Por: J. M. del Rio*
No creo estar descubriendo el mar Mediterráneo cuando traigo a colación que en la batalla por construir el futuro que queremos, nuestro pueblo se ha visto obligado a enfrentar todo tipo de desafueros concebidos, financiados, promovidos y ejecutados por el gobierno de los EE.UU, para tratar de remover las bases de la Revolución cubana, fomentar malestar y división dentro del pueblo y tratar de fortalecer al máximo los grupúsculos diseñados por ellos, con el fin de que cuenten con los recursos y preparación necesaria en espera del momento en que puedan implantar en Cuba un régimen que actúe de acuerdo a sus designios.
En mi pueblo, cuando alguien no encontraba una respuesta adecuada a cualquier enigma, se solía preguntar con cierta ironía: ¿Y en este caso, por dónde le entra el agua al coco?. Pues ahora les comentaré sobre un “coco” con múltiples y bien definidas entradas de agua: la Subversión Político-ideológica. No es un secreto que ese modo de accionar, es la principal arma estratégica que el gobierno de los EE.UU ha utilizado contra Cuba, de forma aviesa y continuada, desde el momento mismo del triunfo revolucionario. Primero combinada con solapadas y clandestinas acciones violentas, sabotajes, atentados, bandidismo, infiltraciones, piratería y guerra psicológica; hasta llegar a la actualidad en que las agencias del gobierno de los EE.UU pretenden actuar abierta y “legalmente”, con la intención de “promover pacíficamente el cambio democrático en Cuba”, lo que equivaldría suponer que nuestro país pasaría a ocupar de forma abierta o velada, una posición en el recuadro de estrellas de la bandera de ese país.
La génesis conceptual de la estrategia subversiva contra Cuba podríamos encontrarla, en el memorando fechado el 6 de abril de 1960 de Lester D. Mallory, subsecretario adjunto de Estado para los Asuntos Interamericanos en el gobierno del general Dwihgt (Ike) Eisenhower, referente al objetivo de las sanciones económicas contra Cuba: “La mayoría de los cubanos apoyan a Castro. No hay oposición política eficaz (…). El único medio posible para aniquilar el apoyo interno (al régimen) es provocar el desencanto y el desaliento por la insatisfacción económica y la penuria (…). Se deben emplear rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba (…). Una medida que podría tener un fuerte impacto sería negar todo financiamiento o envío a Cuba, lo que reduciría los ingresos monetarios y los salarios reales y provocaría el hambre, la desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
Esa maquiavélica insinuación, aprobada por el superior de Mallory con un lacónico y cínico “yes”, no quedó impresa solamente en el memorando de marras. Poco tiempo después se convirtió en genocida acción contra el pueblo cubano y más tarde pasó a integrar el historial de malintencionadas y extraterritoriales leyes aprobadas, para escarnio de los padres fundadores, por el Congreso de ese país, y sus nefastos efectos en el seno de la población cubana, son exacerbados hasta el paroxismo para culpar a la Revolución y a sus líderes y, sobre esa base, han utilizado y utilizan medios propagandísticos no convencionales, promocionan a sujetos que eventualmente se identifican con los patrones y valores del llamado “modo de vida americano”, para avivar la indisciplina social, el despilfarro, violar las leyes, crear malestar e incomodidad, mofarse de las medidas del gobierno y de sus dirigentes y tratar de generar confusión, inseguridad y temor por el futuro de la Revolución.
Para terminar, por ahora, con referencia a este pataleo imperial contra la Revolución cubana, quiero compartir con Uds. un viejo refrán muy popular en Cuba que me viene a la mente: “una cosa piensa el borracho y otra el bodeguero”, donde los “borrachos” son ellos y los bodegueros somos nosotros.
*Colaborador del Blog La Santa Mambisa