Los militares brasileños contaron con la activa ayuda de la embajada de Estados Unidos para perpetrar el golpe de Estado del 31 de marzo de 1964, que instaló una dictadura que duró hasta 1985 en el gigante sudamericano, reveló este lunes un historiador estadounidense, testigo de los hechos.
Se trata de Thomas Skidmore, de 80 años, quien dedicó su vida académica a estudiar y escribir sobre Brasil.
Skidmore reveló al diario ‘Folha de Sao Paulo’ que supo con un día de anticipación sobre el golpe militar que derrocó al presidente constitucional Joao Goulart, durante una cena que mantuvo en Rio de Janeiro con el entonces embajador norteamericano en Brasil, Lincoln Gordon.
“El embajador (durante la cena) fue a pasar un telegrama para el (presidente) Lyndon Johnson contando las novedades y pidiendo que el gobierno americano reconociera al nuevo régimen. El embajador dijo que había vencido”, dijo Skidmore a ‘Folha de Sao Paulo’, en un relato que no aparecen en sus libros.
Negó como lo hace habitualmente que su especialización en Brasil haya formado parte de una estrategia de la CIA o del Departamento de Estado como parte de las políticas de la Guerra Fría hacia América Latina después de la revolución cubana.
“Soy un producto de la Universidad de Harvard, no tengo nada que ver con el Departamento de Estado o la CIA como muchos piensan”, dijo el autor de libros sobre Brasil.
Joao Goulart, conocido como “Jango”, era considerado por Washington como “un peligro” debido a las reformas de corte socialista que estaba llevando a cabo: reparto de tierras agrícolas en deshuso, aumento del impuesto a la renta y una exigencia a las empresas multinacionales de invertir sus ganancias comerciales en Brasil.
Además llevó a cabo una reforma agraria masiva, y otras en el sector de la salud y la educación destinadas a una campaña de alfabetización. En política exterior promovió un acercamiento político a los países del Pacto de Varsovia manteniendo contactos diplomáticos con la URSS. En el plano interno, mantuvo como aliados a los partidos socialistas y comunistas (aunque sin integrarlos plenamente al gobierno) y mantuvo frecuentes pugnas con los opositores derechistas.
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