Tres votos negativos: Canadá, Ucrania y Estados Unidos. 115 votos positivos. Y 55 abstenciones. Entre ellas la del Gobierno español y la mayoría de los países de la UE. La votación en la Tercera Comisión de la Asamblea General sobre una resolución
que pretendía condenar la glorificación del nazismo, la ideología
neonazi y otras formas de intolerancia racial y xenofobia ha dejado en
evidencia a muchos gobiernos occidentales.
No es la primera vez que el Gobierno del
Partido Popular actúa en esa dirección. Además de su eterna negativa a
condenar el franquismo, en octubre de 2013 el PP utilizó su mayoría
absoluta para rechazar una propuesta de CIU para acabar con la simbología totalitaria y nazi que “incita a la violencia y al odio”.
En esta ocasión, la propuesta provenía
de Rusia y un largo número de países entre los que destacan Brasil,
Venezuela, India, Nigeria, Pakistán, Vietnam o Cuba. En el texto se
justifica la oportunidad de la resolución, votada el pasado 17 de
noviembre, por la “proliferación en muchas partes del mundo de diversos
partidos políticos, movimientos y grupos, entre ellos neonazis y skinheads, y los movimientos racistas e ideologías extremistas”.
Sin embargo, aunque no se menciona en
todo el texto de la resolución, ha sido el tema de Ucrania y las
acusaciones de albergar en su gobierno a grupos neonazis, el telón de
fondo de esta votación, convertida en un enfrentamiento de bloques.
