De la Timocracía nace La Oligarquía, que da origen a la Democracia, que se supone es el mejor de los estados políticos, pero esta se descompone y da paso a la Tiranía. Este es el ciclo que Platón propone en el libro VIII de la República, escrito alrededor de 400 años antes de la era cristiana y que parece tener muchas pruebas de ser verdad casi dos mil 500 años más tarde.
En sus diálogos, Platón hace equivalencias entre lo que sucede en una familia normal y el gobierno de una sociedad. Empieza planteando que los gobiernos se constituyen con los que tienen propiedades, o lo que Carlos Marx llamaría Capital. Platón le da el nombre de Timocracia.
Puede suceder que un hombre educado en los valores del espíritu y del ejercicio, como los que propone Platón, se comporte con estricto apego al interés público, pero entonces corre el riesgo de que su consorte se queje de que por esto descuide a su propia hacienda, y su familia no cuente con los recursos y los honores suficientes.
Este gobernante bueno puede tener hijos que resulten afectados porque su padre pierda lo que tiene y aún contraiga deudas que lo hagan decrecer su fortuna en función del interés público. Este joven heredero, si llega a gobernante, podrá pensar que el único objetivo del poder es traducirlo en fiestas y una vida superflua. Cuando esto ocurra el tipo de gobierno que se formará será una oligarquía.
Entonces los ciudadanos se agruparán en dos tipos de partido, el de los pobres y el de los ricos. Para defender sus riquezas el soberano va a necesitar una guardia fuerte. No puede formarla entre los ciudadanos de su propio estado porque corre el riesgo de que envidien sus posesiones y ellos mismos se la quiten, así que frecuentemente recurrirá a mercenarios contratados en otras latitudes. Aquí viene el primer ejemplo, saco a la medida de Netanyahu; si no tiene hombres sanguinarios suficientes, brinda apoyo a los radicales de otros países como se supone sucedió en Siria.
Como pronostica Platón, Netanyahu se hizo pasar por un salvador de Israel e inculca paranoia en su pueblo. La política moderna aconseja que si no tienes un enemigo lo inventes y el Primer Ministro Israelí se inventó a Irán, aunque al mismo tiempo extremistas islámicos decapitaban periodistas, de origen judío o no, quemaban a cristianos y jordanos y destruyen vestigios históricos irrecuperables. Todo esto, que se llama en Estados Unidos un claro e inminente peligro fue soslayado por Netanyahu, más preocupado por debilitar al Estado laico sirio que tiene simpatía por Palestina.
Como los hombres lobo de templo de Zeus, mientras Netanyahu distrae con el tema iraní del genocidio contra 2 mil 500 personas asesinadas en la franja de Gaza; una ola de antisemitismo ha provocado el asesinato de docenas de personas más, de origen judío o no, en países que se consideraban los más seguros y civilizados del mundo, como Canadá y la Europa Escandinava.
A dos milenios y medio de Platón su teoría política tiene plena vigencia. Muere la Democracia para dar paso a la Tiranía. Tampoco el factor económico que planteaba el filósofo griego en la Timocracia está exento de este ejemplo. Se estima que no llega a 30 el número de familias de las que depende la economía del Régimen de Israel. (No le llamo gobierno porque se enojan los extremistas iraníes y lo censuran).
La frivolidad es parte de esa Timocracia y el discurso de muchas mujeres judías, cansadas de que sus maridos no tengan los honores y riquezas que ellas juzgan merecer, es casi idéntico al del ejemplo que propone Platón en La República.
Si Estados Unidos deja de depender de Israel como su aliado en Medio Oriente, porque hay paz con Irán, entonces Israel deja de recibir decenas de miles de millones de dólares que le mandan desde Norteamérica. Gana la paz, pero pierden los tiranos que se sostienen gracias a la paranoia y al discurso de la guerra.
Tiranos como Benjamín Netanyahu, por ejemplo, basado en el mayoriteo del parlamento israelí, para nada representa al noble espíritu judió que si encarnan filósofos contemporáneos como Edgar Morin y Noah Chomsky, a los que por supuesto, "Bibi" jamás querrá leer, y aunque lo hiciera, su inteligencia nunca le permitiría entender.