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General: por quien doblan las campanas
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De: alí-babá  (Mensaje original) Enviado: 16/02/2015 16:33
Lunes 16 de Febrero de 2015OPINIÓN 
Por Guido Croaxatto

Por quién doblan las campanas

La marcha no debe ser cuestionada ni atacada. Es un derecho y los derechos están para ser ejercidos, no para ser justificados. Muy distinta es la especulación política que hace Martín Lousteau.

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Quiero aprovechar este espacio para responder de modo simultáneo dos columnas del joven ex ministro de Economía Martín Lousteau. Una es su columna con Manuel Garrido en el diario La Nación de estos días llamada "Por qué marchamos". La otra, inseparable de la primera, es una entrevista –en el mismo medio– en la que acusa a los jóvenes de ciertos grupos afines al gobierno (La Cámpora, Evita, etc.) de ser jóvenes que piensan –que pensamos, pensaríamos– como viejos. Dice que hay –y él representaría– otra juventud. Él pensaría como joven. Nosotros no tanto.

Porque la muerte de otro es también un poco la muerte de uno. Las campanas suenan por ese otro que murió pero también por nosotros. Marchar es un derecho. Exigir justicia también. Callar no es mejor que moverse y demandar algo. Aunque no sea claro tampoco qué, como alguna vez bien dijo Sarlo. El camino se hace muchas veces al andar. La marcha no debe ser cuestionada ni atacada. Es un derecho y los derechos están para ser ejercidos, no para ser justificados, como alguna vez discutí en estas páginas con el estimado Roberto Gargarella: no se necesita siempre alegar razones para ejercer un derecho. Los derechos se ejercen. La ciudadanía es libre.

Quiero dedicarle sin embargo un párrafo a Lousteau que ha hecho de la inmoralidad pública una norma de vida. El artífice de la 125 y el conflicto del campo. El que apareció a los besos con una mujer embarazada en lugar de preservarla a ella y a sus hijos del escarnio generalizado. En lugar de preservar a una mujer que necesitaba más que nunca ser preservada. No expuesta. Esa persona no nos puede decir por qué marchamos. O por qué no. Hablar de ética pública exige una conducta alta acorde, Lousteau. 

La vida privada es parte de lo que se debate en la nueva política. También Luciana Salazar debe ser, como Jésica Cirio, atentamente escuchada. La 125 no se olvidó, sobre todo por su cobarde forma de plantear una discusión y luego no darla, durante años hacer de cuenta que el error económico y político fue de otro. Lousteau debería primero pedir perdón. Perdón a la sociedad. Perdón a la moral más básica. Perdón a las mujeres. Al acoso. No todo es lo mismo, Lousteau. No necesitamos que usted nos diga a los abogados por qué marchamos o dejamos de hacerlo. Hay fiscales ignominiosos como Plee convocando a la marcha, Lousteau. ¿Usted lo conoce? No. ¿Sabe lo que hizo? No. ¿Aun así usted convoca a la marcha? En nombre de qué intereses y de quiénes, de qué sectores. Usted, justo. El artífice de la 125, que necesita un baño de masas de los mismos sectores que salieron contra usted y sus errores. Si usted no sabe quién es Plee, ¿por qué convoca a una marcha para pedir justicia de la mano de muchos que encubrieron la causa AMIA? Si usted hace esto, Lousteau, usted está usando la muerte de Nisman. Que para mí y para muchos colegas (oficialistas y opositores, como bien dijo el secretario general de la Presidencia) no es un hecho baladí. Es la muerte de un colega. Pero precisamente por eso y por respeto a Nisman no podemos dejar que usted la use. Que usted la manche. Usted no marcha por Nisman, Lousteau. A usted no le importó nunca Nisman, como a muchos de los que ahora se rasgan las vestiduras por él. Usted está especulando con una marcha en un año electoral. Usted está haciendo política. Usa la marcha para hablar de ética pública. Ese es el segundo punto. El salto al vacío de la inmoralidad. Si quiere debatir la forma que deberá o debería adoptar la nueva justicia argentina, lo espero para un debate directo. Donde abordemos todos los temas, de cara a la ciudadanía. Y cuando digo todos, digo eso. Todos. También la forma en que tratamos como sociedad y como funcionarios, ambos, a las mujeres. Pero a Nisman, equivocado o no, no lo manche. No sea cómplice de fiscales poco profesionales y nada formados como Plee. A Nisman no lo use. Respételo.

Pedir justicia está bien. Marchar con los cómplices directos e indirectos de que la causa AMIA, siga, a 20 años del atentado, impune, está mal. Yo no marcho con Lousteau. No diga por qué marchamos. Diga en todo caso usted por qué marcha. Contra el gobierno del que fue parte. Del que fue ministro en el peor conflicto de que se tenga memoria. Hay procesiones que van por dentro. Pero no todo es lo mismo, Lousteau. No especule. Como ya lo hizo con la 125. Y no sólo con ella. No use la muerte de Nisman, un colega, para hacer política. No lo haga de nuevo. No especule otra vez, Lousteau, con la vida de los demás. No nos hable de la justicia. Usted no. No nos hable de Ética pública. Ética pública es ser un ejemplo ético también en nuestra vida privada. Tener límites. Saber cuándo la persona que tenemos enfrente merece ser cuidada. No usada. Sino protegida. Respetada. No expuesta. No exponer a su hijo. Usted no nos puede hablar de justicia, Lousteau. Menos de Ética pública. Por quién doblan las campanas escribió magníficamente Hemingway. Respeto siento por el doctor Garrido. Pero por usted, ningún respeto.

La ética pública sólo se construye con el ejemplo, Martín. Y vos no diste ningún ejemplo de ética. Ni de hombría ni nada. Especulás con todo y con todos. Pasás del gobierno al PRO pasando por UNEN y la UCR. Pasás de la 125 a marchar con la misma gente por Nisman. Y con Plee. Mezclás todo y en el medio usás a las mujeres que deberías haber cuidado si hubieras tenido el mínimo coraje de hacerlo. Coraje que no tuviste. Carrió pasó de Prat Gay a vos: dos tipos del sistema. Pero el coraje es inescindible de la ética, Lousteau. Para pedir justicia primero hay que ser justo uno. No un especulador. Nisman está muerto y, equivocado o no, no merece que vos lo uses. Que vos lo manches. Que hagas tu carrera sobre él. Vos no sos la nueva política, Lousteau. Tenés razón en que hay otra juventud. Pero vos no sos esa otra juventud que viene. Vos sos el abuso, la 125, y la especulación con mujeres expuestas, usadas, como Salazar. Esto es lo viejo de la política. Redrado, Prat Gay, Lousteau. No son jóvenes economistas. Son tres caras viejas. Pasadas. Cuando quieras ir al debate –cuando quieran ir al debate (Redrado, Prat Gay, vos)–, vamos. Vamos a un debate frontal. De cara a toda la sociedad argentina. De todos los temas. Derecho. Justicia. Nisman. La 125. La independencia. Las mujeres y la política. Los derechos del niño. Salazar. Tocamos todos los temas, Lousteau (Redrado). Todos. A ver cómo entendemos cada uno de nosotros la ética pública.

Y Carrió, que decía hace unos meses que le daba vergüenza ir con vos en una misma lista, tenía más dignidad antes que ahora, que va con vos. Porque Carrió era más coherente cuando decía que le pesaba ir con vos. Tenía razón Carrió. Porque ella, al menos, equivocada o no (yo no comparto su posición), apoyó genuinamente al campo. Pero Carrió decidió especular también. Tiene razón Pino. Tienen razón UNEN. Acá no hay lugar para la derecha cool. UNEN es el progresismo, un espacio valioso al que Carrió debería volver. Lo ético: no se puede estar con todos: el PRO, el gobierno, UNEN, la UCR. Con la 125 y con el campo. Todo no. Eso no es ética pública. Eso es corrupción. Oportunismo y especulación. Un temperamento corrupto que se presenta como novedad. Y juventud. Mientras mancilla principios morales básicos. Principios elementales que nosotros defendemos de la moral cristiana. Base de nuestro preámbulo, Lousteau. Base de nuestra Constitución. Esa que vos decís que querés llevar en la mano, adoptó una moral pública católica. Jóvenes que piensan como viejos. Adoptó una moral pública que no es la tuya. Una ética real. Mariano Moreno es un abogado católico que dio la vida por este país. Leía y tradujo a Rousseau. Eso es ética, Lousteau. Eso es coraje. Eso es justicia. Eso es lo "viejo". Es un ejemplo a seguir. Los políticos que no son un ejemplo a seguir no pueden ser políticos. Vos sos uno.

Lousteau lo usa a Nisman. Lo mancha. Los hombres de ética deben y pueden marchar por Nisman. No manches a Nisman, Lousteau. Nisman, equivocado o no, no merece ser manchado o que a la marcha vayan muchos de los que lo usaron, lo dejaron solo o le dieron la espalda. La reconstrucción ética de la sociedad argentina depende de que tengamos políticos diferentes. No tipos que usan a mujeres como Salazar o Cirio. No tipos como Insaurralde o como Lousteau, dos jóvenes errores del gobierno. La 125 no queda adelante. Es lo viejo. Alguna vez dijiste, Lousteau, que nosotros éramos jóvenes que pensábamos como viejos. Te voy a responder en nombre de todos los compañeros del Movimiento Evita, al que me siento más ligado (apoyo a Taiana), pero también de La Cámpora, a la que de todos modos no pertenezco. Si ser viejo es tener una moral anticuada que te impide exponer a una mujer embarazada que necesita que la cuiden. Lo cortés no quita lo valiente, Lousteau. Buscar la exposición para hacer política con Luciana Salazar y otras tantas actrices argentinas (todavía hoy) es lo viejo y es algo no ético. Es lo viejo usar a las mujeres para hacer carrera Lousteau, Redrado. Bienvenido lo anticuado, Lousteau. Bienvenido lo viejo. Bienvenida la moral. El respeto. Los valores. Porque por eso marchamos. Por políticos nuevos. No por políticos que usan a la mujer. Que la exponen como un objeto. Que la usan como su instrumento. Y no me refiero sólo ni fundamentalmente a Salazar. Incluso Rodríguez Larreta y hasta el rabino Bergman tienen razón cuando dicen que vos sos la farándula. Y la farándula no tiene nada que ver con la ética.

Marchemos en paz. Sin especular. Sin exponer a las mujeres. Marchemos por la ética pública. Por funcionarios éticos. Por fiscales justos. No por ex funcionarios que convulsionaron a la sociedad con la 125 primero y con la falta de grandeza, escrúpulos y de moral después. A veces hay a decir que no para cuidar a una mujer. Hay que tener coraje (más coraje) para decir que no. No entregarse. Ser adulto. No comportarse como un pendejo y después no dar la cara. Volar del país. Como un cobarde, "tomarse unos días". Siempre borrarse. Coraje es no hacer algunas cosas. No borrarse cuando no se puede decir algo, que subrepticiamente se buscó. Coraje no es exponer a una mujer embarazada que necesita que la preserven del escarnio mediático social. No que la usen. Eso es ser adulto. Ser grande. Ser digno. Ser hombre. Tal vez esto te parece ser jóvenes que pensamos como viejos, como dijiste alguna vez. A esto vos lo llamás en tu campaña "energía": estar con embarazadas no te hace más enérgico. Es porque para vos la moral es algo viejo. Y por eso y para tu carrera –la moral pública, públicamente– la pisoteaste, Martín. Nosotros marchamos en todo caso por la moral Lousteau. Por la ética pública. En público. Eso mismo que curiosamente vos despreciás o despreciaste. Hay que acabar con el doble discurso. La ética pública es una sola, Lousteau. Y vos la pisoteaste. No se trata de hacerse el canchero de cara a la sociedad a los 50 años. En un auto. Se trata de que había que tener coraje para ser ético y público. Y vos no lo tuviste. El fotógrafo tiene las manos manchadas de sangre. Pero vos tampoco las tenés limpias. Estamos hablando de esto, Lousteau. Estamos hablando de Nisman. Estamos hablando de ética. De ética pública.

Ser inmoral y poco hombre no te hace más joven, Lousteau. Te hace simplemente menos ético. Menos público. Menos moral.

Menos hombre. No marchamos con vos. No marchamos con Plee. No. Porque no son hombres éticos. Han pisoteado y basureado la ética pública. Públicamente. A la vista de todos. Eso es lo estamos reconstruyendo. La moral es lo nuevo. La moral siempre es joven. Termino con tu misma frase para que la sociedad lo tenga bien claro. Vos no sos ejemplo de moral. Hay otra juventud. Sólo falta que la sociedad, como sucedió en España, la conozca. Ese momento va a venir. Ese momento llegará. Ese momento es ahora. No marchamos con vos. Marchar por Nisman no es marchar con Plee, con Juez, con De La Sota, o con Lousteau o con funcionarios que avalan el espionaje en la Ciudad. Eso es una infamia a la ética. Contribuir a la confusión. A la injusticia y no a la memoria de Nisman, víctima del espionaje, práctica común también en el PRO, que tiene a varios funcionarios procesados. Carrió no es Lousteau. No debería serlo nunca. Porque, con todas sus confusiones, si tiene sus principios éticos. Lousteau nunca los tuvo. Lilita. Lousteau te usa. Como a todas las mujeres. Por lo demás: "La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad [...] por quién doblan las campanas: doblan por ti." Nisman murió porque fue usado. No lo usemos dos veces. Que su memoria o su trabajo –equivocado o no, y yo creo lo primero– no sea utilizado otra vez. La imputación a la presidenta es en este contexto un error grosero: una prueba de que la marcha por Nisman está para su utilización política. De que los tiempos de la justicia están siendo apurados a más no poder con otros tiempos (por ejemplo, los tiempos de Lousetau, de todos los candidatos que marchan) que no se condicen con la labor judicial, que necesita, como dijo Salgado, prudencia y respeto: no utilización.



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De: alí-babá Enviado: 16/02/2015 16:34
Lunes 16 de Febrero de 2015OPINIÓN 
Por Alejandro Horowicz

Sabiduría de las paredes o ignorancia de los expertos

No alcanza con una movilización de los mismos de siempre sino con una seguidilla creciente cuya consigna explícita sea derrocar al gobierno.

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En un frontón de Plaza San Martín se lee: "Hay muchas más religiones que niños felices en el mundo". Firma la clásica A del anarquismo. Tachada sólo la A, con una cruz pintada, la réplica se ubica en la misma pared y reza por todo concepto "Dios y Patria". Una sigla menos clásica (MNC, tal vez Movimiento Nacionalista Católico) se responsabiliza por la impugnación. Vale la pena detenerse sobre este modelo de "debate". Las paredes saben, y a veces suelen decir más que algunos columnistas políticos.

Arranquemos por lo obvio. El mundo tiene 7000 millones de habitantes y si uno de cada tres fuera un niño, unos 2 mil millones, es obvio que excedería largamente el número imaginable de religiones posibles. Solamente si los niños felices fueran unos pocos centenares, resultaría posible que hubiera más religiones que niños felices. Se trata, como es evidente, de una lectura cuya literalidad aplasta la metáfora anarquista, metáfora que podría leerse paradojalmente; si la religión tiene por objeto la felicidad, lo que por cierto es más que discutible, y existe un número crecido de caminos para alcanzarla, por qué los niños son la mayoría de los pobres sin cuento de esta tierra. Y los tan pobres, se sabe, no acceden fácilmente a la felicidad.

Pero la respuesta de la pared no trata de poner en tela de juicio los argumentos anarquistas. El Dios y Patria les alcanza. Un intento de argumentación se tacha con dos significantes cristalizados. En lugar de una razón que se responde con otra, dos palabras con historia. Este es el modelo con el que "debate" políticamente la sociedad argentina. No estoy diciendo que es el único, sólo señalo que captura la escena nacional. La marcha convocada para el 18 de febrero se apoya, no únicamente por cierto, en esta estructura argumental.

EL AFFAIRE NISMAM. La muerte del fiscal gatilló toda clase de hipótesis. Desde hombres y mujeres de a pie hasta la presidenta de la República, todos manifestaron y manifiestan en las redes sociales su valoración del hecho. Cuando mayor es la responsabilidad pública de cada participante, mayor debiera ser el cuidado con que emite su "opinión". Cristina Fernández afirmó, a las pocas horas del lamentable suceso, que estaba convencida de que no se trataba de un suicidio. Aventurada opinión cuyo fundamento se desconoce. Ahora bien, si la presidenta piensa así públicamente autoriza (con su voluntad o contra ella) una valoración cuyo sustento judicial no existe. Al menos no todavía. Es más, esa carátula sólo puede ser el resultado de una investigación minuciosa, y anticiparse a su decurso no puede dejar de afectar la investigación misma.

En mi columna del 11 de febrero sugerí que si la fiscalía no puede sostener que se trata de un asesinato político a partir de las pruebas que está recolectando, terminará perdiendo credibilidad pública. El clima de sospecha potenciado por la muerte de Nisman, admito que preexiste, tiene tal fuerza que impone sus propios términos. No se trata de lo que demuestre la investigación, sino de una percepción colectiva alimentada con esquirlas informativas, esquirlas que facilitan toda clase de dislates.

No alcanza con una movilización de los mismos de siempre sino con una seguidilla creciente cuya consigna explícita sea derrocar al gobierno.

En términos judiciales es claro que se trata de una muerte dudosa. El problema: hacia qué lado se mueve. La muerte dudosa tiene, en este caso, dos polos, en uno se trataría de un suicidio, cuyos motivos no pueden determinarse. En el otro, el asesinato de un fiscal no debe separarse de la causa de la voladura de la AMIA y qué duda cabe, contendría un pistoletazo político.

La justicia cuenta con indicios potentes: los de los forenses que hicieron la autopsia. Funcionarios que no dependen del Poder Ejecutivo sino de la Corte Suprema, y que llevaron las conclusiones de su peritaje a Ricardo Lorenzetti. Tres elementos alimentan la hipótesis de suicidio: primero, la brevísima distancia del disparo, el arma casi apoyada. Segundo, la ausencia de lesiones defensivas en el cuerpo de Nisman. Y tercero, las características del espasmo cadavérico; esto es, el efecto rigidez del cuerpo se corresponde con un disparo autoinfligido, efecto que se reconoce en el índice doblado, tal como queda en el momento de jalar el gatillo. Qué harán los peritos de parte para cuestionar estos indicios firmes está por verse. Algo es claro, difícil que los allegados admitan que se quitó la vida, a menos que haya dejado un mensaje nítido, y Nisman no lo hizo. Por eso el caso está sometido a las más diversas interpretaciones, con mayor o menor fundamento, donde todos terminan siendo expertos en criminalística.

ANATOMÍA DE LA PRÓXIMA MOVILIZACIÓN. No faltan quienes comparan la convocatoria a movilizarse de un puñadito de fiscales con una rebelión judicial, los que están a su favor, o como un movimiento destituyente, los que se le oponen. No comparto estas lecturas encabalgadas. Salvo que se juzguen las intenciones (cuya diversidad también es manifiesta), está claro que el 19 de febrero no será tan distinto del 17, o en todo caso no serán los movilizados los que construyan la diferencia.

La comparación que se ha hecho con la marcha de Corpus Cristi impulsada por la Iglesia Católica, tras la fallida intentona golpista de junio del '55, omite un dato esencial: la marcha tenía por objeto legitimar a los oficiales golpistas, hacerles sentir que no estaban solos. A nadie se le escapa que hoy las FF AA dejaron de ser un protagonista político, y que su ausencia espeja la profunda crisis que las aqueja.

En cuanto al "golpe blando", esto es, sin violencia armada, no digo que resulte imposible, sino que este no es el caso. Para que lo fuera, el gobierno debiera estar completamente carente de apoyo popular, descompuesto. Y con un empujón, con millones movilizados en las calles, los integrantes del Poder Ejecutivo se terminarían yendo a sus casas. No alcanza con una movilización de los mismos de siempre sino con una seguidilla creciente cuya consigna explícita sea derrocar al gobierno.

Esto sucedió,por ejemplo, en Irán: la caída del sha a manos del ayatollah Ruhollah Khomeinni. El sha contaba con apoyo militar, y aun así la compacta mayoría pudo vencer. Nadie ignora, ni siquiera los mas funambulescos miembros de la oposición, que esta no es la situación. De lo contrario no se puede entender la atención que toda la dirigencia política presta al desarrollo de las internas, a las próximas PASO. Los que se aprestan a derrocar un gobierno no se proponen dirimir electoralmente quién lo sucederá. De modo que tratan de debilitarlo, de lograr derrotarlo en las próximas elecciones, y temen que tal propósito no se cumpla, al menos con tropa propia.

Joaquín Morales Solá, en su columna de ayer en La Nación, escribe sobre la voladura de la AMIA: "La responsabilidad de Irán es una hipótesis que suscribe toda la justicia argentina, desde la Corte Suprema hasta la mayoría de jueces y fiscales federales de primera instancia." A 20 años de un atentado, una hipótesis… Pruebas no, sólo hipótesis.

Y añade Morales Solá: "La fragilidad de la justicia argentina está en otro aspecto de la investigación: nunca encontró las complicidades internas indispensables para hacer ambos atentados. ¿Chocó con secuaces en la propia estructura del Estado?"

"Ambos atentados" son el de la Embajada de Israel y el de la AMIA. En la enumeración falta la voladura de Río Tercero. Con otro agravante: una investigación que no incluye "las complicidades internas", no sé qué investiga. Entonces, si se admite que no hubo investigación de lo elemental, cómo puede haber una hipótesis que "suscribe toda la justicia argentina". Ese es el verdadero escándalo. Si así pensara la justicia argentina, cosa que descreo, sería gravísimo. En Morales Solá el sintagma "la justicia argentina" sustituye toda la argumentación, como "Dios y Patria" en el frontón de la Plaza San Martín. Semejante rango de labilidad analítica no afecta a los organizadores de la próxima marcha. Las convicciones de los movilizados no necesitan de argumentos, les basta rumiar su furia incandescente.

Ahora bien, la frustración que semejante comportamiento impone a los impulsados no es pequeña. No cabe duda de que mucha gente se movilizará y que los medios lo reflejarán con lujo de detalles, pero a la hora de las "efectividades conducentes", el gobierno seguirá en Balcarce 50 y los movilizados en las redes sociales y en la tapa de los diarios. 



 
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