Conversar con Héctor Rodríguez es siempre una satisfacción enorme, junto a él se siente la sensación de estar recibiendo una clase magistral de sabiduría, compromiso y optimismo. A pesar de su juventud ostenta una de las responsabilidades políticas más importantes dentro de la Revolución Bolivariana: es vicepresidente para el Área Social y a la vez ministro del Poder Popular para la Educación.
Es, además, uno de esos jóvenes que conoció durante su adolescencia los males de la llamada “IV República” y a los que la Revolución los reivindicó y les dio un decisivo papel en la historia de su país y del continente, de lo cual puede estar hablando durante horas con una claridad y un dominio asombrosos.
A propósito del segundo aniversario de la partida y “siembra eterna” del líder histórico de la Revolución Bolivariana, retomo entonces en su homenaje algunos fragmentos de una conversación que sostuvo nuestro equipo de prensa en Caracas hace algunas semanas con este joven líder político sobre los retos del mundo y la Venezuela actual, el papel de los jóvenes y la trascendencia de Hugo Chávez.
AMENAZAS Y RETOS DEL MUNDO ACTUAL
“Las amenazas cada vez son más grandes. El imperialismo norteamericano es como un gato herido, como un tigre herido que con el tiempo cada vez se pone más agresivo y más violento. La única forma de desmontar al imperialismo y de concebir un mundo distinto es uniéndonos cada vez más, es uniendo a nuestros pueblos, es haciendo en la práctica un proyecto distinto; que no sea simplemente un sueño sino que la gente vea en el ALBA, en Cuba, en Venezuela, la responsabilidad histórica que tenemos de hacer ver que otro mundo es posible, más humano, más justo, donde se imponga el ser humano como prioridad y no el capital.
”Nosotros tenemos que voltear al mundo. Hoy en el mundo la lógica es el capital. Hoy en el mundo se mueren niños de hambre, contaminamos las aguas, el aire. No hay ningún ser humano que pueda vivir sin respirar y sin tomar agua, y todos los días la contaminamos. ¿Por qué pasa eso? No parece lógico. Cualquiera con un dedo de frente diría: ¿por qué, si el ser humano no puede vivir sin agua y sin aire, lo contaminan todos los días? Bueno, porque la lógica que se impone es que el dinero es más importante que el ser humano y dejar de hacer eso cuesta dinero. Nosotros tenemos que voltear esa lógica y decir, ‘bueno, si eso afecta al ser humano hay que dejar de hacerlo porque lo más importante es el ser humano, no importa cuánto dinero dejemos de ganar’.
—¿Qué hacer entonces?
—Hay cosas que rediscutir todos los días. Pero, ¿por qué el mundo tiene que tener un destino fatal? ¿Por qué no puede tener un destino más humano, más justo, más igualitario? Esa es la responsabilidad de los jóvenes: voltear el mundo, y yo creo que vamos a vencer en esa tarea histórica que tenemos.
—¿Cómo sería la participación de los jóvenes en esa tarea histórica?
—Determinante. Yo no creo que esta sea una batalla generacional, como han planteado algunos. A veces hay más juventud en hombres y mujeres de 80, 90 años que en algunos que están en la adolescencia pero ya están envejecidos por dentro. La característica de la juventud es creer que el futuro puede ser distinto. Entonces, todos aquellos hombres y mujeres que creen que el futuro puede ser distinto, que lo podemos cambiar, que lo podemos hacer más parecido a nuestros sueños, estamos convocados a esta batalla.
—¿Qué los convoca?
—Yo soy de la vieja juventud ya, la que vivió su adolescencia en los años 90. Y el trato que le daban los gobiernos de ese momento era de que la juventud era un enemigo, por eso existía la recluta obligatoria, la ley de vagos y maleantes, la privatización de la universidad, cero inversión en deporte, en cultura; un país donde los jóvenes no conseguían estudios porque tenías que pagar por ellos; no conseguías trabajo. Y si no trabajabas o estudiabas eras un vago o un maleante y por ley ibas preso. El joven sentía que era un perseguido. Lo que veías era nuestras espaldas correr delante de la policía.
La llegada de la Revolución, la llegada de Chávez, eliminó el cobro de la matrícula, la privatización de las universidades, la recluta obligatoria, la ley de vagos y maleantes y en vez de ver nuestras espaldas correr lo que vio fue nuestras manos venir para construir juntos la Patria.
La Revolución nos convocó. Nos dio estudios, nos dio canaimas, nos dio libros, nos dio apoyo en el deporte, la cultura. Es lógico que la juventud, la que vivimos los últimos residuos del capitalismo en Venezuela y el renacimiento de la patria con Chávez tengamos cómo comparar. Ahora nuestro reto es que la nueva juventud, la de 15 años, la que nació al calor de la Revolución, que no vio la privatización de las universidades, de la educación, tenga conciencia de esto. El Che decía que cuando lo extraordinario se hace cotidiano estamos en Revolución y eso es verdad. Pero a veces cuando lo extraordinario se hace cotidiano para algunos es muy fácil no tener conciencia de dónde venimos.
La derecha siempre dice que nos discutamos la historia, claro, porque la historia los condena. Nosotros tenemos la obligación de tener mucha claridad de dónde venimos para no volver a cometer los errores del pasado, no estancarnos en el presente pensando que esto es lo mejor, no, hay que ir por más. Tenemos la obligación de construir una sociedad más justa pero siempre tenemos la obligación de tener mucha claridad de dónde venimos, cuál es el pasado que hemos recorrido para estar aquí hoy.
Somos miles de miles de jóvenes que amamos este país y queremos hacer el proyecto de Bolívar y de Chávez, ese proyecto de la patria grande. Hoy en cualquier liceo o universidad se habla con los jóvenes y se encuentra mucha pasión cuando se habla de esta patria, de esta tierra.
Héctor Rodríguez vicepresidente para el Área Social y ministro del Poder Popular para la Educación de Venezuela. (El Universal)
—Hay muchos jóvenes en el gabinete del presidente Nicolás Maduro…
—Eso es bueno y le inyecta mucha energía, pero no porque alguno de nosotros sea excepcional, sino porque el momento histórico que está viviendo Venezuela es excepcional, y hay una juventud que está enamorada de lo que está pasando y dispuesta a poner no solo su vida, sino todo su amor y nuestras energías.
—Hay quienes hablan de una nueva era sin Chávez.
—Yo no creo que Chávez no esté. Yo creo que Chávez está más vivo que nunca. Quienes creyeron que Chávez con su partida física se iba a desaparecer de la escena política y social sacaron muy mal sus cuentas. Ahorita estábamos viendo unas encuestas y el nivel de aceptación del chavismo ya roza el 90 %.
Ya el cuerpo de Chávez era una limitante para Chávez. Chávez es mucho más grande que un ser humano. Se ha convertido en un sentimiento. Ya el problema para la derecha no era sacar a Chávez de Miraflores, sino sacarlo del corazón del pueblo venezolano.
Chávez está más vivo que nunca, en nuestras conciencias, en los corazones, en nuestros amores, y yo creo que esa consigna de que Chávez se multiplicó, es una realidad, más allá de consigna. Cuando tú vas al pueblo, le ves los ojos a las señoras, los niños, los escuchas hablar. Ves un pueblo que a pesar de todas las dificultades está levantándose, andando, soñando y haciendo sus sueños realidad; te das cuenta que Chávez sí está aquí y está más presente que nunca.
—¿Cómo lo conoció y lo recuerda?
—Creo que todavía lo conozco. A mí me tocó en la última etapa junto a él ser el dirigente de la juventud del PSUV, y en casi todos los actos en que estuvo él con la juventud los organicé, los hice, estuve presente y escuché todos sus discursos. Hace poco recopilamos todos sus discursos hacia la juventud y así los leí de nuevo y para mí era como si estuviera escuchándolos por primera vez.
Creo que a Chávez no lo he terminado de conocer, continúo conociéndolo, en cada discurso, en cada video, en cada esquina donde me paro a hablar con una señora lo estoy conociendo más. Y ojalá nos de la vida completa para poder conocerlo en realidad en su dimensión, en su magnitud, en lo que significa.
Yo creo que con Chávez va a pasar lo mismo que está pasando con Bolívar, que todavía lo estamos conociendo, todavía lo estamos descubriendo, que todavía están haciendo cosas juntos.