Por Tatiana Coll Lebedell
Los cubanos, dotados siempre de un sentido del humor agudo, exclamaron: “¡Tenía que ser el 17 de diciembre!” cuando se dio a conocer la noticia del diálogo iniciado entre Estados Unidos y Cuba, pero sobre todo la liberación y el regreso completo de los cinco presos cubanos a su tierra natal. El 17 de diciembre es, para los cristianos, el día de San Lázaro, y para muchos cubanos, el de Babalú Aye, el “sanador de las enfermedades”; día que cerró una herida dolorosa por el muy injusto juicio y encarcelamiento en Estados Unidos de Ramón, Gerardo, Antonio, René y Fernando, condenados porque trabajaron sagazmente “en las entrañas del monstruo” para evitar actos terroristas contra Cuba. Esta es sin duda alguna una gran victoria del pueblo de Cuba, una condición absolutamente imprescindible, sin la cual no se habría iniciado el diálogo.
Una segunda victoria incuestionable es el reconocimiento, frente a Fidel Castro, de que 54 años de bloqueo despiadado y actos terroristas no lograron doblegar al pueblo de Cuba. El cambio de estrategia estadunidense es importante, a pesar de que viene acompañado del lenguaje intervencionista acostumbrado: los funcionarios obamistas de todo nivel no dejan de decir que no cesarán absolutamente ninguno de los mecanismos y recursos para lograr una “Cuba democrática”, al estilo patio trasero, y cuyo fin es “empoderar a los emprendedores privados”. El cambio sería mucho más importante si fuera realmente respetuoso de la soberanía ganada a pulso por Cuba, pero esto, en medio de la desestabilización que promueven en Venezuela, Argentina, Bolivia y Ecuador, sería cuando menos totalmente incompatible.
Los pequeños cambios planteados: permiso a los estadunidenses para viajar a Cuba, enviar remesas de 500 dólares, comprar puros y ron por 400 y usar su tarjeta de crédito, pero sobre todo cierto “desbloqueo” de operaciones bancarias (que incluso permitiría operar a la futura embajada cubana sin tener que llevar los salarios del personal en una valija), significan un respiro importante que posibilitará a todos, cubanos e inversionistas en Cuba, moverse en este mundo globalizado con algo más de normalidad.
Este pequeño paso ha levantado todo un revuelo de especulaciones, a las cuales Fidel responde con una reflexión breve, directa, irónica y contundente, dirigida muy especialmente a la Federación Estudiantil Universitaria, igual que aquel memorable discurso pronunciado en 2005.
En tono irónico aborda las falacias de la riqueza, de la cual dice que “escapó milagrosamente”, para analizar el planteamiento que ha hecho el multimillonario más grande de Estados Unidos, quien cree que el sistema de producción y distribución actual convertirá “de generación en generación a los pobres en ricos”. Tres mil años han pasado desde aquella Grecia de brillantes filósofos y las oligarquías siguen dominando sobre las espaldas de sus esclavos. “Observen bien –les dice a los universitarios– las realidades de este conocido, globalizado y muy mal repartido planeta Tierra”, con sus “enigmáticos” problemas, donde no existe el capitalismo de rostro humano.
Le “abruma” darse cuenta de que han pasado 70 años desde su ingreso a la universidad. Sin duda alguna declara que hoy día preferiría estudiar ciencias. Reconoce que desde aquellos años se inspiró en Carlos Marx y Lenin, pero señala: “Advierto, sin embargo, que las ideas revolucionarias han de estar siempre en guardia a medida que la humanidad multiplica sus conocimientos”. Precisión certera, pues no es a partir de algún esquematismo que define las coordenadas de los principios esenciales de la revolución cubana.
Aprovecha el hecho de que el primer saludo entre Barack Obama y Raúl Castro se produjo en el funeral de Nelson Mandela, para plantear de manera decisiva, esencial, lo crucial en estos complejos momentos. “Hace varios años que las tropas cubanas derrotaron de forma aplastante al ejército racista de Sudáfrica”; en aquellos momentos no existió ninguna posibilidad de negociación pacífica, la poderosa burguesía sudafricana tenía bombas nucleares suministradas por Israel y eran instigados por Ronald Reagan a utilizarlas. “Esto determinó a los cubanos a dar un golpe contundente contra los racistas en Cuito Canavale, antigua base de la OTAN”. Sólo así se obligó a negociar. Por segunda ocasión en su historia, Cuba estaba bajo la amenaza directa de las bombas nucleares, e igual que en la Crisis de Octubre, se sostuvo con honor. Después sobrevino el periodo especial: el doble bloqueo, el asedio, y nunca, en ningún momento, Cuba ha “levantado bandera blanca, algo que no hicimos ni haremos jamás”. No hay rendición alguna, no la ha habido bajo circunstancias tempestuosas y difíciles, no la habrá bajo falsas promesas de paraísos monetarios.
La dignidad de los pueblos está por delante de cualquier negociación y operación política. Así termina Fidel diciendo: “No confío en la política de Estados Unidos, ni he intercambiado una palabra con ellos, sin que esto signifique un rechazo a una solución pacífica de los conflictos o peligros de guerra. Los graves peligros que amenazan hoy a la humanidad tendrían que ceder paso a normas que fuesen compatibles con la dignidad humana”.
PD: México está irremediablemente atrapado en el crimen de Estado de Ayotzinapa. ¡Vivos los llevaron, vivos los queremos!
(Tomado de La Jornada)