Posiblemente usted haya tenido pocas noticias de Danay Suárez. Y quizá el nombre de Polvo de la humedad, que fue el disco que la lanzó internacionalmente, no le suene demasiado. Pero le aseguramos desde esta carretera sonora que la originalidad de la obra de esta rapera es más que un motivo para que salga a buscar refugio en su música y verá como queda rendido ante el magnetismo de su voz, de su actitud en escena y de esa forma tan personal con que dispara canciones que deberíamos oír en algún momento de nuestras vidas aunque sea una vez.
Hace ya algún tiempo Danay dejó de ser uno de los secretos mejor guardados de la escena alternativa para convertirse en una figura de primera línea de la música contemporánea en Cuba. Lo curioso, por decirlo del modo más amable, es que esta joven cantante y compositora, ha sido prácticamente obviada por los medios locales, salvo honrosas excepciones como el programa Cuerda Viva. Pero es que para trabar contacto con su música, había que bajar al underground, a la realidad de las peñas de hip hop, a los conciertos en las casas de cultura o en La Madriguera.
Y se sabe que los medios no son muy aficionados a prestarle atención a los raperos o a otras figuras de la escena subterránea, donde, sin embargo, han nacidos verdaderas joyas como la propia Danay que tras pasar con nota destacada por la escena alternativa local alcanzó relumbre internacional y, aunque siga siendo una desconocida para la mayoría de los cubanos, su obra está siendo muy valorada fuera de nuestras fronteras al punto de ser considerada actualmente una de las figuras más prometedoras de la música latina.
Un dato: en el 2013 hizo una parada en sus giras por medio mundo para integrar el cartel del famoso festival colombiano, Hip Hop al parque, un evento que reúne a estrellas del género y muestra lo que más vale y brilla del rap internacional.
Un año después, en el 2014, y tras despachar un concierto en la edición 15 de la prestigiosa Conferencia Latina de Música Alternativa, en Manhattan, el diario estadounidense The New York Times se hizo eco de su actuación con una apasionada reseña.
Nacida en el corazón del Cerro, en La Habana, Danay, de 30 años, sobresalió desde temprano como una rapera que tenía muchas cosas que decir y, por suerte, no se mordió la lengua y sacó a la luz las inquietudes que sostenían los baluartes de su mundo personal. En principio, parecía que las historias que escribía eran solamente para ella, para liberar los demonios que la atormentaban por dentro, y para ser un poco más libre de sí misma, todo ello a pesar de tener en su eje central una evidente mirada social que atravesaba (y atraviesa) sus textos de una punta a otra.
Así se dio a conocer con títulos nada complacientes que remarcaban el rol de las mujeres dentro del movimiento del hip hop y las llamaban a situarse en el justo lugar que deben ocupar en dicha cultura y que, por otro lado, no miraban de soslayo los conflictos que se daban (y se dan) en lo más profundo del corazón de la sociedad cubana.
No es de extrañar entonces que el disco Polvo de la humedad, que lleva a bordo canciones desgarradas y honestas en las que se confunden la belleza y la oscuridad como Yo Aprendí, Individual o Esta guerra tan violenta, la haya llevado hacia un nuevo nivel y mostrado como lo que es: una rapera con actitud, con clase y con una impecable voz que te atrapa desde la primera hasta la última canción. A ello se suma su facilidad para componer temas que recogen por todos lados los ecos del barrio, de sus esquinas rotas y ardientes, de su gente más imperecedera y humilde; canciones que apuntan directamente a tratar de mejorar ese cosmos tan diverso que es la sociedad cubana, a llevar adelante los sueños a como dé lugar y a entender la libertad de espíritu como un destino posible.
Sus temas también salen a la carretera impregnados de un sentido ético que nos convoca a no convertirnos en depredadores de nosotros mismos y a no perder la perspectiva humana que nos define aunque el mundo ande de cabeza. Son, en resumen, canciones a tomar en cuenta que funcionan como un retrato muy personal sobre los duros avatares de nuestra época y que nos invitan a hacer un alto en la rutina diaria para sentarnos a redefinir el rumbo, a tomar conciencia del entorno que nos rodea y a sentir en nuestra piel los problemas del otro.
Otra de las facetas muy reseñables de Danay es su inmersión con notable éxito en el mundo del jazz, donde durante varios años se mantuvo compartiendo escenario con el grupo Temperamento, capitaneado por el pianista y compositor Roberto Fonseca. Su alianza con Temperamento le abrió las puertas para cumplir otro de los proyectos que se impuso desde los inicios de su carrera: probar suerte como una cantante de jazz. También, claro está, se graduó con honores en este frente musical porque su voz nació para trascender y apuntar sin temor hacia grandes cimas musicales.
Danay arrancó este año grabando su tercer disco titulado Palabras manuales. Para hacernos una idea, la propia autora ha declarado que ese álbum la revelará como una artista mucho más arriesgada, más segura y más cerca del ideal que ha perseguido desde siempre. Mientras Danay sigue en esa búsqueda que, aunque no lo diga, se avizora interminable, nosotros, por nuestro lado, podemos empezar a cruzar los dedos y esperar que este disco no se le escape a nuestros medios, para que una mayor cantidad de público tenga la oportunidad de conocer, de una vez, a una de las joyas de la corona de la música cubana contemporánea.