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¿Cómo Venezuela puede ser considerada “amenaza extraordinaria e inusual a la seguridad nacional y política exterior estadounidenses”? Somos país de extensión mediana, modesto desarrollo industrial, armamento convencional, ejército con moderado número de efectivos y desde que liberamos cinco repúblicas a principios del siglo XIX, nunca hemos agredido a otro pueblo.
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Venezuela amenaza con el ejemplo. El Imperio vive de la predación de los recursos naturales y las industrias básicas de las naciones periféricas. Venezuela es elocuente demostración de que un país puede utilizar los unos y las otras en beneficio de su pueblo por vías democráticas y constitucionales.
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El Imperio recurrirá a ocho vías complementarias para aniquilar a Venezuela. La primera, la profundización de la guerra económica con un bloqueo progresivo a fin de forzar un resultado adverso al bolivarianismo en las elecciones para el Poder Legislativo. La segunda, utilizar dicha esperada mayoría en un golpe de Estado parlamentario a la paraguaya. La tercera, la intensificación del terrorismo por paramilitares y mercenarios para simular un escenario de “guerra civil”. La cuarta, para coronar dicho montaje intentar un magnicidio o un atentado de falsa bandera. La quinta, intervención militar de otro país de la región. La sexta, agresión directa con tropas y equipos imperiales, desde las bases que ya ocupan en América Latina y el Caribe. La séptima, la campaña mediática para ocultar y deformar ante el país y el mundo la naturaleza de las agresiones anteriores. La octava, agresión diplomática para arrancar de las instancias internacionales veredictos condenatorios para el país.
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¿Cómo salvarnos? Combatamos la guerra económica que desmoraliza a la ciudadanía con la asunción por el Estado del control de las importaciones básicas, con implacables sanciones contra empresas de maletín y cómplices en fraudes cambiarios, acaparadores, especuladores, bachaqueros y contrabandistas, y con la promulgación de leyes para tipificar delitos financieros, traición a la patria e infracciones a la seguridad. Ganemos las elecciones parlamentarias con candidatos de reputación inmaculada, no incursos en delitos ni corruptelas.
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Así como terceriza su economía, Estados Unidos terceriza sus ejércitos. Primero los integra con mercenarios reclutados entre sus hispanos, sus afroamericanos, sus marginales; luego, funda, financia y pertrecha organizaciones terroristas compuestas de sicarios y terroristas a sueldo como Al Qaeda y el Daesh. Lo más probable es que la agresión a Venezuela se tercerice a través de un tercer país o de sus fuerzas paramilitares, que han infiltrado profundamente nuestra sociedad. Muchos de sus integrantes fueron detenidos actuando durante las oleadas terroristas de 2014. Es precisa una tarea conjunta de inteligencia entre organismos de seguridad y movimientos sociales para localizar y neutralizar estos invasores silenciosos antes de que se movilicen de nuevo. En todo caso, no es seguro el triunfo de los agresores.
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Extrememos las medidas de seguridad para dirigentes y figuras claves, así como para instalaciones y personas estadounidenses. Convenzamos a países vecinos que llevan medio siglo combatiendo infructuosamente una insurrección interna, de que les sería imposible vencer contra una sublevación interna y otra externa.
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En las agresiones imperiales, el ejército convencional del país víctima es a veces destruido a las pocas semanas. Lo que decide el conflicto es la resistencia popular. El pueblo venezolano no puede esperar a que caigan las bombas para preparar su defensa. Organizaciones populares, movimientos sociales, sindicatos, partidos, comunas, cooperativas, deben desde ya coordinar con el gobierno y el ejército regular respuestas, estrategias de supervivencia y coordinación para preparar la guerra del pueblo.
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Hemos construido un sistema de medios de servicio público, comunitarios y alternativos que nos permiten manejar la batalla comunicacional interna. Reformemos y dinamicemos sin contemplaciones este sistema para llevarlo a su máxima eficacia. Trabajemos en la seguridad de las comunicaciones informáticas. Utilicemos los satélites de los cuales disponemos para llevar nuestro mensaje al mundo.
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Venezuela ha hecho casi más que cualquier otro país por el desarrollo de una diplomacia multipolar. Incorporada al Mercosur, impulsora de organizaciones integracionistas latinoamericanas como el ALBA, la CELAC y UNASUR que excluyen a Estados Unidos y Canadá. Venezuela ha consolidado relaciones con Asia y África y con los No Alineados. Estas redes diplomáticas tienen peso en los organismos internacionales y deben ser usadas para propiciar en el Consejo de Seguridad de la ONU el veto de Rusia y China, impenetrable escudo contra intervenciones. Cuba pudo. Nosotros también.
(Tomado del blog del PSUV)