Evo Morales lució un camisón bordado, un gorro de fibra de vicuña, sandalias y un reluciente grabado en oro del Tata Inti (Dios Sol) en el pecho. Recibió de los amautas, los guías espirituales, un bastón de mando con detalles dorados para ejercer "un buen gobierno".
La ceremonia, la tercera que realiza desde que llegó al poder en 2006, fue oficiada en este poblado altiplánico ubicado 57 kilómetros al este de La Paz en un complejo arqueológico de piedra ante cientos de invitados nacionales y extranjeros.
Morales caminó por el templo de Kalasasaya y por la pirámide de Akapana, donde los antiguos tiwanacotas ofrendaban y observaban los astros, mientras los amautas quemaban sahumerios para despejar las energías negativas y atraer las positivas.
El mandatario regó la tierra con alcohol y en una hoguera atizó ofrendas a la Pachamama (Madre Tierra), alzando las manos al sol para recibir nuevas energías del cosmos.
Al finalizar se encomendó a los dioses andinos, la "sagrada hoja de coca" y los nevados cercanos y dijo en su discurso que busca recuperar valores de sus ancestros, como la armonía y el equilibrio, para "combinarlos con lo mejor de la modernidad para impulsar el desarrollo sin dañar a la Pachamama".
"Hay que parar esta loca carrera de destrucción del planeta. Si seguimos viviendo con tantos carros será necesario otro planeta como la Tierra sólo para estacionarlos", señaló.
Asimismo, Evo sostuvo que realizaba la ceremonia "para reafirmar la identidad cultural" de su pueblo.
Antropólogos y ambientalistas lo han criticado por utilizar con fines políticos la simbología de la cultura andina y por alentar las industrias extractivas -gasífera y minería- de las que depende Bolivia.
El jueves Morales jurará en la Asamblea Legislativa ante los legisladores y varios presidentes invitados, entre ellos Nicolás Maduro, de Venezuela, y Rafael Correa, de Ecuador. En la ocasión lucirá un traje occidental de diseño exclusivo con bordados andinos, como suele vestir habitualmente.
Morales es el primer indígena que gobierna el país y con estos gestos busca reforzar lazos con los indígenas, cuyas reivindicaciones relegó en los últimos años, apuntó a la agencia AP el profesor universitario de Ciencia Política Marcelo Silva.
En las elecciones de octubre ganó con el 61% de los votos gracias la extraordinaria bonanza que vivió el país durante casi una década por los buenos precios de las materias primas, lo que amplió su popularidad.
"La ostentación de su poder económico y político busca reforzar la imagen de un gobernante que se siente poderoso dentro y fuera del país", explicó Silva.
Pero la bonanza terminó tras la caída del precio del petróleo, lo que coloca a Morales ante el mayor desafío de su gestión, según analistas.
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El contexto latinoamericano también cambió para mandatarios izquierdistas con Venezuela en crisis, el ALBA debilitado y Cuba y Estados Unidos acercándose.
A Morales "le queda bajarse del tren socialista del siglo XXI y cambiar su retórica antiimperialista. Y así como se entendió con banqueros y agroindustriales de Bolivia, tendrá que acercarse a los Estados Unidos y empeñarse en navegar esta crisis con racionalidad y sobriedad", consideró el ex canciller Jaime Aparicio.
Morales ya ha lanzado algunas señales: dijo que busca reunirse con Barack Obama para normalizar las relaciones con Washington, afectadas desde 2008 tras la expulsión del embajador estadounidense por sospechas de confabulación. También ha dicho que no le teme a la crisis que, según expertos, podría sentirse el segundo semestre del año con sustanciales recortes en los ingresos por las ventas de gas.