde el mismo 1ro. de enero, todo lo que debía ser cambiado. Así lo enseñó Martí, cuando en una de sus lecturas a los emigrados expuso: “Debe hacerse en cada momento, lo que en cada momento es necesario”.[29]

En la moral de la Revolución y en sus leyes siempre se ha proclamado la igualdad y libertad plenas, ha combatido la discriminación de sexo y de raza y hoy ha tocado en todas las puertas, combatiendo fuertemente los rezagos de marginalidad y llevando la salud y la educación a los rincones más apartados del país, para que todos, unos a otros, nos tratemos como verdaderos seres humanos. Esto ha sido una de las razones de la Revolución, porque como bien expresara el Apóstol: “No hay igualdad social posible sin igualdad de cultura”.[30] En breves palabras, el Héroe Nacional , en Patria del 31 de marzo de 1894, escribió: “La justicia, la igualdad del mérito, el trato respetuoso del hombre, la igualdad plena del derecho: eso es la revolución”.[31]

La Revolución cubana, realmente ha recibido ayuda y la hemos aceptado, sin embargo, nuestro pueblo se ha forjado bajo la concepción de emanciparnos por nosotros mismo y con nuestro propios esfuerzos. Ahí están los ejemplos del Período Especial, donde se concertaron la mayoría de los preceptos que se exponen en la definición. Este ejemplo, lo tenemos, también, en la defensa armada de la patria.

En casi 47 años, la Revolución ha desafiado fuerzas poderosas que han tratado de dominarla; por mencionar solo algunas, ahí están la invasión por Playa Girón, la Operación Mangosta llena de agresiones organizadas, dirigidas y financiadas por el Gobierno de Estados Unidos, y la Crisis de Octubre. Siempre hemos vencido. La audacia, la inteligencia y el realismo son cualidades que han distinguido a la dirección de la Revolución, sin ellas no hubiese sido posible escalar la altura que hoy, con su ejemplo, domina Cuba en el mundo.

Nuestro pueblo ha desarrollado un conjunto de valores, en los que se cree ciegamente: la modestia, el desinterés, el altruismo, la solidaridad, la honestidad, el heroísmo y muchos más, que conforman el tesoro espiritual que hemos recibido, y que estaremos dispuestos a defenderlos al precio de cualquier sacrificio. La Revolución Cubana nunca ha mentido ni ha violado jamás los principios éticos que la sustentan. Ahí está la historia, ahí está la actuación de nuestra dirección revolucionaria, ahí están los ejemplos. Ahí está la doctrina martiana: “Una modestia súbita hace a los hombres visiblemente mejores.”[32]

Desde que el pueblo cubano asumió el poder como resultado de la propia Revolución se formó la convicción de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Que estas son mucho mas poderosas que las armas. Así lo aprendimos, así hemos crecido, así estamos dispuestos siempre a defenderla. Cabe, aquí una pregunta, ¿por qué un país tan pequeño como el nuestro a solo 90 millas del más poderoso del mundo hemos sobrevivido a sus agresiones? ¿Por qué el gobierno de Estados Unidos teme enfrentarse a nuestros cinco hermanos héroes, encarcelados en cárceles norteamericanas? Porque le temen a la verdad y a nuestras ideas. “Una idea justa que aparece, vence”,[33] dijo Martí, También dijo: Para ser fuerte hay que comprometerse con la verdad. Al principio puede perderse alguna batalla, pero se ha de ganar la decisiva”.[34] O cuando expresó, “Manda el que dice a tiempo la verdad. La verdad bien dicha, dicha a tiempo, disipa, como si fuesen humo, a sus enemigos”[35]

La unidad y la independencia dos preceptos arraigados en nuestros sentimientos. La historia nos lo enseñó, Fidel no los reiteró, y el pueblo lo asimiló, hoy se conservan como parte de las tradiciones más hermosas. Sin la unidad no habría independencia. Somos independientes porque estamos unidos. Y estamos unidos, luchando por hacer realidades los sueños de hoy de justicia no solo para Cuba sino para el mundo. Los anhelos de ayer dejaron de ser virtuales, son tangibles. Y ese sueño de justicia conforma la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo que ha caracterizado siempre a la Revolución Cubana. “La independencia —dijo Martí— es condición de esencia de la vida: todo sea libre, sin más esclavitud que la de la lógica en la vida literaria y en la vida real la del deber”.[36]

¿Qué corresponde entonces? En primer lugar, hacernos dueños del concepto y aplicarlo en la vida diaria de nuestro trabajo. De ello, dependerá la propia existencia de la Revolución. Dejar de cumplir el contenido del concepto REVOLUCIÓN expuesto por Fidel es dejar de ser revolucionarios, es comenzar a perder la autenticidad de la Revolución cubana.
[1] Discurso pronunciado el 1º. de mayo del 2001. Granma, 2 de mayo de 2001, p.4.

[2] Discurso en el Club de Rotario, La Habana, 15 de enero de 1959. El pensamiento de Fidel Castro. Selección temática, t. 1, v. 2, p. 386.

[3] Revolución, 10 de marzo de 1959, p. 13.

[4] Discurso pronunciado el 24 de febrero de 1960. El pensamiento de Fidel Castro. Selección temática, t. 1, v. 2, pp. 418-419.

[5] Discurso pronunciado el 24 de febrero de 1960. El pensamiento de Fidel Castro. Selección temática, t. 1, v. 2, pp. 418-419.

[6] Discursa en el Congreso de los Trabajadores Metalúrgicos, 6 de julio de 1960. El pensamiento de Fidel Castro. Selección temática, t. 1, v. 2, p. 431.

[7] Discurso en el segundo aniversario de la Revolución, 2 de enero de 1961. El pensamiento de Fidel Castro. Selección temática, t. 1, v. 2, p. 443.

[8] Discurso pronunciado el 26 de julio de 1973. De La Demajagua a Playa Girón. Ciencias Sociales, 1978, p.286.

[9] Discurso en el segundo aniversario de la Revolución, 2 de enero de 1961. El pensamiento de Fidel Castro. Selección temática, t. 1, v. 2, p. 444.

[10] Discurso pronunciado en La Demajagua, el 10 de octubre de 1968. De la Demajagua a Playa Girón. Ciencias Sociales, 1978, p. 58.

[11] Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba. 10 de octubre de 1868.Carlos Manuel de Céspedes. Escritos, Compilación de Fernando Portuondo del Prado y Hortensia Pichardo Viñals, t. 1, p. Ciencias Sociales, 1974, p. 110.

[12] Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba. 10 de octubre de 1868.Carlos Manuel de Céspedes. Escritos, Compilación de Fernando Portuondo del Prado y Hortensia Pichardo Viñals, t. 1, p. Ciencias Sociales, 1974, p. 111.

[13] Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba. 10 de octubre de 1868.Carlos Manuel de Céspedes. Escritos, Compilación de Fernando Portuondo del Prado y Hortensia Pichardo Viñals, t. 1, p. Ciencias Sociales, 1974, p. 107.

[14] Discurso en la concentración popular en el Palacio Presidencial, La Habana, 21 de enero de 1959. El pensamiento de Fidel Castro. Selección temática, t. 1, v. 2, p. 388.

[15] Discurso pronunciado en la Plaza Cívica el 8 de mayo de 1959. El pensamiento de Fidel Castro. Selección temática, t. 1, v. 2, pp. 402-403.

[16] Discurso en la concentración popular de Guantánamo, 3 de febrero de 1959. El pensamiento de Fidel Castro. Selección temática, t. 1, v. 2, pp. 389-390.

[17] Discurso en la concentración popular, Guantánamo, 3 de febrero de 1959. El pensamiento de Fidel Castro. Selección temática. Ob. Cit., p. 389.

[18] Discurso pronunciado el 27 de noviembre de 1959. El pensamiento de Fidel Castro. Selección temática, t.1, v. 2, pp. 416-417.

[19] Discurso en concentración campesina en Baracoa, 21 de junio de 1959. El pensamiento de Fidel Castro. Selección temática, t. 1, v. 2, p. 407.

[20] Discurso en el acto del 26 de julio de 1959. El pensamiento de Fidel Castro. Selección temática, t. 1, v. 2, p. 408.

[21] Discurso del 27 de noviembre de 1959. El pensamiento de Fidel Castro. Selección temática, t. 1, v. 2, pp. 416-417.

[22] Discurso en el segundo aniversario de la Revolución, 2 de enero de 1961. El pensamiento de Fidel Castro. Selección temática, t. 1, v. 2, p. 444.

[23] Discurso pronunciado el 26 de julio de 1973. De La Demajagua a Playa Girón. Ciencias Sociales, 1978, p.288.

[24] Discurso en el programa de televisión de la Universidad popular, 26 de junio de 1960. El pensamiento de Fidel Castro. Selección temática, t. 1, v. 2, pp. 429-430.

[25] Discurso pronunciado el 24 de febrero de 1960. El pensamiento de Fidel Castro. Selección temática, t. 1, v. 2, pp. 418-419.

[26] Discurso ante las cámaras y los micrófonos del Frente Independiente de Emisoras Libres, 15 de octubre de 1960. El pensamiento de Fidel Castro. Selección temática, t. 1, v. 2, p. 439.

[27] Discurso pronunciado el 1º. de mayo del 2001. Granma, 2 de mayo de 2001, p.4.

[28] Ibídem.

[29] Martí, José: O. C., t. 4, p. 193.

[30] Ibídem, t. 3, p. 28.

[31] Ibídem, t. 3, pp. 104 y 105.

[32] Ibídem, t. 12, 228.

[33] Ibídem, t. 5, p. 105.

[34] Ibídem, t. 28, pp. 144-145.

[35] Ibídem, t. 11, p. 457.

[36] Ibídem, t. 6, p. 442.

 

Mayo/2006

Fuente Cuba Socialista
Tomado de Boletín Librinsula


Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 08/02/2015 10:03

Eusebio Leal: “No podremos entender la Revolución sin la República”

20 mayo 2012 | 35
Eusebio Leal

Eusebio Leal

Por Pedro Martínez Pírez

A propósito del 20 de mayo de 1902, nacimiento de la República neocolonial cubana, compartimos esta entrevista concedida por el Historiador de La Habana Eusebio Leal, a la Revista Temas:

-Eusebio, ¿República mediatizada, Seudo- rrepública o simplemente República, la cubana que nació el 20 de mayo de 1902 y terminó el Primero de enero de 1959?

-Creo que República, y que, además, es una República que nace bajo las circunstancias de no ser la hija legítima de la Revolución, sino su aborto. Quiero decir: se había fundado una república en Guáimaro, ahí está nuestra tradición revolucionaria, democrática. Los principios fundamentales de nuestras esperanzas futuras se sentaron en Guáimaro, en abril de 1869. Si observamos el proceso que vino después, vamos a ver cómo a partir de la creación de ese territorio libre del colonialismo español -el que el Ejército Libertador pudo sostener y donde, queramos o no, estuvo el gobierno revolucionario con todas sus luces y sombras-, nace ese proceso.

Y se extingue cuando se declara disuelto el Gobierno Revolucionario, no el que fenece con la paz de El Zanjón, y ni aun con el Consejo Revolucionario que se crea después de la Protesta de Baraguá, y que persuade a Antonio Maceo de la necesidad de su partida al exterior, convenciéndolo de que no perezca en una reyerta inútil, cuando ya no había esperanzas materiales y solamente quedaba y quedaría el eco y la luz del acto moral de Baraguá; sino el que termina después de los hitos posteriores, aun el de 1895, con la disolución del Ejército Libertador más tarde, y con la del gobierno presidido por Bartolomé Masó.

Podríamos analizar todos y cada uno de estos hitos: la primera república, la cespediana; la que se extingue con el pacto de El Zanjón; la que sobreviene con el Consejo Revolucionario, presidido por el venerable Silverio del Prado, por Manuel Calvar, por Maceo, por Vicente García; la que sobreviene después, en el 95, con posterioridad a la discusión en La Mejorana entre Martí, Gómez y Maceo, en la que se debate la forma de gobierno. Esto queda atrás en el momento en que, de hecho, se declara disuelto el Ejército mambí, se extingue el gobierno revolucionario, y comienza ese lapso oscuro que es la ocupación norteamericana, enjuiciada por Máximo Gómez, de forma breve y precisa, en su anotación del 8 de enero de ese año 1899: “tristes se han ido ellos [los españoles] y tristes nos hemos quedado nosotros, porque un poder extranjero los ha sustituido”.

Máximo Gómez reconoce implícitamente que había un poder real -el español-, que a lo largo de siglos había privado al pueblo cubano de ejercer, llegado a la madurez de su vida, estando presentes en la sociedad cubana los elementos formativos que la favorecían, una opción independentista -a la que nunca tuvimos en realidad acceso-, fallido primero el intento de que Cuba se incorporase al movimiento de liberación hispanoamericana iniciado en México, y en todo el sur por Bolívar y por los padres fundadores; el resultado del 68 después, y finalmente el desastre de la intervención norteamericana, que Gómez en ese mismo párrafo señala. En esa misma anotación, dice que es una “intervención impuesta por la fuerza”. En esta entrevista no podemos explayarnos en criterios diversos sobre el hecho, pero lo cierto es que los norteamericanos llegan, eso es lo histórico; desconocen al gobierno revolucionario; utilizan al Ejército Libertador como unos cargadores, como unas tropas de adelanto que van limpiándoles el camino, hasta que se esfuma la ilusión de que los americanos vienen a Cuba como aliados.

El propio Gómez -para volver a citarlo- en su célebre carta de respuesta al Capitán General Ramón Blanco, que le insta a una alianza entre tropas cubanas y españolas para arrojar fuera a los yanquis, le responde: “Me asombra su atrevimiento, al proponerme nuevamente términos de paz, cuando usted sabe que cubanos y españoles jamás pueden vivir en paz en el suelo de Cuba. Usted representa en este Continente una monarquía vieja y desacreditada y nosotros combatimos por un principio americano; el mismo de Bolívar y Washington [...] Yo solo creo en una raza: la Humanidad; y para mí no hay sino naciones buenas y malas; España habiendo sido hasta aquí mala, y cumpliendo los Estados Unidos, hacia Cuba, un deber de humanidad y civilización, en estos momentos”; para, poco después, con aquella agudeza que tenía, y como hombre que conocía demasiado la cuestión cubana por dentro, y había oído tanto a Martí, diga: “No veo el peligro de nuestro exterminio por los Estados Unidos, a que usted se refiere en su carta. Si así fuese: “La Historia los juzgará”". El juicio está montado en la ocupación americana, en ese período de ocupación -1900-1902-, cuando quedan claras todas las intenciones; cuando estas se ponen de manifiesto, con brutalidad absoluta, en la asamblea constituyente de 1901 en el Teatro Martí; cuando se les advierte a los asambleístas que si no hay enmienda no hay República. Y a la constituyente, que tenía como único objetivo -para el cual había sido elegida-, preparar una base constitucional para la República futura, le impone el deber de legislar sobre cómo serían las relaciones futuras entre Cuba y los Estados Unidos, y le impone la Enmienda Platt, que no solamente merma, sino mutila todos los atributos de soberanía de la República que nace el 20 de mayo de 1902.

Sí, fue una República, fue reconocida por las grandes potencias, por España, por los Estados Unidos; fue reconocida por Europa, por Japón, por China. Ahí tenemos las cartas de reconocimiento de todas aquellas personalidades. Fue reconocida por todos los pueblos iberoamericanos; pero en realidad la República, como tal, no existió, porque desde el punto de vista jurídico, el gobierno de los Estados Unidos podía intervenir en Cuba sin consultar al Congreso ni al Presidente. Y eso lo ejerció entre 1902 y 1905, en todas las presiones sobre el gobierno de Tomás Estrada Palma, y de una forma brutal cuando ese propio presidente, prevaricando de sus deberes, llama al gobierno norteamericano, en una acción en la cual participa el Ministro de Cuba en Washington, Gonzalo de Quesada, quien pide al presidente de los Estados Unidos la intervención en Cuba. Ambos, Gonzalo de Quesada y Estrada Palma, eran discípulos amados de Martí. Hasta el último momento de su vida está refiriéndose con cariño y con afecto a Estrada, a quien él había llamado “el cenobita de Central Valley”. En la carta del Secretario de Estado norteamericano está citado el telegrama de Quesada que dice: “esto aquí nadie lo sabe, solamente el Presidente y yo”.

Es decir, se hizo a espaldas del Congreso, a espaldas de los sectores de opinión. En medio de un conflicto interno, se solicita la intervención norteamericana. Es un acto de soberbia del presidente Estrada Palma, al no querer reconocer los resultados de unos comicios electorales que estaban viciados, porque la República que se entroniza nació con todos los vicios de corrupción propios del modelo que le había sido propuesto como fórmula de existencia. Dicen que el Presidente norteamericano estaba muy molesto, porque la torpeza de los políticos cubanos venía a deshacer la imagen “grande y generosa” que los Estados Unidos habían dado ante el mundo. La nación norteamericana había cumplido el compromiso solemne de ambas cámaras -expresado en la fórmula de que el pueblo de Cuba es y de derecho debe ser libre y soberano- al intervenir en Cuba. Esa libertad había sido conculcada por la Enmienda Platt, pero quedaba una formulación pública, un teatro montado, y ese teatro venía a ser disuelto por Tomás Estrada Palma, y eso no convenía a los intereses norteamericanos. Ellos no querían estar aquí, la escena maravillosa había sido la partida, la entrega de la República; pero tuvieron que volver, y cuentan que el Presidente norteamericano le expresó a Gonzalo de Quesada: “Dígale al presidente Palma que yo puedo enviar ahora mismo los barcos que me pide, pero que piense en la mancha imborrable que caerá sobre su nombre”.

-A partir del 20 de mayo de 1902 nace un nuevo Estado, y se crea una república que usted dice que no existió en los primeros años por la vigencia de la Enmienda Platt, pero que ha dejado una historia con luces y sombras, a partir de Estrada Palma, pasando por José Miguel Gómez, Menocal, Zayas, Machado…

-Nosotros podemos explicar la historia; lo que no podemos hacer es borrarla. Cuando no se tiene el valor de explicarla, se acude al expediente de omitirla. Yo pienso que eso es un grave error, que ha costado muy caro a los que la han negado. Varias veces he escuchado decir al compañero Fidel que quienes han negado su historia han desaparecido.

No podemos dejar de pensar que el Secretario de Educación Pública del gobierno interventor, en un período, fue Enrique José Varona. Ya sabemos qué representa Varona en la historia de la evolución del pensamiento cubano. Sabemos que en el momento del voto por la Enmienda o contra la Enmienda se escinde la opinión cubana. Una posición era la de quienes creían necesario rechazarla -recurriendo a un expediente de heroísmo que no tenía convocatoria, porque se habían roto las bases de unidad, y la información que podría haber permitido movilizar a muchos, estaba fragmentada.

Otros creían que debíamos tomar lo que se nos daba y luchar por lo que aspirábamos, o por lo que habíamos luchado siempre. Esa es una verdad; y vamos a observar cómo, tanto en el gobierno de Tomás Estrada Palma como en los posteriores, participa un conjunto de figuras de gran relevancia para Cuba que no pueden ser, en forma alguna, borradas y tijereteadas de la historia. Nos quedaríamos sin nadie si no somos capaces de situar lo que usted ha llamado, con razón, la luz y la sombra de un proceso. No hay posibilidad ninguna, es un proceso en el cual se forja un sentimiento antimperialista, en que renacen con fuerza, después de la poda, los más valiosos sentimientos patrióticos. Es un período en el cual figuras como Juan Gualberto Gómez, Manuel Sanguily, Enrique José Varona, por citar solamente algunos nombres, van a librar la batalla por el análisis y la búsqueda de una posición cubana frente a las nuevas amenazas de injerencia norteamericana -que son en muchos casos rechazadas- y contra las relaciones que se han creado en Cuba, precisamente por no haber triunfado la revolución martiana “con todos y para el bien de todos”.

No estaba publicada todavía la mayor parte de la obra de Martí; por eso comprendemos la avidez con que Mella, profundamente flechado por el Maestro, busca testimonios martianos en las figuras sobrevivientes de la gran gesta; por eso el papel del doctor Eusebio Hernández, por ejemplo; una tremenda figura, no solo un gran científico, sino un gran patriota, de primerísima línea, consejero de Maceo, compañero y amigo de casi todos los fundadores. Hay un libro precioso con su correspondencia y con todo lo que significó. Además, Mella lo pondera de forma extraordinaria.

Es la etapa en que nace el movimiento obrero, en que se llevan a cabo las primeras huelgas, en que va surgiendo, precisamente, una conciencia proletaria en medio de las necesarias influencias, que venían de nuestra propia matriz española o europea, como el anarcosindicalismo. Tuvimos hasta la fortuna de tener en esa corriente a hombres de la talla de Alfredo López, a quien Mella reverencia como una verdadera figura de primera línea en el orden humano. Es la etapa en que se forja y nace el primer Partido Comunista de Cuba, con un Primer Secretario que era español y que es deportado poco después; lo cual agrega condimento a que nuestra ruptura con España siempre fue con la España política, pero no con la de la raíz, de la rabia y de la idea de que hablaba García Lorca; porque de ahí nos vienen los fundadores de las organizaciones obreras, de la masonería librepensadora y anticlerical, de las organizaciones culturales iniciales. No olvidemos que sin esa continua relación con la España vital no se comprendería la partida a España, apenas treinta años después, de aquella masa de jóvenes que va a combatir por el sueño democrático de la humanidad, en defensa de la República, y que vaya entre ellos uno de los jóvenes más esclarecidos de su generación, Pablo de la Torriente Brau.

Esto es muy complejo, no admite simplificación, no admite decir que todo ha comenzado con nosotros. El movimiento encabezado por Fidel es, como él mismo lo definió, una continuación de la revolución iniciada por Céspedes. Esa revolución adopta, desde el 68 hasta el 59, distintas etapas, y una de ellas es la de la lucha en el período republicano, proclamado luego de la primera y segunda intervención norteamericana en Cuba, y del terrible amago de intervención que sobreviene a la revolución del 30. Hubo entonces injerencia política, pero ya no pudo haber intervención militar con desembarco, porque ya había cristalizado una conciencia que pone al país al borde de una verdadera y grande revolución.

Tampoco podemos omitir que, en medio de todo eso, hay en la República elementos vitales que luchan, por ejemplo, de una forma patriótica por deshacer la Enmienda Platt, desde el punto de vista jurídico, y lo logran cuando hacen que sea finalmente abolida, no como un acto de generosidad del nuevo trato preconizado por Franklin D. Roosevelt, sino como resultado de una gran lucha nacional, en la cual los embajadores, los ministros cubanos -entre ellos Cosme de la Torriente- van a desempeñar un papel muy importante para la desarticulación del aparato jurídico de la Enmienda. Ellos logran barrenarla completamente. Además, estaba delante el proceso revolucionario, fallido, inconcluso; pero real, en el cual se paga el altísimo precio del exilio y muerte de Mella, de la partida frustrada y del asesinato de Guiteras, hechos que nos permiten pensar en el precio que paga el pueblo cubano por todo esto.

También hay un movimiento obrero que tiene una significación enorme en este período, con una gran ventaja para Cuba, y es que los grandes dirigentes obreros del país, formados en el seno de aquel primer Partido Comunista, lo fueron de una forma muy flexible. Dirigentes muy originales porque partían de experiencias vividas muy originales, porque cumplían sus deberes de cara a la clase trabajadora; verdaderos dirigentes, extraordinariamente queridos por el pueblo cubano. No se puede concebir la historia de ese movimiento sin hablar, por ejemplo, de Jesús Menéndez, caído en plena juventud y que logró lo que parecía imposible, en una batalla contra las más poderosas transnacionales de aquel momento.

No podemos olvidar -en la Habana Vieja en particular- el papel de Aracelio y de Margarito Iglesias, como no se puede olvidar el de Miguel Fernández Roig o el de José María Pérez, por solamente citar los nombres de los mártires.

-Durante la República se crea también la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), y en la Protesta de los 13 hacen irrupción los intelectuales.

-Claro que sí, un movimiento intelectual muy fuerte que se inicia, precisamente, con aquellos jóvenes libertadores que, al concluir el proceso independentista, quedan inconformes con el destino incierto de Cuba. Entonces se produce un movimiento, y ahí está ese fermento intelectual de hombres de los que hoy estamos conmemorando los centenarios. Con nombres como Don Fernando Ortiz que, ya desde el comienzo, desde su juventud, está buscando las raíces y las claves interpretativas de la sociedad cubana; Emilio Roig de Leuschenring, “el infante terrible”, como lo llamaron; aquella generación que está en la Protesta; figuras que conocimos y nos pudieron dar un testimonio tan hermoso de aquellos años como José Zacarías Tallet y Juan Marinello, por citar algunos nombres.

Tenemos a Rubén Martínez Villena, siguiendo la huella de Mella, a quien Neruda, con tanta razón, llama “el discóbolo cubano”; detrás de ellos, Raúl Roa y toda esa gran generación, extraordinariamente elocuente, dotada de la capacidad de la oratoria, de la conversación, que logran en sus tertulias en el Naranjal, en el hotel Ambos Mundos, en el Lafayette, en el corazón de La Habana, donde se reúnen con los viejos representantes del pensamiento cubano, con el propio Eusebio Hernández, con Juan Gualberto, con Sanguily, con Varona. Vemos el fin de la vida de Varona; ahí está Roa describiendo en una semblanza lo que significó este para la juventud cubana, y cómo van a buscarlo, y cómo Varona -despojado ya de todo, sin nada material-, se convierte en el abanderado de esa moral, de esa ética cubana, indestructible.

Creo que sí, que hubo un movimiento de cambio, de transformación, una generación que tuvo articulistas brillantes, caricaturistas brillantes como Conrado Massaguer, por ejemplo; revistas espléndidas de pensamiento cubano como Social, hasta llegar al momento crucial, ya en el 30, con una generación aún más joven que viene detrás. Por ahí llegaremos a Nuestro Tiempo, por ahí llegaremos a Orígenes, por ahí llegamos a toda la pintura cubana de esa época; por ahí andamos del brazo de músicos como Amadeo Roldán, de Caturla. Entonces, simple y sencillamente, te diré que esa República fue extraordinariamente fecunda, en todos los aspectos.

-¿Cuáles son los momentos o facetas de la historia de aquella República que demandan hoy un ejercicio más acuciante de reinterpretación o revalorización?.

-Creo que toda la historia republicana es muy importante para su estudio; porque se corre el riesgo siempre de simplificaciones, de reducciones muy mecánicas, en las cuales falta la capacidad de investigar situaciones concretas nacionales e internacionales, el papel de las grandes personalidades en la historia de Cuba, el de las vanguardias políticas y culturales que fueron tan importantes y que borran por completo la imagen del proceso republicano como desierto de virtudes. En él aparecen precisamente los precursores y promotores del proceso revolucionario en su doble vertiente; quiero decir en su vertiente política y en su vertiente cultural.

Esta es una coincidencia muy importante en la historia de Cuba, que marca una regularidad de la Revolución, y es la coincidencia de las vanguardias culturales con las vanguardias políticas. Una inclinación a los problemas sociales ha sido determinante, de forma permanente en esas vanguardias cubanas. Las élites han sido, son, se hacen evidentes, pero son intrascendentes. Las que desempeñan un papel importante son las vanguardias, y no se puede confundir lo uno con lo otro. El proceso republicano es riquísimo: en las relaciones internacionales, por ejemplo, la batalla librada por Cuba por la derogación del apéndice constitucional, es decir, de la Enmienda Platt. ¿Cómo se logra esa derogación formal, que fue una victoria jurídica sobre el Departamento de Estado norteamericano? ¿Cómo se logra el reconocimiento de la pertenencia de Isla de Pinos a Cuba, que era discutida?

Y con Isla de Pinos se discutía también la existencia virtual del archipiélago. Se le concedía a Cuba soberanía nada más que sobre la isla grande. Esa batalla fue importantísima. La presencia de Cuba en la fundación de la Liga de las Naciones, la presencia de Cuba en la fundación de la UNESCO, la presencia de Cuba en el Tribunal Internacional de La Haya. El hecho de que haya sido un cubano su presidente -el doctor Bustamante-, el papel que su doctrina jurídica tuvo para los derechos internacionales, y sobre todo el derecho de las pequeñas naciones, particularmente las pequeñas naciones hispanoamericanas. Entonces yo considero que hay que estudiar la República, que no puede ser borrada de un plumazo; hay que ver el papel que desempeñaron las contradicciones, las posiciones de los grupos de batalla en esa época. Por ejemplo, los que aprobaron la Enmienda Platt, bajo qué condiciones. Generalmente no hubo ninguna anuencia, o casi ninguna a favor del carácter real de la Enmienda como elemento de intervención, como elemento de sujeción, como elemento de menoscabo de la soberanía cubana, hasta hacer inviable esa soberanía. No hubo generalmente anuencia a eso. Los que la aceptaron para continuar la lucha consideraban que era necesario tomar en ese momento lo que se nos daba, para buscar y aspirar a lo máximo. Quiero decir que hay que estudiar, estudiar profundamente, y no se puede, de ninguna manera, hablar de la República como de un monstruo inexistente, de algo que no existió. No es posible.

-¿Cómo evalúa la labor realizada por la historiografía republicana? ¿La obra, por ejemplo, de figuras como Ramiro Guerra, Herminio Portell Vilá, Leví Marrero y Emilio Roig de Leuchsenring?

-Son, a veces, enfoques distintos, distanciados por una actitud fundamental ante la cuestión de la injerencia norteamericana en Cuba. Ramiro Guerra, por ejemplo, es el historiador; es un maestro, un pedagogo. Su Historia es un documento de una eticidad absolutamente inobjetable, y él en sus libros se asoma, se coloca ante el dilema de la injerencia norteamericana en la República, la denuncia; no produce un análisis profundo de las causas y razones, y no desnuda el fenómeno; pero llega hasta el umbral, evidentemente; es hasta ahí donde podía llegar. Y eso está avalado por su conducta, por su vida personal, y por su carácter. Emilio Roig sí entra de lleno en el problema.

Yo te diría, por ejemplo, que para comprender el pensamiento cubano, es indispensable estudiar La expansión territorial de los Estados Unidos, de Ramiro Guerra. Es un libro fundamental para poder entenderlo. Pero también es importante estudiar a Herminio Portell Vilá, que después, con su vida, se aparta de las que habían sido sus convicciones; pero no olvidemos nunca que es el autor de una obra monumental que se llama Cuba y sus relaciones con Estados Unidos y España. Es un libro esencial para estudiar, para comprender el diferendum cubano-norteamericano; esta obra y otras del profesor Portell Vilá.

Tomó un protagonismo importante en los congresos internacionales de historia, convocados por Emilio Roig; estuvo en un círculo de amigos, muy apreciado por Roig; después vino un distanciamiento profundo cuando, llevado por su anticomunismo absoluto, no se da cuenta de las originalidades y de las virtudes que estaban presentes en la Revolución cubana. No la interpreta, y aterrorizado, se va a poner al servicio de los propios intereses que ha combatido. Este es un análisis que hay que hacer, pero sin invalidar la obra. Esto es importantísimo.

-¿Leví Marrero y Emilio Roig?

-Leví Marrero: una obra monumental. Una obra mo-nu-men-tal, que nadie puede desconocer. Hay que situarlo dentro de esa obra de la geografía política cubana, en que cada cual hace un aporte importantísimo, muy concluyente: es el trabajo de Pedro Cañas Abril, son las investigaciones de Sara Isalgué y de Salvador Massip, son los propios trabajos del joven Núñez Jiménez en su momento. Pero Leví Marrero es un hombre de gran sabiduría y su obra es una obra enciclopédica que tendrá que ser consultada, independientemente de sus posiciones personales. Es algo a lo que se puede aplicar aquello de que “el arte no tiene patria, pero los artistas sí”. O sea, podemos enjuiciar las posiciones personales del doctor Leví Marrero; podemos someterlas a debate; pero no su obra.

-¿Y Emilio Roig?

-Emilio Roig de Leuschenring fue uno de los hombres más completos, a mi juicio. Pero es un hombre que se desenvuelve en otros rangos. Emilito se percató de la importancia de la polémica política y de la prensa; no se perdió nunca en su gabinete a hacer historia, solamente a investigar y a publicar libros, sino que fue un polemista; y además un costumbrista. Se dio cuenta de que las costumbres y el carácter tenían mucho que ver y condicionaban o tipificaban mucho la posición de los cubanos ante la sociedad y la historia; por eso fue un costumbrista, por eso fue un periodista.

Advirtió el papel de la ciudad, de las grandes ciudades, y particularmente de La Habana, como lugar que tiene un gran peso en la historia de los acontecimientos. Y por eso fue, además, el historiador de la ciudad. Se dio cuenta de la importancia de los monumentos públicos como resortes de la memoria, y por eso defendió y creó instituciones. Pero lo más importante de su obra, de su sentido martiano, de su carácter cubano, es que está signada por una comprensión de que el pueblo cubano había luchado y había logrado su independencia por su propio esfuerzo; de que Cuba debía ser libre -como decía Martí- de España y de los Estados Unidos; de que el imperialismo norteamericano había tenido un papel nefasto en sus relaciones con Cuba. No hablo de la cultura norteamericana, no hablo de la nación norteamericana, hablo de la acción imperial desnudada a lo largo de su obra: en su estudio sobre la Enmienda Platt, en su ensayo luminoso “Cuba no debe su independencia a los Estados Unidos”. Él deja claro, muy claro, que hay una diferencia absoluta entre las vanguardias políticas, defensoras de la justicia, defensoras de los inmigrantes, defensoras de los pobres, de los negros, de Cuba, y la élite política plagada de intereses inconfesables que siempre creyó que Cuba era la fruta madura que debía desprenderse del árbol. He ahí la distinción entre Roig y las otras personalidades que hemos mencionado.

En el Centro Histórico de La Habana hay algunos símbolos de esa República; está el Palacio Presidencial, el Capitolio, y está también el Palacio del Segundo Cabo, que es anterior, pero donde sesionó la primera Legislatura cubana.

Y acabamos de terminar la restauración de la Cámara de Representantes, construida en 1913, anterior al Capitolio y que hemos conservado; porque el Palacio del Segundo Cabo se transformó, se cambió; pero hemos logrado restaurar la Cámara de Representantes, restituir en ella un busto de Máximo Gómez, cien años después, el mismo día y a la misma hora en que había sido expulsado por una Asamblea Legislativa formada por muchos cubanos de mérito, no solo por oportunistas y traidores. El que se paró allí para decir “si hay que fusilar a Máximo Gómez y hace falta un General para hacerlo, cuenten conmigo”, era un patriota imborrable de la historia de Cuba. Tal era la confusión del momento.

El mismo día y a la misma hora, entronizamos su monumento en bronce en el hemiciclo de este primitivo Parlamento, de esta Cámara Baja cubana. En el mismo edificio en el que Raúl Roa realizó su impresionante labor editorial y de divulgación cultural en el Ministerio de Educación, en los tiempos de Aureliano Sánchez Arango. En el mismo lugar a donde llegó Eduardo Chibás, con su denuncia, que era en definitiva un enfrentamiento contra la corrupción conceptual y latente de la República, independientemente de que fuese cierto o no que Aureliano tuviese las fincas que se le atribuían en Guatemala. El lugar desde donde Armando Hart dirigió la campaña de alfabetización -porque ya era Ministerio de Educación en el momento del triunfo de la Revolución. Ahí estuvimos, y el doctor Hart me dijo, “desde aquí dirigimos el movimiento de la alfabetización en Cuba”. Ese lugar está totalmente restaurado, con todos los atributos del Ministerio de Educación y los de la Cámara de Representantes, las condecoraciones de aquella época, las medallas conmemorativas, los documentos, el texto constitucional de 1940. Es decir, no podemos explicar la historia de Cuba, ni amar la historia actual, desconociendo el pasado, ni admitir tampoco una explicación simplista porque, sencillamente, es poco serio.

-¿Cuál sería a su juicio el balance de la cultura de aquella República y su legado al momento actual?

-Bueno, figúrate. Si nosotros, por ejemplo, no comprendemos el papel desempeñado por el grupo de Avance, o por Orígenes, o por la Sociedad Pro-Arte Musical, no podemos entender la cultura cubana. Fue allí, en Pro-Arte Musical, donde se abrió un espacio a la cultura, un espacio muy democrático, porque las vanguardias políticas cubanas -que eran vanguardias de izquierda, no crípticas, sino confesas- estaban allí; allí fueron a participar en la musicología, en el ballet, en las artes plásticas, en el teatro, pero sobre todo en la música. En ese período cristaliza el teatro cubano. ¿Qué pensar del grupo de Avance? Son las ideas, la defensa de las ideas, la organización de la vida cultural, las exposiciones, el trabajo con las personalidades políticas.

¿Qué pensar de Orígenes? Un grupo de meditación, de reflexión, como siempre tiene que haberlo en toda sociedad. No era una élite en una torre de marfil, era una vanguardia. Quizás menos polémica, una vanguardia que estaba en el culto de ciertas cosas, que son indispensables a toda sociedad y que la mezquindad de la vida republicana y de la sociedad -que podríamos llamar política- no permitía generar, y ellos lo hicieron. Y, desde luego, estaban también las grandes individualidades de la cultura cubana. En ese período hay una serie de cosas de una importancia tal, que no podríamos entender la Revolución sin la República.

Tomado de Temas, n. 24-25, enero-junio de 2001.


Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 13/02/2015 15:01
Los jóvenes recordaron el aniversario 60 de la entrada de Fidel a la Universidad.(Tomada de Granma)

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