Ella, Mabel Quevedo Mayán, es una estudiante que cursa el cuarto grado en el Centro mixto 6 de Agosto, de la comunidad de Birán, hasta donde llegó él, Fernando González Llort, luego de visitar la casa natal de los líderes históricos de la Revolución cubana.
Como doncella que obsequia su pañuelo perfumado al caballero que llega sobre brioso corcel y vestido con flamante armadura, ella agasajó con ternura al héroe de sus sueños.
La prenda símil al pañuelo de la joven, fue la pañoleta roja, distintivo de los pioneros cubanos, que se convierte en sueño deseado y motivo de orgullo que sólo se regalaría ante la admiración por un héroe de estos tiempos, que llega envestido únicamente por la sencillez de su sonrisa sincera.
Él, Fernando, como hombre grande se arrodilló ante la pequeña; ella, Mabel, entre sollozos, lo hizo merecedor de un gesto espontáneo e inesperado: sacarse del cuello su atributo más preciado para ver la prenda en el hombre que junto a otros luchó por defender su sonrisa.