Ocurrió el sábado 14 de febrero en el Centro de Educación Sexual de La Habana, en la apertura de la “II Jornada Maternidad y Paternidad, iguales en derechos y responsabilidades”, que se extenderá hasta el próximo Día de los Padres, el tercer domingo de junio.
En la terraza interior de la institución, cerca de las 4 de la fría aunque soleada tarde del Día de los Enamorados, la Dra. Mariela Castro Espín entregaba por primera vez un reconocimiento que en lo adelante el CENESEX otorgará anualmente a personas que hayan construido familias ejemplares con el amor como fuerza fundamental.
Y leyó: “Reconocimiento “El mayor amor” a Juan Miguel González, padre amantísimo que peleó por su hijo Elián y lo trajo de vuelta al hogar y a su Patria, orgullosa hoy del hombre de bien en que se ha convertido.”
“Reconocimiento “El mayor amor” a Nercy Carmenate, madre de sus hijos y del hijo de su compañero, Juan Miguel González. Porque con el hogar a cuestas, lo acompañó en la pelea por el rescate del pequeño Elián y juntos han fundado una familia ejemplar.”
Juan Miguel, hombre de sensibilidad solo comparable con su dignidad, tomó el micrófono para agradecer y con evidente esfuerzo, contuvo las lágrimas por unos segundos. A su lado, Nercy y Elián (21); detrás Hianny (16) y Lianny (13) y juntos a ellos, las novias de los dos hijos mayores.
Habían llegado esa mañana a La Habana, desde el hogar en Cárdenas, para cumplir con la invitación de un amigo: el abogado norteamericano Greg Craig, defensor de sus derechos de padre mientras Elián permaneció secuestrado en los Estados Unidos.
El encuentro, más de una década después de la última vez que compartieron, revolvió todos los recuerdos y con esas emociones encima, el padre había traído a su familia al homenaje en el CENESEX.
Nercy, la heroína del hogar, que confesó no haber hablado nunca antes por un micrófono, aceptó contar, brevemente, las primeras horas de sus días, siempre en función de sus cuatro varones –incluido Juan Miguel-, cuyos resultados en la vida, la confirman como esencial en la armonía familiar.
Entonces fue el turno de Elián. Nadie le preguntó pero él quiso decirlo: “¿Qué habría pasado si yo no regreso a Cuba, si mi padre decide quedarse en Estados Unidos?”. Tres minutos bastaron para responderse a sí mismo y hacer que por fin se desbordaran, incontenibles, las lágrimas de los ojos de su padre. Para la memoria del CENESEX, una pequeña cámara de video, grabó la escena.